Rinoscopías para todos

El proyecto del concejal Casado es inconstitucional, inaplicable y ridículo, fundamentalmente porque nadie sabe muy bien cómo ayudaría a gestionar mejor.

Por Javier Boher

@cacoboher

Los políticos -especialmente cuando son candidatos- no pueden estar hablando de todos los temas todo el tiempo. Se les define un mensaje que repiten hasta el hartazgo. “Tres ideas para toda la campaña”, me supo decir un viejo consultor. La gente no puede retener muchas más cosas y el político no se puede desgastar en debates que no le suman o -en el peor de los casos- lo pueden poner en aprietos.

Para eso se usa a otras figuras que puedan ponerse al hombro esas causas. Sirven para empiojar el debate y tratar de incomodar a los políticos o candidatos del otro lado. Es como en esa vieja película de Adam Sandler, Happy Gilmore, que lo llevó al estrellato. En la misma hay una escena donde un golfista rival -molesto por la buena performance del personaje principal- contrata a un actor para que lo moleste y le grite cosas para sacarlo de sus casillas, cosa que logra.

Todos los políticos -especialmente cuando los partidos están medianamente cohesionados respecto a los rivales que tienen afuera- se valen de esas figuras que están tratando de hacerse un lugar en la mesa chica de las discusiones. Son instrumentos que ayudan a correr el foco de la discusión, que también les sirve individualmente para posicionarse socialmente.

Ese parece ser el caso del tema de moda en las últimas horas, que llegaron a levantar medios de alcance nacional. Es el proyecto del concejal Diego Casado para que las rinoscopías sean obligatorias en la Ciudad de Córdoba. Lo aplaudo, concejal. Me parece un gran gesto ese de pedir que la ciudad esté conducida por personas sin vicios, puras y celestiales, castas e inmaculadas.

Tal vez habría que hacerlo extensivo a todos los empleados de mostrador que tiene la municipalidad. ¡Qué digo!¡También a los inspectores de tránsito!¡a las maestras municipales!¡a los inspectores de noche!¡a los médicos del Hospital de Urgencias!¿y los choferes de Tamse?¡También!.

Para mí, ojo, no debería quedar ninguno afuera. ¡Es más! Deberían aprovechar cada vez que el vecino paga las tasas municipales para que -ya que le hacen un tacto rectal- le hagan la rinoscopía. Esto se trata de limpieza y eficiencia, concejal, ¡matamos dos pájaros de un tiro!.

No soy abogado, así que las cuestiones jurídicas muchas veces me son esquivas. Quizás tenga algún error en mi razonamiento jurídico, pero me parece que -otra vez, como ya nos pasó con el proyecto de geolocalización para los empleados municipales- el proyecto del concejal es inconstitucional, inaplicable y ridículo.

En primer lugar, porque el consumo no está penalizado en este país. Lo que sí está penalizado es el tráfico. Si el político consume es un tema de índole privada que no afecta a terceros. ¿Podría llegar a afectarlos si el consumo se convierte en una adicción? Por supuesto, como también lo podrían hacer la adicción al alcohol, al juego o al sexo. No digo al trabajo, porque en el Palacio 6 de Julio y demás dependencias municipales no abunda la contracción al mismo.

En segundo lugar, tampoco queda muy en claro el porqué sería mejor un funcionario político sin ese vicio en particular. Hay empleados de planta que lo tienen. Hay colectiveros que manejan más duros que un pionono de alfombra. ¿Los médicos tampoco se drogan? Vaaaamos, que todos somos grandes. ¿Casado nunca fue a un acto partidario, a un boliche, a un baile? No, claro, esos no tienen la misma responsabilidad. Al menos por ahora.

En tercer lugar, además de que no está penalizado y que no parece estar muy clara la relación respecto a cómo sería mejor un político sin ese vicio en particular, sentar ese precedente sería peligroso respecto a otras cuestiones. Como bien le dijo Adrián Simioni en el programa de Rodolfo Barilli, el día de mañana podrían sancionar una ordenanza para no emplear mujeres que se hubiesen practicado un aborto. Espero que llegue el día que los veganos ganen una elección, así prohíben que los que ingieren proteína animal sean empleados públicos: los quiero ver comiendo criollos sin grasa ni manteca. Suena descabellado, pero en el fondo se trata de lo mismo, imponer una norma moral al común de los ciudadanos.

En una de esas -no sé, por ahí se me ocurren locuras- podrían hacer test de alcoholemia y drogas en las calles. ¿Cómo ven a los motochorros de los robos piraña en el centro queriendo parar en un control de drogas?¿a esos no les aplica lo de tener que ser buenos ciudadanos? Andan más duros que infancia de Bambi, aterrorizando a los vecinos que pagan las tasas para que los concejales hagan proyectos tan relevantes como las rinoscopías de los políticos mientras los funcionarios no articulan políticas de seguridad con la policía. Googleando me encontré con un ex juez, Daniel Enrique Ottonello, que propuso esto mismo hace diez años y lo criticaron de todos lados.

Quizás a este proyecto le falta ambición. Debería poner que hacen falta también un análisis de heces: ¿qué político te va a querer cagar si todos sabemos qué hay en sus deposiciones? No puedo creer que me estuviese olvidando el tema de la vacuna contra el covid, muy importante, porque así nos cuidamos entre todos. El carnet sanitario con la desparasitación de los perros también es fundamental, porque ¿cómo va a cuidar de la gente un político que no cuida a los animales? Debería poner un ítem sobre el descacharrado, porque un político que ningunea al dengue y perjudica a los vecinos no puede gestionar nada.

Seguro que con eso mejora la ciudad de Córdoba, donde voluntariamente los políticos del gobierno ya presentaron sus rinoscopías para impulsar el proyecto y demostrar que no hay nada que temer. ¿Qué?¿todavía no lo hicieron? Perdón, mala mía.