Imágenes de un tiempo que fue hermoso

En los primeros días de febrero de 1973, es decir, hace exactos 50 años, se produjo el estreno nacional de “Rock hasta que se ponga el sol”, el largometraje de Aníbal Uset que pone su foco en la edición del festival BARock que se realizó en el club Argentinos Juniors en noviembre de 1972.

J.C. Maraddón

Que los orígenes del rocanrol se remontasen a un lugar tan remoto con respecto a nuestra ubicación como el hemisferio norte, obligó a que quienes se hicieron cargo de representar ese movimiento a nivel local tuviesen que dotarlo de características autóctonas para que no tuviese una apariencia demasiado foránea. Sin embargo, el modelo que bajaba desde los países centrales de ninguna manera podía ser desestimado y así fue como muchas de las tendencias que se imponían por allá, de alguna manera se colaban en el panorama rioplatense como un lógico reflejo de lo que llevaban a cabo las figuras internacionales del género.

La forma de vestirse y de peinarse, las consignas libertarias, la manera de bailar y hasta ciertas palabras extraídas del inglés, eran tomadas literalmente por los émulos de esta región, que podían llegar a tener cierta autonomía pero tampoco se iban a diferenciar tanto para no ser irreconocibles. A nivel musical, se partía de estilos como el blues o el hard rock, se entonaban canciones en un timbre de voz parecido al de los ídolos angloparlantes y se replicaban modas como las de los discos conceptuales o los temas de duración extendida que eran habituales entre los exponentes de la música progresiva.

Desde muy temprano, hubo una vocación de plegarse a la ola de los festivales al aire libre, que eran coherentes con la prédica de un retorno a la vida natural que preconizaba la cultura hippie. A falta de regiones campestres con una estructura suficiente para dar cobijo a un emprendimiento de esa calaña, fueron utilizados a tal fin algunos parques y paseos de la ciudad de Buenos Aires, donde ya desde finales de los años sesenta se escenificaron encuentros rockeros legendarios, donde los pioneros de esa incipiente escena forjaron su ascenso en la consideración del público con sus actuaciones en vivo.

Pronto llegó la noticia de que en Estados Unidos había habido cineastas que dispusieron cámaras en estos eventos y reunieron las tomas en filmes documentales que transmitían con bastante fidelidad la convivencia de cientos de miles de personas frente a un escenario, donde iban desfilando los ídolos de justificaban cualquier sacrificio para poder verlos en directo. El viento, la lluvia, el barro, no eran impedimentos que no pudiesen ser sorteados por esos fanáticos que con su actitud demostraban una entereza a toda prueba; y a la vez desafiaban al orden establecido que los prefería trabajando, estudiando o en sus casas.

En los primeros días de febrero de 1973, es decir, hace exactos 50 años, se produjo el estreno de “Rock hasta que se ponga el sol”, el largometraje de Aníbal Uset que pone su foco en la edición del festival BARock que se realizó en el club Argentinos Juniors en noviembre de 1972. Nombres estelares como los de Sui Generis, Pescado Rabioso, Pappo’s Blues, Color Humano, León Gieco, Litto Nebbia, Orion´s Beethoven, Gabriela y La Pesada del Rock and Roll, aparecen allí en inolvidables secuencias que combinan los shows con sketches absurdos protagonizados por los mismos músicos.

Más allá de que ese registro haya respondido a una necesidad de aplicar por aquí las fórmulas que se probaban efectivas por allá, es de un valor testimonial inobjetable que dispongamos hoy de ese material histórico, en el que se aprecia a un Charly García casi adolescente aporreando el piano y a un flaquísimo Luis Alberto Spinetta bromeando con una sirena de patrullero, entre otros hallazgos. Medio siglo después, revivir esas imágenes permite tomar dimensión de hasta dónde llegó la evolución de esa movida que por entonces daba sus primeros pasos y que ahora ya forma parte esencial de la música contemporánea argentina.