J.C. Maraddón
Luego de trascender como bajista de Os Mutantes a comienzos de los setenta, el músico paulista Liminha descolló años después como productor de figuras como Gilberto Gil, Zezé Motta y Lulu Santos, para en la década del ochenta imprimirle su sello a la entonces floreciente camada del rock y el pop brasileño. Bandas como Blitz, Kid Abelha y Ultraje a Rigor supieron aprovechar sus servicios, que alcanzaron uno de sus puntos más altos en 1986 con el álbum “Selvagem?” de Os Paralamas do Sucesso, uno de los más vendidos de este trío carioca que en esa época se codeaba con las estrellas del rock nacional argentino.
El siguiente paso de Liminha fue trabajar con el grupo Titãs, que se encontraba en un momento de crisis después de haber grabado un par de discos que los habían situado en una posición expectante pero que todavía no lograban definir un estilo propio. El resultado de esta acción conjunta entre el encargado de producción y los ocho miembros estables de Titãs fue el LP “Cabeça Dinossauro”, un visceral ensayo rockero que sintonizaba con las cuestiones sociales que preocupaban a los brasileños a muy poco de haber recuperado las formas democráticas tras dos décadas de dictadura.
Tan bien funcionó ese entente que en 1987 Liminha fue convocado para producir el cuarto álbum de Titãs, que se iba a diferenciar por la incorporación de la percusión electrónica, sin que esta novedad implicase dejar de lado el compromiso político (y poético) de las letras. Aunque algunas de las pistas de “Jesus Não Tem Dentes no País dos Banguelas” contasen con un ritmo bailable que se aproximada al sonido funky, el mensaje que seguían transmitiendo era de una feroz crítica a las instituciones y de una necesidad de denunciar aquello que parecía un resabio de los gobiernos militares.
El tema 2 del Lado A, titulado “Comida”, fue el que mayor difusión tuvo y sirvió como leit motiv para protestas estudiantiles en aquel periodo, con su lírica aplicada a refrendar que no sólo para comer viven las personas y que hacen falta otro tipo de “alimentos” que complementen las necesidades fundamentales. Arnaldo Antunes, autor y vocalista principal en esta pieza, es un poeta de reconocidas cualidades literarias que plasmó allí versos de una lucidez cuya vigencia continúa intacta. Además, su talento interpretativo redondea una especie de obra maestra musical, que desde el comienzo al fin no llega a sobrepasar los cuatro minutos.
Quién iba a decir que 36 años después, como un homenaje a la furia danzante de Titãs, la banda uruguaya No Te Va Gustar iba a lanzar un cover bastante arriesgado de “Comida”, en el que respetan la base funk original pese a que no es el estilo con el que ellos construyeron su larga carrera artística. El agitador discurso al que apeló Antunes para componerla ha sido traducido al español, pero se conservan ciertas partes en portugués, en la voz del cantante pernambucano Johnny Hooker, quien despliega toda su androginia en el videoclip subido a YouTube la semana pasada.
El próximo sábado, No Te Va Gustar será una de las atracciones centrales de la primera jornada del Cosquín Rock, junto con nombres consagrados como Divididos, Skay y Los Fakires, Catupecu Machu, Estelares y Él Mató a un Policía Motorizado. Será ese escenario el lugar indicado para que toquen en vivo este nuevo lanzamiento que los conecta con el rock brasileño de los ochenta y que los muestra en una faceta desconocida, a la que toman el riesgo de entregarse cuando están a punto de cumplir 30 años desde que empezaron a rodar en la escena rockera latinoamericana.