Por Felipe Osman
El próximo jueves a las 19.30, en el club “Unión Eléctrica” (Avenida Madrid 2599), Fogón Peronista llevará adelante un acto para el cual se espera una nutrida convocatoria, tanto de la militancia como de la dirigencia capitalina más íntimamente alineada con el intendente.
El orador principal del acto será, se espera, el legislador llaryorista Juan Manuel Cid, y la convocatoria se realiza bajo el intrigante lema “Lanzamiento por la Unidad”, acompañado, a modo de epígrafe, por la frase “para que Córdoba siga en buenas manos”.
En otro contexto, parecería bastante claro que el acto apunta un lanzamiento del legislador. Pero en el actual escenario, ese difícilmente podría ser el caso: Cid ya se lanzó meses atrás. Lo hizo, de hecho, para contener la avalancha de lanzamientos que muy temprano empezó a darse dentro del peronismo, y que amenazaba con desordenar al PJ en una desbandada carrera de posicionamientos de los cuales muchos no resultaban siquiera verosímiles.
Además, el epígrafe: “por la unidad” tampoco parecería del todo acertado si ese fuera el caso. ¿Por qué el lanzamiento de un llaryorista convocaría a la unidad, cuando el viguismo, que aún conserva el control de las estructuras del partido en la capital, quedaría fuera?
Y finalmente, ¿es tiempo de nuevos lanzamientos? Para estas fechas, mucho se especulaba, dentro del peronismo, con que se anunciaría al elegido por el partido para competir por la Intendencia. Es probable que ese anuncio haya quedado en stand by por la negativa del Centro Cívico a adelantar las elecciones provinciales para antes de junio. Pero, amén de que el intendente pueda haber decidido no avanzar en la definición del candidato a la espera de la fecha (si tal fuera el caso), ¿sería tiempo de echar a rodar “nuevas” candidaturas? Parece difícil.
En todo caso, vale la pena repasar el tablero que, desde hace meses, se viene configurando dentro del oficialismo en la carrera por la Intendencia (y la vice intendencia, la lista de concejales y demás…).
Quienes primero admitieron sus intenciones de suceder a Martín Llaryora al frente del Palacio 6 de Julio fueron el secretario de Gobierno, Miguel Siciliano, y su par de Transporte, Marcelo Rodio. Tiempo después, el vice intendente, Daniel Passerini, hizo lo propio, aunque sin empezar a movilizar sus estructuras. Es que, por entonces, muchos en el partido creían que era aún precipitado hacerlo. Y, además, los recursos que ofrece una cartera en el Ejecutivo no son iguales a los que corresponden al titular del cuerpo legislativo.
Tras esto los lanzamientos continuaron. Diego Casado avisó que él también estaba dispuesto a competir, la designación de Paulo Cassinerio en el gabinete provincial hizo pensar a muchos que el viguismo se disponía a posicionar un jugador propio para la contienda y, en aquel espacio, hubo también quienes se entusiasmaron con la posibilidad de que Raúl La Cava, a cargo de la secretaría de Políticas Sociales, se anotara en la carrera.
La reacción que llegó desde las cúpulas del llaryorismo y el viguismo fue detener ese alud de precandidaturas anunciando, en el primer caso, la precandidatura de Juan Manuel Cid, y, en el segundo, dando rienda libre para que el viguismo hablara de la posibilidad de que Alejandra Vigo llegara a postularse.
Una vez contenida la proliferación de precandidaturas, poco y nada volvió a hablarse de estos referentes como potenciales candidatos, y la carrera empezó a quedar acotada, con el pasar del tiempo, a dos competidores: Passerini y Siciliano.
Hoy, una parte mayoritaria del PJ asegura que el primero se impondrá, y la visibilidad que el Ejecutivo le reserva al momento de inauguraciones y demás actos de gestión parece dar una señal clara en ese sentido. Además, se ha impuesto como el candidato de la estructura oficial/viguista del PJ.
Sin embargo, Siciliano no está dispuesto a dar el brazo a torcer, ha pedido internas y organiza mítines en cada sector de la ciudad para demostrar potencia en el territorio. Resta por ver cuánto más se prolonga esa competencia.