Humor para pisar el palito

Luego de ver los primeros cuatro episodios del reality “LOL Argentina”, algunas conclusiones pueden sacarse de este experimento en el cual, con buen criterio, los responsables del casting han elegido como participantes a figuras de la TV, a youtubers e influencers y a artífices del stand up.

J.C. Maraddón

Los números de las mediciones de audiencia acreditan que el del reality show es el formato que le está garantizando una sobrevida a la televisión abierta, acosada por las plataformas de streaming que desde hace un tiempo concitan la atención de los espectadores. Los tramos finales de “Gran Hermano” y el inicio de una nueva temporada de “MasterChef” confirman a Telefé en lo más alto del rating, sin que el resto de la oferta de la programación de los canales se aproxime a esas performances, a pesar de los esfuerzos que se hacen por renovar las propuestas y actualizar el público.

Sin embargo, los soportes online también han tomado nota de este fenómeno y desde hace tiempo ensayan sus propios proyectos de realities, como complemento de sus habituales productos consistentes en películas y series. Ciclos tradicionales como “American Idol” o “Ru Paul’s Drag Rce” encuentran allí su mejor vidriera en la actualidad y forman parte del material selecto que las compañías ofrecen a sus suscriptores, muchos de los cuales realizan maratones de capítulos y están atentos a los estrenos de las sucesivas entregas de estos programas que respetan la estructura de un concurso que cuenta con sus correspondientes ganadores y perdedores.

Uno de los más recientes éxitos dentro de esta categoría surgió en Japón en 2016 bajo el título de «Hitoshi Matsumoto Presents Documental” y obtuvo luego repercusión internacional como “LOL: Last One Laughing”, denominación que en España fue traducida en 2021 como “Si te ríes, pierdes”. Tanto el original como sus derivaciones en cada país han trascendido bajo licencia de Prime Video y se basan en una competencia entre comediantes reconocidos, que conviven durante horas en el mismo recinto y que tienen como misión hacerse reír los unos a los otros, hasta que se consagra ganador el que haya conseguido evitar la sonrisa.

En un país con un humor tan particular como el nuestro, representaba toda una incógnita qué podía pasar con la elaboración de una versión local de este fenómeno de la TV global, que hasta ahora logró excelentes resultados en los países donde ha aterrizado. Y apenas empezó a difundirse en redes la noticia de que iba a producirse el desembarco en la Argentina, con la conducción de Susana Giménez y Grego Roselló, no pocos le auguraron un futuro para nada promisorio a semejante ensayo, en medio de un contexto de corrección política que acota los márgenes de la comicidad.

Luego de ver los primeros cuatro episodios del “LOL” a la criolla, algunas conclusiones pueden sacarse de este experimento en el cual, con buen criterio, los responsables del casting han elegido a figuras de la TV, a youtubers e influencers y a artífices del stand up. Todos ellos comparten durante seis horas un set donde se sucederán las monerías, los chistes y las ocurrencias más desopilantes, que así como pueden provocar carcajadas en los espectadores, también pueden suscitar las risitas de los otros participantes, que serán penados por ese desliz y que merecerán la expulsión en caso de reincidir.

Con apenas media hora de duración por capítulo y diez concursantes en disputa, lo primero que podría señalarse es que existe el riesgo de que la gente se quede con las ganas de apreciar un mayor lucimiento de su cómico favorito, constreñido en ese contexto a no dejarse tentar por sus adversarios. La predominancia del absurdo de Charo López, la guarangada siempre efectiva de Yayo y los oportunos retruques de Migue Granados, emergen en ese maremágnum histriónico que por momentos se pierde en el caos, hasta que Susana ingresa para sancionar con la tarjeta amarilla o la roja a quien pisó el palito.