Por Felipe Osman
El Concejo Deliberante empieza a convertirse en uno de los teatros que tendrá la campaña después de haber permanecido en un largo letargo apenas interrumpido por votaciones puntuales, como la reducción de la jornada municipal o la reciente modificación del Código Electoral.
En realidad, el recinto estuvo primero en modo “ahorro de energía” durante la pandemia, y perdió luego a algunas de sus principales espadas tras las Legislativas de 2021.
Pero la campaña se avecina, y el cierre de las listas provinciales calentó la previa para la conformación de las municipales. La suma de movimientos que el oficialismo viene desplegando para expandir sus límites y sumar presión a la alianza opositora empieza a encontrar reacciones, como las tuvo días atrás en el lanzamiento de la fórmula Juez-Carasso, y como también las tuvo ayer en el Concejo Deliberante.
En la sesión que tenía por objeto principal aprobar el plan de metas que tres semanas atrás Llaryora presentó ante los concejales, la oposición cuestionó el uso político que, a su entender, el oficialismo dio al asunto. Y el radical Lucas Balián, del bloque Vamos, se mofó de los ediles de Hacemos por Córdoba.
Les preguntó por qué ya no cantan la marcha peronista, les dijo que abandonaron la calle y ahora están “abonados al Quorum” (el coqueto salón que el oficialismo elige desde hace tiempo para sus actos políticos), les preguntó también por qué insisten en recordar a Rubén Martí y no a José Domingo “Cacho” Coronel (ex intendente peronista depuesto por el golpe militar de 1976), y hasta se mofó de que el 23 de julio votarán a “alguien del PRO” (Javier Pretto). Para cerrar, también los acusó de ser buenos alumnos del kirchnerismo en la “construcción de relatos”.
El peronismo pudo haber respondido, pero eligió (esta vez) no polemizar. Llegado el caso, Llaryora fue y es el primero en recordar que en las provinciales los cordobeses “deberán elegir entre dos fórmulas lideradas por justicialistas” (en directa alusión a Luis Juez), y en poner de resalto que Hacemos Unidos por Córdoba se ha vuelto un destino más atractivo para los radicales por ser la primera vez que la UCR no lleva un candidato a la Gobernación.
El dardo de Balían, en cualquier caso, estaba dirigido a la interna del PJ capitalino, que resiente la designación del expresidente del PRO como candidato a vice intendente, una candidatura con la que muchos peronistas se ilusionaron y que además, adivinan, será complementada con al menos un par de bancas para referentes que acompañen al dirigente amarillo.
Los primeros cruces en el concejo grafican la dinámica de la campaña que acaba de comenzar. El peronismo ha hecho todo lo necesario para blindarse del influjo nacional. Ha puesto una candidata a vice radical y otro del PRO en sus fórmulas, ha despegado los comicios provinciales y municipales de las elecciones de agosto, ha construido una lista depurada de (casi) cualquier resabio K, y hasta ha plantado una candidatura presidencial de Juan Schiaretti para dejar en claro que el gobernador es opositor al Gobierno Nacional. Tanto como para competir en su contra en agosto y octubre.
Cada movimiento se adelanta, hasta ahora, al plan de Juez, que buscó el respaldo de Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich para el lanzamiento de su fórmula. El Jefe de Gobierno dijo que ganar en Córdoba era una suerte de condición necesaria para ganar la elección nacional. Un enunciado falsado por el pasado más reciente: Macri siempre ganó las nacionales en Córdoba mientras los cordobeses respaldaban a Juan Schiaretti en la provincia.
Llaryora avisó, en el lanzamiento del binomio que integra junto a la intendenta de Estación Juárez Celman, que la confección de la lista provincial y ambas fórmulas fueron solo el primer paso. Que ahora avanzará hacia la construcción de una “coalición de Gobierno” a la que espera sumar a cuantas figuras de la oposición (y ajenas a ella) sea posible. Es una invitación abierta a los heridos que dejó la lista de JpC a que no extremen esfuerzos en la campaña que impulsa a Juez, porque las puertas de Hacemos Unidos por Córdoba estarán abiertas si el oficialismo prevalece en las elecciones del 25J.
El objetivo de máxima no es otro que Pedro Dellarosa, el principal costo colateral que pagó la alianza en la medianoche del sábado, a causa del “error” de Marcos Carasso, que estampó su nombre no sólo como candidato a vice sino también a primer legislador, acusando una inconfesable falta de autoestima.
No es, sin embargo, el único. Otro nombre que gira en el radar del peronismo es el de Orlando Arduh. El presidente del boque Juntos por el Cambio en la Legislatura asegura que no recalaría en la boleta municipal del oficialismo. Tiene lógica. Arduh impulsó la candidatura de Rodrigo de Loredo o, llegado el caso, de un radical, para liderar la fórmula provincial. Sería muy difícil de explicar que, habiendo un candidato radical en la cima de la fórmula municipal, decidiera asumir el rol de adversario. Más probable, en todo caso, hubiera sido que terminara en la lista provincial del oficialismo.
Eso no sucedió, pero el dirigente radical hace la siguiente reflexión: si Luis Juez aseguró que sumaría a cuadros técnicos y políticos del peronismo de ser electo gobernador, ¿qué obsta la posibilidad de que él (Arduh), o cualquier otro dirigente de la oposición, termine aceptando formar parte de una coalición de gobierno liderada por Martín Llaryora en el futuro?
El razonamiento no carece de lógica. O sería al menos muy difícil de cuestionar para Juez, a menos que admitiera que su ofrecimiento de acoplar funcionarios del PJ a sus equipos de gobierno era, a fin de cuentas, una “propuesta indecente”.