Por Felipe Osman
Pasadas las 19.30, el legislador Juan Manuel Cid abrió el acto que tituló “Lanzamiento por la Unidad” con una bandera que a sus espaldas mostraba los nombres de Juan Schiaretti, Martín Llaryora y Daniel Passerini como candidatos a presidente, gobernador e intendente. Aunque con esa postal hubiera bastado, las señales del llaryorismo hacia la interna desatada entre Passerini y Siciliano por la postulación a la Intendencia apenas comenzaban.
Tras agradecer a los referentes del gremialismo (se vio solo a la CGT, aunque también se mencionó al Movimiento Peronista y a las 62 Organizaciones), de los movimientos sociales y a la militancia territorial que copó el Club Unión Eléctrica, Cid saludó también a Ignacio García Aresca (diputado nacional), que permaneció a los pies del escenario junto a Marcos Vázquez (presidente de la bancada oficialista), entre muchos otros funcionarios y dirigentes. El llaryorismo se reunió en pleno.
Con sus primeras palabras Cid repasó los problemas que atraviesa el país y la mella que día a día hacen al bolsillo de los argentinos. Ese fue el preámbulo que eligió para contextualizar el apoyo del llaryorismo a la candidatura presidencial del gobernador. “Tenemos que cortar con el centralismo porteño, y conseguir que Juan Schiaretti sea el presidente de todos los argentinos”, apuntó para desatar los primeros vítores.
Después puso de relieve los años del peronismo al frente de la Provincia. “En Córdoba hemos tenido 24 años de progreso. Tenemos que garantizar la continuidad, y hay una sola persona que lo puede hacer. Un ‘piloto de tormenta’ que arregló los problemas que dejó Madonna (ex intendente radical) en San Francisco y trabajó codo a codo con Juan Schiaretti. Actualmente es intendente de Córdoba y nos sacó del atraso que habían dejado los gobiernos de Juntos por el Cambio en la ciudad. Me refiero a Martín Llaryora, que tiene que ser el próximo gobernador”, apuntó.
Después, pidió calma al auditorio para dirigir sus últimas palabras antes de ceder el micrófono al vice intendente. “Es una regla no escrita en el peronismo que el que gobierna define quién es su sucesor, quién representa su continuidad. Nosotros no tenemos enemigos ni adversarios, ni en el peronismo ni en Hacemos por Córdoba, pero aquellos que están pidiendo internas en contra de una regla que ha sido sagrada para el peronismo les decimos que los queremos, que los queremos adentro, pero tienen que entender lo que dijo Perón, que primero está el movimiento, después lo hombres”, cerró en un inequívoco mensaje a Siciliano, quién rehúye declinar su pre candidatura y ha manifestado en repetidas ocasiones su preferencia por las internas como mecanismo para definir al sucesor.
Dicho aquello, presentó a Passerini como “el candidato de la continuidad”. “Sabe administrar la cosa pública, fue intendente, fue ministro de Salud y de Desarrollo Social”, remarcó antes de destacar “pero lo más importante, es que es un médico que le puso el pecho a la pandemia, atendiendo a los enfermos, arriesgando su vida, es el compañero Daniel Passerini”.
Ya sobre el escenario, Passerini pidió calma al auditorio, agradeció a la concurrencia, e hizo propias las palabras de Cid en su respaldo a la proyección nacional del gobernador y a la continuidad de su modelo de gestión en la provincia a cargo de Llaryora.
“A partir de hoy comenzamos a trabajar para que Martín Llaryora sea el próximo gobernador de Córdoba. Hoy empezamos a trabajar para que Juan Schiaretti encabece el proceso de transformación que la Argentina necesita. Y hoy, desde acá, nos comprometemos a garantizar que todo lo que empezamos a hacer hace tres años en esta ciudad lo vamos a continuar. Vamos a defender cada centímetro de lo que logramos”, cerró el vice intendente.
La postal final está cargada de significación política. Passerini, escoltado a un lado por Cid y al otro por García Aresca, principales alfiles del intendente, con las manos levantadas frente a una concurrencia coronada por buena parte del funcionariado municipal.
El argumento de representar la continuidad de la gestión se figura ahora impracticable para Siciliano, aunque no está dicho que el secretario de Gobierno vaya a deponer sus pretensiones. En política, la ambición -lejos de ser una falta- es el combustible, y hay quienes creen que el funcionario puede redoblar la apuesta, imaginan, con un acto que demuestre su peso territorial. Una jugada final para poner en la balanza lo que ha construido. Una última instancia de negociación. El límite, la fractura.
Por lo demás, el acto de ayer desatará, se asegura, un efecto en cadena, por el cual las demás precandidaturas puestas a rodar por el peronismo empezarán a bajarse una a una para plegarse a la consigna “Passerini Intendente”.