J.C. Maraddón
Algunas biografías, sobre todo las de deportistas, parecen haber seguido trayectorias que facilitan las cosas a quienes después tienen que contarlas: un origen humilde que conduce a un destino soñado, un coqueteo con la fama de que derrapa en una cruel decadencia, un brillo deslumbrante opacado por un episodio oscuro, todas las variantes pueden aparecer en el devenir de esas existencias que, en el caso de los ídolos populares, son conocidas por todos porque han sido narradas una y mil veces por otras vías, antes de quedar inmortalizadas en un libro o en una producción audiovisual que intente hacerles justicia.
En especial en los últimos años, con resultados disímiles, hemos visto desfilar por la pantalla los retratos de esas figuras que marcaron una época, y que supieron despertar la admiración popular gracias a su carisma y al talento que poseían en la práctica de alguna disciplina. Quizás el ejemplo más cercano a escala internacional sea “King Richard”, la película que se centra en el padre de las hermanas Venus y Serena Williams, estrellas del tenis mundial, pero que en su trama nos brinda la chance de entender cómo fue que esas chicas salieron de un humilde suburbio de Los Angeles para transformarse en celebridades.
En Argentina, no pocas veces las plataformas de streaming han resuelto invertir en series que ponen el foco sobre esta clase de fenómenos, tal vez con la presunción (para nada errónea) de que el nombre del biografiado será suficiente para atraer a la audiencia, más allá de que el abordaje sea acertado o no. El caso emblemático es el de “Maradona, sueño bendito”, estrenada en 2021 por Amazon Prime, que en diez episodios relata la epopeya de ese pibe de Villa Fiorito que conquistó el mundo con su habilidad futbolística y que hasta su muerte transitó siempre al borde de la cornisa.
Con mucha promoción pero no tanta fortuna, “Apache, la vida de Carlos Tévez” había sido el aporte que Netflix hizo en su momento a esta veta fílmica, al seguir los pasos de un jugador salido de una villa, que luego se consagró en Boca Juniors y desarrolló una exitosa carrera en el exterior. Pero quizás uno de los productos más logrados haya sido “Monzón”, la realización de Space que partía del femicidio de Alicia Muniz para describir la parábola de un boxeador que en su juventud llegó a tenerlo todo y que terminó de la peor manera.
Otro favorito entre los púgiles argentinos, que también tuvo un trágico final, fue Oscar Bonavena, un peso pesado que asumió en su época el rol del fanfarrón simpático y que dentro del ring llegó a poner en aprietos al mismísimo Muhammad Ali. Asesinado en 1976 por un matón de un prostíbulo en Reno, Estados Unidos, su leyenda no ha hecho sino agigantarse a lo largo del tiempo, aunque a esta altura perduren más sus payasadas convertidas en memes, que sus hazañas pugilísticas, en las que su proverbial valentía y su picardía de barrio se repartían méritos en partes iguales.
No podía faltar entonces la serie que le hiciera honor a ese mito, y fue esta vez Star+ la compañía responsable de llevar adelante “Ringo, gloria y muerte”, cuyo primer capítulo se vio el martes pasado en ocasión de una velada boxística en el Luna Park. Como muestra, lo visto resultó bastante convincente, más allá de lo dificultoso que pueda ser para el actor Jerónimo Bosia encarnar a un hombre que en la vida real se comportaba como un personaje de ficción. Habrá que ver si el resto de los episodios, que estarán disponibles a partir de mañana, sostienen el mismo nivel.