Sabemos cómo terminará esto

Por muchas figuras del básquetbol que se sumen al elenco y por mucho empeño que le ponga Adam Sandler para convencernos con su faena actoral, todos conocemos muy bien qué pasará con el héroe de “Garra” porque hemos visto infinidad de películas con idéntica estructura.

J.C. Maraddón

El arte y el deporte han representado tablas de salvación para muchas personas que nacieron y crecieron en un contexto negativo, y que impulsadas por una vocación a toda prueba sortearon uno a uno los obstáculos que se interponían entre ellas y sus sueños de gloria. Por supuesto, los casos en que estos desclasados logran su objetivo son excepcionales. La mayoría de ellos fracasa en el intento y debe retornar sin remedio al punto de partida, cargando con la cruz de no haber podido convertirse en uno de los que consiguió, con esfuerzo y talento, asomarse más allá de sus limitaciones.

Sobran los ejemplos de cantantes que surgieron de hogares acuciados por la pobreza, la marginación o la violencia. Ni qué hablar los jugadores de fútbol, que en algunos casos se crían en la miseria en un barrio marginal, hasta que algún club los descubre y los ficha en la plantilla de sus divisiones inferiores, donde entrenarán y competirán con otros que también sueñan como ellos con ser campeones. A ese camino que va del anonimato a la celebridad, se lo recubre de una pátina heroica que termina construyendo un relato de leyenda, destinado a animar a quienes se saben desahuciados.

Estas hazañas espectaculares que son protagonizadas por seres humanos a los que la gente termina adorando como semidioses, conforman un caldo de cultivo para narraciones literarias o cinematográficas, que pueden estar o no extraídas de acontecimientos reales. Así como el público idolatra a quienes vencen la adversidad para ser estrellas, también los libros y los filmes donde se cuentan ese tipo de historias tienen enormes probabilidades de redondear un suceso. Y a eso lo saben muy bien quienes invierten fortunas en la industria del entretenimiento con la pretensión de que ese dinero vuelva, multiplicado, a sus bolsillos.

Hace algunos meses, cuando las luces de Hollywood señalaban el camino al Oscar, comentamos por aquí la película “King Richard”, que constituye una evidente muestra de ese formato al que se ha apelado tantas veces. Un padre de extracción social humilde, promueve a cualquier costo la carrera tenística de dos de sus pequeñas hijas, Venus y Serena Williams, que luego arrasarán en los torneos internacionales y se consagrarán como las mejores raquetas del mundo. En aquel entonces, señalamos que este largometraje reciclaba la antigua fábula del sueño americano, sin dejar constancia de todos los aspirantes a tenistas que nunca tuvieron la chance de lucirse en los principales courts.

Con idéntica intención, aunque esta vez apelando a un argumento imaginario, el realizador Jeremiah Zagar dirige “Garra”, un filme que tuvo su estreno en Netflix a comienzos de este mes y que fue lanzado como uno de los tanques de esa plataforma para esta temporada. La disciplina elegida en esta ocasión es el básquetbol, una de las favoritas de los estadounidenses, cuya NBA es catalogada como la liga más exigente del planeta. Como reclutador de nuevos talentos, el rol central es asumido por Adam Sandler, tan querido como odiado entre las grandes audiencias.

Un verdadero as del baloncesto, el español Juancho Hernangómez, actúa en “Garra” como un amateur al que Stanley Sugerman (Sandler) descubrirá por casualidad y tentará para medirse con los mejores del básquet estadounidense. Por muchas figuras de ese deporte que se sumen al elenco y por mucho empeño que le ponga Adam Sandler para convencernos con su actuación, todos sabemos muy bien cómo terminará esto porque hemos visto infinidad de películas con idéntica estructura. Como en “King Richard”, donde una biografía auténtica es representada por actores; y como en “Garra”, donde para redondear una trama ficticia se convoca a jugadores profesionales.