Por Yanina Passero
El “pago chico” de Marcos Ferrer, la mano derecha del precandidato Rodrigo de Loredo, se convirtió en el primer indicio de un problema en fase de desarrollo para las cúpulas partidarias en Juntos por el Cambio.
Un grupo de “boinas blancas”, cercanos a Hacemos por Córdoba, ya mostró su disconformidad con la consolidación del núcleo Radicales Auténticos que lidera la intendenta en uso de licencia de Estación Juárez Celman, Myrian Prunotto. Desde hace algunos días, el malestar escala también en el PRO.
En la mayoría de los departamentos en los que el partido amarillo tiene referentes se repite un reproche con sujeto y predicado: “El presidente del PRO, Javier Pretto, y el armador larretista Oscar Agost Carreño acordaron candidaturas sin consultar y licuaron el espacio”.
La revuelta en Río Tercero invita a pensar que la consigna paralela en la dirigencia del interior profundo es apostar al juego propio. Especulan con que encontrarán el beneplácito del expresidente Mauricio Macri, quien quiere un PRO fuerte siempre y cuando no atente contra las posibilidades del cordobesismo, al que prefiere por encima de un hombre de la coalición, como lo es Luis Juez. Le pedirán intervención.
En la noche del lunes, Daniel Rotti, titular del PRO en la ciudad comandada por el deloredismo, dio un paso más en el desplante que hizo durante la visita de la presidenciable María Eugenia Vidal. Con un comunicado anunció la intención del partido de disputar el control de la Municipalidad más importante del departamento Tercero Arriba. “Es hora de más PRO”, afirmó.
Rotti sostuvo que el PRO de la ciudad montó la mesa de Juntos por el Cambio “sólo para la foto”. Ordenó libertad de acción para los amarillos que no acepten la candidatura a gobernador del senador, a quien le endilgan no representar los valores de la coalición, y entienden como parte de un acuerdo con la cúpula de la UCR.
Por otra parte, el dirigente amarillo confirmó que retarán a Ferrer (si es que decide repetir, como todo parece indicar) en las elecciones PASO del 4 de junio. «Este espacio político merece ser respetado por propios y extraños, es un ejercicio de responsabilidad y coherencia», cerró el extenso comunicado.
La interna con la que tiene que convivir el armador de De Loredo en sus narices podría ser anecdótica si la desazón no fuera generalizada en departamentos importantes como Colón y simbólicos como Marcos Juárez. El jesusmariense Gabriel Frizza y el extitular del kilómetro cero del Cambio, Pedro Dellarossa, pugnan por lugares expectables en la lista de legisladores. Se suman otros referentes como Raúl Recalde, de Pocho, que toma café con operadores de Horacio Rodríguez Larreta para lograr su propósito de repetir en la Unicameral. Pero detrás de ellos hay varios más que dicen tener derecho a estar.
Son oriundos de departamentos del norte provincial y no descartan formar una mini liga como la de Prunotto.
Más allá de la pelotera de nombres y el deseo de jugar, hay una preocupación genuina. “Los dirigentes departamentales del PRO están observando el acuerdo de cúpulas de la orgánica provincial y cierta pasividad en la pelea por lograr representatividad en las candidaturas a legisladores departamentales. ¿Cuántos de los 26 departamentos liderará el PRO? ¿Cuántas ciudades deberá defender el PRO para liderarlas?”, se preguntan.
A renglón seguido sospechan que sus referentes partidarios tienen en el menú a “tres o cuatro legisladores sin votos”. Así de caldeados están los ánimos en la escudería amarilla.
En otras palabras, como algunos radicales, también plantean que le están entregando la llave del partido a Juez, o lo que sería peor, la lapicera. Y recomiendan un plan partidario para las elecciones municipales y para sostener la representatividad, también en los Concejos Deliberantes.