Turbulencias de la comedia moderna

En la serie de Star+ “El encargado”, la dupla de los consagrados directores cinematográficos Mariano Cohn y Gastón Duprat, se arriesga a incursionar en una comicidad innovadora, pero lo hace apelando a un protagonista que pertenece a la vieja escuela: Guillermo Francella.

J.C. Maraddón

Al igual que tantas otras cosas en este tercer milenio, es probable que la manera de hacer humor esté cambiando; que algunos recursos que en otra época se utilizaban para despertar la risa ya no surtan idéntico efecto y que hoy estemos necesitando una motivación distinta para soltar la carcajada. El desafío para quienes se fijan ese propósito es encontrar el punto justo que encaje en las expectativas de un público que se ha renovado y que tal vez exija hoy estímulos muy diferentes a los que tiempo atrás resultaban infalibles en cualquier producto reidero, tanto sobre un escenario como en la pantalla.

En la Argentina, la vena humorística tiene raíces que remiten a un pasado muy lejano, cuando las letras de ciertos tangos marginales y los primeros arrestos del sainete criollo, reflejaban ese crisol de razas que convivía en las ciudades a principios del siglo veinte. Algo de eso pervive en piezas mucho más recientes, como la película “Esperando la carroza”, de Alejandro Doria, que si bien data de la década del ochenta, toma elementos de aquella tradición conventillera y, sobre esos cimientos, construye un cuadro grotesco que sigue funcionando en la actualidad, cuando es citado en las redes sociales a través de memes.

Es decir que hay posibilidades de rescatar algo de esa cantera histórica para construir una nueva comicidad, combinando aquellas herramientas de siempre con aportes del más estricto presente, poniendo especial cuidado para que esos ingredientes no se repelan entre sí como el agua y el aceite. Tal cual se aprecia, se requiere toda una ingeniería para llevar a cabo un emprendimiento de este tipo y, entre quienes se proponen alcanzar ese objetivo, no suelen ser frecuentes los experimentos exitosos, a juzgar por los títulos que en el periodo más reciente han procurado causar gracia mediante producciones audiovisuales.

Mientras tanto, ya hemos dado cuenta desde aquí de lo que está sucediendo en la industria internacional dentro de este rubro: después de décadas de elaborar comedias televisivas en las que los gags se suceden uno tras otro, en las plataformas de streaming se han empezado a ofrecer opciones que no se plantean un humorismo tan vertiginoso. Más bien buscan sostener un nivel de jocosidad más austero pero constante y trabajar sobre la carnadura de los personajes, como sucede en “Ted Lasso”, “Hacks” y “The White Lotus”, por citar sólo los ejemplos que han obtenido mayor suceso de audiencia y crítica.

Es en esas turbulentas aguas de la comedia moderna que se lanza a navegar “El encargado”, la serie de Star+ que dirige la dupla de Mariano Cohn y Gastón Duprat, consagrados directores cinematográficos que se han arriesgado a incursionar en este formato. Para hacerlo, sin embargo, han apelado un elenco encabezado por Guillermo Francella, quien como representante de la vieja escuela requiere de un esfuerzo extra para no quedar asociado a los personajes que popularizaron su imagen. Difícil, entonces, innovar sin caer en la tentación de dotar al protagonista de ciertos tics que acarrea de anteriores papeles.

Para colmo, es él quien articula el eje de la acción, porque está a cargo de ese conventillo chic que es un edificio de un barrio de clase alta porteña, donde el Eliseo de la ficción tejerá y destejerá sus entuertos a lo largo de once episodios de alrededor de media hora cada uno. En su búsqueda de trazar un diagnóstico de la sociedad argentina contemporánea, “El encargado” no logra evitar el maniqueísmo y, a la vez, complejiza el extremo la psiquis de quien narra los acontecimientos. Pero lo que quizás sea más grave es el retaceo de la cuota hilarante, que hubiera sido fundamental para levantar la puntería.