Por Felipe Osman
Javier Milei sigue creciendo en la consideración de los argentinos, o al menos así lo señalan las encuestas que desde sus redes oficiales La Libertad Avanza reproduce día a día y las demás fuerzas políticas no se animan a desmentir.
Montado sobre una enorme exposición mediática, el economista libertario seduce a buena parte de un electorado hastiado de la política y sus intérpretes, a quienes responsabiliza de las adversidades que el país enfrenta desde antaño.
Como el hartazgo social como principal combustible, números que entusiasman, y un escenario en el que tanto el oficialismo como la primera fuerza opositora demuestran profundas tensiones internas que amenazan con fracturar sus coaliciones, nadie puede negar que las chances del libertario de consagrar su sueño presidencial existen, al margen del nivel de probabilidad que cada quien les asigne.
Por lo demás, hay indicios palpables de que el sistema político reconoce, cada vez más, esas chances.
En un comienzo, el sueño presidencial de Milei chocaba contra un sinfín de obstáculos, y uno de los principales era que el libertario carecía de un sello partidario capaz de soportar su postulación, y el resto del sistema no se lo ponía fácil.
Sin embargo, con el correr del tiempo La Libertad Avanza ha ido sumando partidos como resultado de acuerdos nacionales y, en algunos casos, provinciales. En Córdoba, los primeros en ofrecer soporte fueron el Partido Demócrata, con personería nacional y una historia centenaria a sus espaldas, y el Partido Libertario, de alcance provincial y nuevo en el ecosistema. Sin embargo, con el correr de los meses otros sellos se sumaron. Primero lo hizo el MID (Movimiento para la Integración y el Desarrollo), luego Unión Celeste y Blanco (el partido que supo liderar Francisco de Narváez), y ahora el partido Unite, que recientemente anunció, producto de un acuerdo nacional, respaldará la candidatura presidencial de Milei.
Ese ensanchamiento del andamiaje partidario del frente, leen los armadores del libertario, se da porque todos perciben que la apuesta “Milei Presidente” es cada vez menos arriesgada. Y la misma conclusión extraen del crecimiento de su armado territorial.
Es que, además de la estructura partidaria sobre la cual debe montar su postulación, el libertario debe resolver otro problema, si se quiere, eminetemente logístico: la fiscalización.
Sin boleta única para las elecciones nacionales, la fiscalización de comicios de esa escala, en los cuales cada fuerza debe garantizar que sus boletas estén disponibles en el cuarto oscuro, no es una tarea nada sencilla, y quienes quieran competir con chances ciertas de llegar al ballotage necesitan contar con una estructura de fiscalización que dé la talla.
El oficialismo y la primera fuerza opositora la tienen, principalmente por contar con la estructura del Partido Justicialista, en el primer caso, y con la de la UCR en el segundo. Pero La Libertad Avanza, aun proveyéndose del andamiaje partidario que soporte la candidatura presidencial de Milei, debe construir una estructura de fiscalización capaz de cuidar sus votos.
Esa es la razón principal de que los armadores del libertario trajinen el interior organizando grupos y dictando capacitaciones para formar una militancia capaz de velar por los intereses del economista el día de la votación. En sus cálculos, se necesita de unos 10.000 fiscales para controlar las mesas en toda la provincia.
En ese marco, la generación de candidaturas provinciales y municipales es, más que un interés directo, un efecto colateral de la construcción nacional de La Libertad Avanza.
De hecho, los armadores de Milei advierten que el economista no está dispuesto a ungir a ningún candidato a gobernador que, de base, no coseche al menos 10 puntos en las encuestas. Hacer lo contrario, entiende, sería exponerse innecesariamente.
No obstante, insisten en que La Libertad Avanza competirá en aquellas localidades en las que sus candidatos alcancen ese piso, incluso en el escenario de que no haya candidato a gobernador bendecido por el economista.