Por Felipe Osman
El lanzamiento de la candidatura provincial de Martín Llaryora, puesta a rodar ayer por el mismísimo gobernador, ha acelerado el metabolismo de un PJ que, a decir verdad, ya había empezado a levantar sus pulsaciones hace un par de semanas.
Cumplida la formalidad de investir el delfín, la atención se concentra ahora en despegar la incógnita en el segundo término de la fórmula: el candidato a la vice.
Las especulaciones no han sido pocas en este sentido, aunque la constante que las atraviesa a todas es que el (o la) ladero de Llaryora deberá aportar votos.
Con ese horizonte, y teniendo en cuenta el veto que Juan Schiaretti ha puesto sobre cualquier dirigente emparentado con el kirchnerismo, la mirada se ha posado sobre algún intendente, uno que aporte votos y territorio, y rápido ha llegado el nombre de Juan Manuel Llamosas, intendente de la segunda ciudad de la Provincia.
Junto a esa variante, y en consideración casi desde 2019, está el nombre de Natalia de la Sota. La diputada fue protagonista de la última campaña y porta uno de los apellidos con más peso de la política cordobesa.
Sobrevuela además la posibilidad de que el peronismo decida dar una nueva señal de apertura y defina una fórmula con un extra-partidario en el segundo renglón.
Ahora bien, dentro del oficialismo provincial, muchos no se conforman con que las posibilidades queden reducidas a ese grupo, y entienden que los posicionamientos para la vice son prematuros, ya que en buena medida esa decisión estará atada a los acuerdos nacionales/provinciales a los que el Centro Cívico pueda llegar.
Lo explican en un interés de los dirigentes de posicionarse en un momento de debilidad relativa del gobernador, después de que su gestión haya sufrido algunos reveces, particularmente en las áreas de Salud y Seguridad, y en un contexto de cierto desorden en lo político, con un gran pelotón de intendentes disconformes por la negativa a habilitar la re-re elección en sus localidades, un proceso de renovación que por naturaleza conlleva re-encuadramientos internos, y la inevitable cercanía del final del juego provincial de Schiaretti.
Sin embargo, a este escenario oponen fundamentos más que atendibles para justificar por qué la palabra del gobernador será determinante a la hora de definir la fórmula y construir las listas.
Por un lado, destacan la injerencia que el Centro Cívico ha tenido en la gestión municipal a través del financiamiento de obra pública, especialmente a través de la firma de docenas de convenios de colaboración.
A modo de ejemplo, mencionan el Convenio de Colaboración en el marco del programa “Más Vida Digna”, que implicó una inversión de $320M de la cual el municipio reembolsará un 75%; el Convenio para la Ampliación de la Capacidad de Tratamiento de Líquidos Cloacales y Construcción de Colectores para Barrios Ciudad y Urbanización de Barrios Populares, con un presupuesto inicial de $1.896 M del cual el municipio pagará un 50% a través de retenciones de coparticipación futura; el Convenio para la Urbanización y Regularización Dominial de Barrios Populares con un presupuesto de $4.185 M del cual el municipio pagará un 30% con retenciones de coparticipación futura (y también será parcialmente financiado por el Fo.Na.Vi.); otro similar por un monto de $2.000M de los cuales el municipio también pagara un 30% con coparticipación futura; el Convenio para la Ampliación de Recursos Tecnológicos en Materia de Prevención de Contravenciones (Domos de Seguridad); el convenio de “Rutas Seguras” que prevé la instalación de 8.000 luminarias; el convenio de colaboración para construir la Ciclovía Elevada, con un presupuesto de $777M de los cuales la ciudad financiará el 50%; y un largo etcétera.
“Si la mejor campaña es la gestión, la está pagando El Panal”, exageran los peronistas disconformes, antes de destacar también el rol preponderante que Schiaretti deberá cumplir durante la campaña, para potenciar la imagen del intendente capitalino en el interior y sembrar confianza entre los sectores productivos que siempre han acompañado al gobernador, y ahora se preguntan si pueden guardar la misma confianza en su delfín.
Sobre esos cimientos, entienden que la definición de la vice, además de llegar bien entrado el año próximo, será potestad casi exclusiva de Schiaretti, y de no acomodarse a un acuerdo nacional y/o provincial para sumar por fuera e incomodar a la oposición, será ocupada por un dirigente puro del gobernador.