Por Eduardo Dalmasso*
Reseña
Nos referimos a la problemática de los objetivos de carácter estratégico, al peligro de tomar aspectos segmentados de la realidad, ésta siempre dinámica, el creer en la estabilidad de los comportamientos, la falta de profundización y seguimiento adecuado respecto a las consecuencias de decisiones complejas e incluso el peligro al que nos expone nuestros modelos mentales.
La realidad: un mundo incierto
Los científicos refiriéndose a los ajedrecistas, expresan que lo que los hace muy buenos es la búsqueda permanente de sus propias debilidades: la práctica del ajedrez no los convierte en escépticos, sin embargo, tienen conciencia que las fallas son siempre posibles. En el mismo tenor: el especulador George Soros, (La Alquimia de las Finanzas) cuando hace una apuesta financiera, no deja de buscar ejemplos que demuestren que su teoría inicial es falsa. Esto pensamos, lo hace porque conoce que los humanos somos falibles y que la soberbia puede llegar a ser muy onerosa. De lo anterior se desprende que la auténtica confianza en uno mismo se visualiza: en la capacidad de observar el mundo sin necesidad de encontrar signos que halaguen el propio ego.
Una vez que en la mente habita una determinada visión del mundo, se tiende a considerar solo los casos que demuestren que se está en lo cierto. Esto significa que la acumulación de información, nos sirve para justificar nuestras ideas. Es más pudiera ser muy peligroso. Al respecto, Nassin Taleb en el Cisne negro:
“Cuánto más aleatoria es la información, mayor es la dimensionalidad y por consiguiente más difícil de resumir. Cuanto más se resume, más orden se pone y menor es lo aleatorio. De aquí que la misma condición o necesidad que nos hace simplificar nos empuja a pensar que el mundo es menos aleatorio que lo que realmente es”
Se necesita un esfuerzo considerable para ver los hechos, recordarlos, describir el proceso captado al tiempo que se suspende el juicio y se huye de las explicaciones. De ello las dificultades para aceptar los preceptos de los antiguos escépticos acerca de la suspensión del juicio. Por supuesto es importante ubicarnos sobre la naturaleza de las cosas y hechos que requieren de nuestra atención.
El juego mental siempre debería plantearse entre lo que se ve y lo que no se ve. Observemos qué si los efectos positivos de una acción recaen sobre el sujeto, nuestro aprendizaje será rápido. El tema está que las consecuencias positivas son fácilmente visibles por estar ligadas en general a un efecto causal buscado; el problema radica en el efecto de las negativas, que justamente no son fácilmente visibles por no ser inmediatas y que puede ocasionar un serio coste a los actores y al resto de la sociedad.
Sobre la gimnasia del pensamiento crítico
El pensamiento crítico de Karl Popper sostiene que la verdad es una búsqueda de carácter permanente y que es fundamental distinguir este concepto, del de certeza, lo que nos conduce a observar la lógica de su razonamiento apoyada en dos elementos fundamentales:
a) La humildad respecto a lo que realmente se conoce.
b) Una actitud crítica que permite la búsqueda del aprendizaje permanente.
En consecuencia, asumida esta postura, lo lógico es la búsqueda permanente del error y una mayor claridad sobre los riesgos del enfoque que dará lugar a determinadas acciones y decisiones. Aceptemos, que toda visión y enfoques sobre decisiones a tomar implica un núcleo de hipótesis sobre el cuadro de situación y consecuencias posibles de las decisiones, y que explícitas o no estas subyacen en el teatro de operaciones que se trate. A partir de este enunciado y volviendo a Popper por lo que significa en los planteos estratégicos de cierta complejidad, la importancia de su metodología en el desarrollo de alternativas que faciliten decisiones mejor fundamentadas:
a) Las nuevas hipótesis deben explicar con éxito todas las cosas que explicaban las hipótesisantiguas.
b) Debe evitar al menos algunos de los errores de la antigua hipótesis; es decir debería afrontar, algunas de las pruebas críticas que no pudo validar la antigua.
c) Debería explicar, a ser posible, cosas que no pudieron ser explicadas o predichas mediante la antigua hipótesis.
Los tres puntos revelan que lo importante para quien desee nutrir su capacidad de desarrollar el pensamiento de carácter estratégico, es adoptar el ejercicio de la duda dentro de un criterio sistemático, y que aunque en su carácter de líder las decisiones le sean inherentes, precisamente por la responsabilidad propia del que conduce, este no puede dejar de considerar su carácter falible, y el propio margen de error que las mismas conllevan.
En síntesis, solemos mostramos arrogantes con lo que creemos que sabemos, pensamos que una serie de hechos nos demuestran el valor del comportamiento respecto a sus consecuencias.
Creemos que la predicción en la práctica se ajusta a un modelo cerrado, cuando en el mundo que nos insertamos la complejidad en su propia dinámica puede provocar resultados inesperados. Si es que no estamos atentos a lo que no dominamos. En este punto, juega la riqueza cultural, el conocimiento de la dinámica del mercado, de las tecnologías, de la estructura social y de la historia. Estoy hablando de las fuentes de alimentación necesaria para que el método adquiera valor. Sin duda en este plano también se requieren estrategias de transformación. Ejemplo, la lucha contra el narcotráfico o el fenómeno de la desnutrición creciente en las clases menos favorecidas.
Maquiavelo y el liderazgo estratégico
Importante observar la confluencia intelectual de dos teóricos de las finanzas, Gorge Soros y Nassin Taleb, con el pensador Florentino acerca de lo fundamental del concepto de incertidumbre. Vale decir: valorizan la imposibilidad de la previsión cierta con el mismo tenor de seriedad y respeto con que Maquiavelo, abordaba dentro de las posibilidades de crecimiento del poder del príncipe a la “Diosa Fortuna “
Este respeto por la Diosa Fortuna o los imponderables de ninguna manera en la pluma de estos autores aparece la negación de la necesidad de prever el destino, todo lo contrario, justamente porque hay hechos (fratales en la jerga del caos) difíciles, fortuitos, es que la inteligencia de quien aspira a conducir debe nutrirse no solo de una educación de carácter técnico, sino de aquella que responde a la educación de corte liberal. Dicho de otra manera, sin una cultura abarcadora lo técnico no alcanza para evaluar lo que estaría fuera lo normal. Maquiavelo al respecto escribió:
“En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.
Recordemos que nuestra visión sobre el futuro de los acontecimientos contribuye a moldear dicho futuro ya que el supuesto es lo que guía nuestros pasos. El tema está en que esa previsión en etapas de ebullición y de cambio exige salir de los esquemas formales por lo que el ejercicio de flexibilizar los modelos mentales se torna fundamental.
*Dr. En Ciencia Política (CEA-UNC) . Editor del Blog Miradas Políticas y otros enfoques. Profesor de pos grado.