Medidas en cuentagotas y el fondo de la cuestión en espera

Massa pidió a la oposición no temer conversar con el oficialismo para buscar salidas a la crisis. La convocatoria llega tarde y mal. Debería ser el Presidente el responsable de hacerla y, además, deberían alinearse todos los integrantes de la alianza oficialista para que no suceda que uno llame y otro pegue.

Por Gabriela Origlia

Sergio Massa

Sergio Massa lleva casi tres semanas como ministro de Economía. Sigue la misma guía que sus antecesores de este Gobierno, medidas sueltas. No hay plan, tal como hace más tiempo dijo el presidente Alberto Fernández que no le gustaba. Con Gabriel Rubinstein, finalmente designado ayer viceministro, Massa continúa ocupando el centro de la escena. Dice conceptos en los que no se puede no estar de acuerdo pero los cómo siguen en la lista de espera.

El recorte del gasto público espera definiciones. Hasta el momento está el congelamiento de las designaciones (que viene de los días de Silvina Batakis) y el laberinto de la quita de subsidios a las tarifas que, por la altura del año en que se dispuso, tendrá un efecto marginal. Para el 2023, a pesos de hoy, el ajuste sería de alrededor de 0,4% del PBI. Es la mitad de lo que se diseñó originalmente.

En ese contexto, el Ministro prepara su viaje a Estados Unidos para reuniones con organismos internacionales y con bancos y también con potenciales inversores para el litio y el petróleo. En paralelo negocia el Repo por unos US$5000 millones con tres grupos internacionales (uno de Asia, uno europeo y uno de Estados Unidos). «Los tres hicieron ofertas y estamos planteando que unifiquen las propuestas para recompra de deuda y para fortalecimiento de reservas», explicó. No dio más detalles, por ejemplo sobre el costo de ese endeudamiento o las garantías que piden.

Fernández se concentra en estas semanas en el interior; hace recorrida por provincias y en sus participaciones en eventos regionales -como el de la Celac, donde defendió a Cuba y Venezuela- su discurso tiene un sesgo diferente al de su Ministro.

Dólares, la aspiración 

Horas después de que la CGT en su protesta apuntara contra los empresarios por la inflación y Pablo Moyano le reclamara al presidente Alberto Fernández “poner lo que hay que poner”, los ministros Eduardo “Wado” de Pedro y Massa le pidieron al denominado “círculo rojo” conversar para llegar a acuerdos que generen inversiones e ingresen dólares al país.

La falta de dólares se da en un año récord de divisas por exportaciones. Un trabajo de Juan Garzón del Ieral de la Fundación Mediterránea -conforme a estimaciones propias, basadas en saldos exportables de granos, precios futuros y estacionalidad del comercio- el 2022 podría cerrar con un flujo de agro-dólares (incluye granos, sus derivados, carne bovina y lácteos) cercano a US$ 49.500 millones, la marca más alta de los años recientes (13% más en la comparación interanual).

Este crecimiento estimado en las exportaciones agroindustriales del año se explicaría completamente por suba de precios externos (17% más altos), dado que las cantidades operadas se estarían reduciendo, en promedio, 3,4%.

“La noticia se agrava considerando que, según el análisis de lo sucedido en últimos cuatro años, desde 2019 hasta esta parte, se está colocando en el mercado externo la misma cantidad de productos (con algunos cambios de composición de canasta, por caso, se exporta más maíz y trigo, pero menos soja y derivados)”, señala el reporte.

Agrega que, para lo que resta del año, una parte relevante de las exportaciones agroindustriales totales, considerando también saldos exportables y cierta normalización en la comercialización de granos, el flujo de dólares a ingresar en próximos cinco meses rondarían los US$ 14.200 millones, un promedio de US$ 2.800 millones mensuales. Garzón advierte que, en caso de continuar muy ralentizada la venta de la soja, la cifra sería menor, probablemente no muy diferente a la observada el año pasado: US$ 12.600 millones, unos US$ 2.500 millones mensuales.