El juego de la tasa de interés, un dilema para la macro

Este año el Gobierno se enfrenta simultáneamente a tres potenciales factores desestabilizantes: el “frente de los pesos”, el “frente de los dólares” y la necesidad de evitar una nueva disparada en la inflación.

La tasa de interés es la variable por excelencia para hacer política monetaria alrededor del mundo. Con la llegada de Batakis y la posterior asunción de Sergio Massa al frente de la cartera económica, las autoridades reforzaron el rol de la tasa de interés dentro de su set de política económica con el norte de tender hacia los rendimientos reales positivos acordados con el FMI, contener las presiones inflacionarias y evitar un salto discreto del tipo de cambio oficial.

Este año el Gobierno se enfrenta simultáneamente a tres potenciales factores desestabilizantes: el “Frente de los Pesos”, el “Frente de los Dólares” y la necesidad de evitar una nueva disparada en la inflación, no sólo para intentar recuperar algo de “capital político” de cara a las elecciones, sino porque una aceleración inflacionaria genera mayores presiones a acelerar el crawling peg y a subir las tasas de interés, volviendo más inestable al escenario.

En este sentido, Ecolatina remarca que la aceleración de la inflación a principios de 2023 sembró dudas sobre la estrategia planteada por el BCRA y reinstauró el interrogante sobre si la autoridad monetaria debería convalidar una nueva suba tasas ante la escalada de la nominalidad. ¿Cuál fue la dinámica reciente de la tasa en términos reales? ¿Qué tanto margen tiene el BCRA para subirla? ¿Cuáles son las ventajas y los riesgos de convalidar una nueva suba en la tasa de interés? ¿Cuál es el lugar que ocupa el crawling peg en el esquema económico actual?

La consultora plantea que, “salvo que se produzca un sorpresivo dato negativo de inflación, el BCRA aún contaría con argumentos para sostener el actual nivel de tasa” y señala que la aceleración inflacionaria reciente se explicaría por motivos estacionales o puntuales (como el caso de la carne y las tarifas).

De hecho, “dar un paso en falso y convalidar una suba temprana en la tasa de interés podría ser interpretada por el mercado como una mayor expectativa de inflación oficial para lo que resta del año, al mismo tiempo que le quitaría a la autoridad monetaria un “as bajo la manga” (una sobrerreacción de la tasa) de cara a los meses subsiguientes”.

Añade que, más allá de la suba que podría observarse este mes, la dinámica de los precios del 2T será una bisagra para lo que reste del año: si la inflación persiste en niveles por encima del 6% mensual presionará al BCRA a 1) acelerar el crawling peg para evitar una mayor apreciación cambiaria, y 2) convalidar un nuevo incremento en la tasa para volver a mostrar rendimientos reales positivos y evitar la fuga de pesos hacia los dólares alternativos. Bienvenidos al juego de la tasa: el que se equivoca, pierde.

Luego de mantener intacta la Tasa de Política Monetaria (TPM) durante prácticamente 2 años (2020 y 2021), el BCRA inició a principios del 2022 un sendero ascendente en las tasas de interés que hiló 9 subas mensuales consecutivas y encontró su actual techo en septiembre pasado (75% TNA – 6,3% TEM), acumulando un incremento de 3.700 puntos básicos (38% TNA en diciembre del 2021).

La aceleración inflacionaria iniciada a fines de 2021 y potenciada a inicios de 2022, las distorsiones generadas en el MULC ante las elevadas expectativas de devaluación, la necesidad de mantener contenida la brecha cambiaria y el compromiso asumido con el FMI de apuntar a rendimientos reales positivos fueron los causantes del cambio de estrategia del BCRA.

Si bien a fines de 2022 la TPM mostró rendimientos reales positivos (ex post) ante la baja transitoria en la inflación, tal dinámica encontró un punto de inflexión en los primeros meses de 2023 ante la nueva aceleración en los precios. Entre enero y agosto del 2022, la TPM se ubicó -en promedio- 1,5 p.p. por debajo de la inflación mensual. Posteriormente, en septiembre-octubre la TPM empató a la evolución mensual de los precios, para luego evidenciar rendimientos positivos en noviembre-diciembre (1,2 p.p. por encima de la inflación), cuando incluso se barajó la posibilidad de una baja en la tasa ante la marcada desaceleración de la inflación. No obstante, con el reciente recalentamiento de los precios la tasa quedó apenas por encima de la inflación en enero y, de acuerdo con nuestro relevamiento de precios, habría sucedido algo similar en febrero.