Qué herencia económica recibiría el próximo gobierno

En principio, puede consignarse que el balance de fin de 2023 sería algo más negativo que el de 2015, pero bastante más complicado que el de 2019.

En este muy complejo año, el gobierno enfrenta severas limitaciones, tanto por la falta de tiempo hasta las elecciones, como por el persistente deterioro de los indicadores de confianza, ingredientes clave para diseñar y ejecutar un plan que pueda encauzar la economía y permita volver a un crecimiento sostenido. El actual programa con el FMI y el rediseño de las metas “apenas podrían, sin plenas garantías, evitar que se espiralicen los desequilibrios macroeconómicos para llegar a las elecciones”. Los conceptos son del economista del Ieral, Gustavo Reyes.

Reyes analiza a grandes rasgos la situación económica que heredará la próxima administración, comparando activos y pasivos con los existentes a fin de 2015 y 2019 (últimas dos elecciones generales). Para ello, se consideran siete bloques claves: el contexto externo; el interno; la confianza de los mercados; la distorsión de los precios relativos; los factores potenciales de emisión monetaria; los desequilibrios de las cuentas externas y del sector privado, y la fortaleza del Banco Central ante eventuales shocks negativos.

El escenario internacional incluye una amplia cantidad de indicadores que tendrán comportamientos diversos; será peor el crecimiento del PBI per cápita en el mundo, al igual que la tasa de interés de largo plazo de Estados Unidos, la fortaleza del dólar y el riesgo país de los emergentes. Serán mejores los términos de intercambio (precios relativos de exportaciones de Argentina respecto de las importaciones.

En el plano doméstico, el PBI per cápita con el cual terminó la economía en 2022 resultó similar al de 2019 pero fue 7 puntos más bajo que el registrado en 2015. Teniendo en cuenta que la encuesta del REM del BCRA espera una contracción del PBI total para 2023, el ingreso per cápita durante 2023 probablemente terminará por debajo del registrado en las últimas dos elecciones generales.

También es peor el nivel de empleo formal; dado que el nivel promedio de esta variable en 2022 estuvo por debajo de 2015 y 2019 y que, para 2023 se espera una contracción de la economía, probablemente los niveles de empleo formal privado durante este año seguirán estando por debajo de los registrados en las últimas dos elecciones generales.

En lo que hace a la inflación mensual promedio, la encuesta del REM del Banco Central espera que la evolución de los precios durante 2023 resulte similar al 2022, probablemente esta variable en el presente año continúe situándose muy por encima de lo registrado 2015 y 2019.

 En ese contexto, el poder adquisitivo del salario promedio también es peor que en los años electorales previos, lo mismo que la pobreza dado el escenario esperado para el nivel de actividad, el empleo y los salarios.

En síntesis, las perspectivas para este año de los cinco indicadores utilizados para evaluar el contexto interno muestran niveles peores a los registrados durante 2015 y 2019, sintetiza Reyes, quien también pone la lupa sobre las variables que se utilizan para captar el nivel de confianza, los precios de las acciones evaluadas al dólar libre, la prima de riesgo país neta (del nivel de promedio de los países emergentes), el tipo de cambio real del dólar libre y el coeficiente de monetización de la economía. Los dos primeros son peores que en 2015 pero mejores que en 2019, en tanto que los dos últimos están peor que en las dos elecciones.

Plantea que la situación del precio relativo de los servicios regulados es similar a 2015 y peor que en 2019, en tanto que el tipo de cambio real del dólar oficial, está mejor que hace ocho años y peor que hace dos.

La cuenta corriente como porcentaje del PBI resultó mayor que en 2015 y 2019. Si bien, este hecho refleja en 2022 un menor flujo de financiamiento neto al país, también muestra un virtual equilibrio entre los niveles de ahorro e inversión total. A pesar de los problemas actuales de la cosecha de la pampa húmeda y su efecto negativo sobre las importaciones, dadas las restricciones de financiamiento externo a las que está sujeta la economía de Argentina durante este año, es dable esperar que el resultado de la Cuenta Corriente se sitúe nuevamente en niveles superiores a los registrados en 2015 y 2019, señala Reyes.

El superávit privado es similar y no se esperan cambios este año. Para las reservas netas del Central y la base monetaria, la evaluación es mejor o parecidas a 2015 y peores que en 2019.