Por Gabriel Abalos
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Las tangueras son peces y volcanes

“Hagan correr la voz que se viene una gran noche de Tango en la Ciudad”, decía la invitación en las redes. Ahora uno es alguien en un local de Güemes, el de Pez Volcán, domingo por la noche, parte de un centenar de personas sumidas en los últimos calores del día y de la semana, atraídas por el tango clásico y el nuevo tango donde las mujeres son las protagonistas. No de las letras, sino de interpretarlas. Tangueras se llamó el espectáculo que echó a rodar cuesta arriba, como siempre lo hace, la pequeña gran trabajadora del género en todas sus versiones que es Verónica Bie. La creadora, vocalista y pila inagotable de Milonga sin corte, muchas veces dúo, otras veces trío y el domingo incluso quinteto, sumó su voz a las de -son sus palabras- “estas mostras del Gotán Cordobés”. Era noche de mujeres feministas, guapas como en el tango. Las invitadas con su instrumento vocal y la experiencia eran las referentes Mery Murúa y Silvia Lallana, cada una con un set memorable que ampliaremos. Y había más “mostras” en la vereda instrumental: abrió el cuarteto Qué Tupé Cuerdas, hermoso arranque, tango de cámara con amor al tango: Renata Bonamici, Cecilia Jiménez , Clara Murúa y María Luz Alderete pusieron en la sala pulidas obras académicas, con yeite. Allí sonó muy bien Piazzolla arreglado por la cellista Bonamici, y también obras de Julián Peralta de Astillero (sus propios arreglos) en un gran segmento de apertura. Le dio continuidad al show el aceitado tándem de la violinista Valeria Martín y la pianista y compositora Daniela Mercado: Chapeau Tango dúo. Una base cimentada de teclas para que el violín busque al de la zurda, diría un mero mero tanguero, y jugar ambas con tangos desafiantes de Piazzolla, Peralta, y de la propia pianista, que llevó a la atmósfera de Hitchcock una versión libre de Psicósis, de su disco Relatos Cinematográficos. A esas dosis instrumentales tejidas con primor les vino bien la palabra y la voz, cuando Mery Murúa -cantante de la OPMC, la orquesta de tango oficial- subió acompañada por su guitarrista e hijo, Juan Murúa, uno solo y suficiente para tender lo que se vino. El Aguacero de Cátulo Castillo y José González, pedazo de milonga y letra pampa, tan bien dicha por Mery. O ese diálogo noctámbulo, con ojeras, de Troilo y Manzi: Che, bandoneón. Y bueno, el valsecito Pedacito de cielo, música de Francini y Héctor Stamponi con letra de Homero Expósito, que nadie puede no cantar. Hubo teclas por ahí, en los dedos de la riojana Dani Mercado. Un bomboncito.
Hubo, salteado, antes de retomar a las “mostras” restantes, participaciones con sello performático de las Milongueras Nana Botallo y Paula Bissón, y también de Flor Moreno, con lecturas y recitados. Las retroproyecciones merecían mejores condiciones visuales, hizo el aguante Minner.
Y el espectáculo sin cortes condujo a la presentación de Silvia Lallana, otra imprescindible de la tribu tanguera, muy bien rodeada por las chicas de Qué Tupé y sus cuerdas. Un resultado exquisito que pasó por temazos como El gordo triste, para oír con anteojos de charcos, y -también de Piazzolla y Ferrer- Chiquilín de Bachín, con su tristeza de un pan y un tallarín. Y luego dos grandes labores de Eladia Blázquez, como esa milonga erguida que es Siempre se vuelve a Buenos Aires, y el retrato porteño también determinista El corazón al sur. Impecable. Y todavía faltaba el cierre con los Milonga sin Corte: el violín fraseador de Benshi Dron, Bel Disandro impregnada en el tango, al piano, Ramiro Exequiel Tarifa en la guitarra rítmica y como invitada Renata Bonamici en cello. Y allí Vero Bié cantó, como solo ella sabe, ese tema de su propia cosecha, casi un himno: Guacha Piola. Sale a cantar con la misma naturalidad con que asume su rol de maestra de ceremonias, o el de organizadora, esta gran laburante del tango de Córdoba que gestó esta noche con la complicidad de sus sororas canyengues y un incansable espíritu productor. Cantó Mary, la del burdel, de Carlos Jiménez, que se merecía esta versión tanguera, ella, Mary, con solo tres pesos en su bolso y un papel, lo que llevaba bajo el farol… Y Qué nos pasó, de los sin Corte. ¿Queríamos más? Salieron las tres damas del tango a homenajear a Tita Merello, cuyo rostro era ángel guardián de la noche, una noche hermana del Día de la Mujer, cantando Se dice de mí como bandera de quienes se desentienden del qué dirán, para construir nuevas feminidades y disidencias tangueras. El público amó la propuesta. Y uno, entre tantas cosas que ver en esta Córdoba, estuvo allí, esa noche para recordar.
El teatro demarca la memoria
Prosigue su marcha el Festival Escena y Memoria, ciclo que llegó a su 14ª edición cuando se cumplen cuarenta y siete años del cruento golpe de estado, y los cuarenta años de recuperación de la democracia en la Argentina. Sus actividades se desarrollan en distintos Espacios de Memoria de Córdoba. En el Archivo Provincial de la Memoria se presenta hoy una sucesión de obras teatrales: Código Postal (a las 18.30), Flor de Fuego (19.30) y De cuerpo entero violeta (21.30). A las 18 en Refugio Libertad, se verá Hoy es siempre todavía, presentación de trabajos realizados en la Residencia. Y en La Perla, hay teatro a las 18.30, presentándose la obra EnSayo. El miércoles se verán en el APM a las 18.30 Lectura dramática: La sapo; a las 19.30 Sin ánimos de ofender. Y a las 21.30 Glauce. La señora de fuego. La obra Hoy es siempre todavía se traslada al Campo de la Ribera, a las 14, y EnSayo a la Casa de la Memoria Imprenta del Pueblo Roberto Matthews, a las 20.