J.C. Maraddón
De larga data es la discusión acerca del efímero destino de las notas periodísticas, atadas a una coyuntura que no podrá permanecer incólume al paso del tiempo y que en su derrape hacia el olvido no trepida en arrastrar muchas de esas crónicas que la describían en detalle. El mismo vocablo “periódico” da cuenta de esa condición fugaz de la información cotidiana, que a sabiendas de que raramente llegue a ser perdurable, se entrega a la posibilidad de sucesivas correcciones a medida que pasan los días y que la situación original se altera hasta tergiversar lo que alguna vez se había escrito.
A diferencia de la alta literatura, en el periodismo noticioso casi nunca se impone la premisa de trascender más allá del presente, porque es esa su condición esencial, la de reflejar los acontecimientos en tiempo real, para que el lector satisfaga su curiosidad momentánea. Sólo ese género al que se denominó alguna vez “no ficción” coquetea con la chance de que una historia real devenga en una novela o un cuento, siempre y cuando el autor administre con su pluma recursos provenientes del universo de las letras, al que aspira a ingresar más allá del origen “bastardo” de su argumento.
También se han dado otras opciones dentro de estos cruces, como por ejemplo la de los redactores que prueban con elaborar un ensayo o que ingresan en el terreno de la investigación para develar secretos que, encerrados en un libro, pueden dar lugar a la irrupción de un best seller. En especial a partir de los años noventa, en las listas de los títulos más vendidos suelen abundar los nombres que son conocidos a través de sus aportes en diarios y revistas, aunque tampoco faltan allí voces escuchadas en las radios y rostros que han tomado fama en la pantalla de televisión.
Más allá de estos formatos, también se ha vuelto habitual que algunos periodistas recopilen sus notas en antologías que procuran dejar constancia de un trabajo con méritos suficientes para abandonar su instantaneidad y someter al veredicto del lector su vigencia. En este tipo de selecciones se corren diversos riesgos, como el anacronismo que pueden padecer hoy ciertos enfoques ante los cambios que viene manifestando el panorama social y cultural, cuya dinámica puede dejar mal paradas a sentencias que eran indiscutibles pocas décadas atrás y que ahora han quedado descalificadas sin que quepa ninguna excusa al respecto.
A pesar de estos peligros, el periodista Maxi Carranza, que desarrolló la mayor parte de su tarea en Río Tercero, ha decidido reincidir en la recopilación de los artículos que ha publicado en medios de aquella región, mediante un segundo volumen que lanzó el sello El Mensú Ediciones bajo el título de “Mucho más que rock and roll”. Al igual que el primer tomo, editado en 2021, vuelven a aparecer aquí las ilustraciones de Mario Olmos, como acompañamiento de reseñas, entrevistas y rescates de archivo que amplían su espectro hacia las expresiones más diversas.
Desde las expectativas que se generaban con el arranque del nuevo milenio hasta la incertidumbre azorada del periodo pandémico, los textos de Maxi Carranza pintan paisajes del pasado a los que se puede visualizar en perspectiva como claros precedentes de la actualidad. Quizás sea ese carácter el que les otorga un pasaporte al futuro, que justifica su compilación en un volumen como testimonio de un momento y un espacio particulares, enfocado desde las expresiones artísticas que sobresalieron entonces y desde las remembranzas que se hizo necesario refrescar en esa instancia para enfrentar una realidad en la que la cultura es cada vez más imprescindible.