J.C. Maraddón
Los críticos de cine coinciden en señalar que en la edición del Festival de Cannes que finalizó el sábado pasado, las estrellas no han sido las actrices ni los actores que desfilaron por la alfombra roja, tampoco los directores que fueron premiados por sus filmes ni las luminarias del ambiente cinematográfico que engalanaron las veladas con su presencia. Esta vez quienes concentraron la mayor atención fueron los influencers, que debutaron como protagonistas de un encuentro anual cuyo sponsoreo corrió este año por cuenta de TikTok, la red social que es furor entre los jóvenes y que permite postear videos de corta duración.
El tradicional glamour de las galas dejó paso entonces a la irrupción de estos nuevos personajes dentro de la fauna del jet set, que disfrutan de su gran momento a pesar de que son conscientes de la fugacidad de su éxito. Es el signo de una época marcada por avances tecnológicos que han puesto patas para arriba muchas tradiciones, entre otras las de este festival de cine que estaba celebrando sus 75 años y cuyos organizadores no dudaron en aprovechar la oportunidad para abrir paso a la renovación de tendencias en el arte audiovisual, haciendo caso omiso a las opiniones en contrario.
Entre las novedades incorporadas en 2022 se destaca la del insólito auspiciante que, por añadidura, lanzó un concurso propio como parte de las variadas competencias fílmicas que se desarrollan en Cannes mayo tras mayo. Se trata del TikTok Short Film Festival, un polémico certamen que convocó a participar a tiktokeros de todo el mundo, a través de cortometrajes de menos de tres minutos y que contó con un jurado presidido por el realizador camboyano Rithy Panh e integrado, entre otros, por Khaby Lame, un famoso usuario que posee más de 100 millones de seguidores.
Tras ciertas desavenencias entre Rithy Panh y la compañía TikTok, finalmente se decidió otorgarle el Gran Premio a “Kitte kitte iino?” (¿Está bien cortar árboles?), una pieza del japonés Mabuta Motoki (@lang_pictures) que gira en torno al uso de la madera para la realización de objetos artesanales. Sin duda, más allá del criterio estético, detrás de este galardón se esconde también un propósito humanitario, que tiene que ver con alentar la toma de conciencia acerca de la tala indiscriminada que provoca la desforestación de regiones fundamentales para el equilibrio ecológico del planeta, como por ejemplo la selva amazónica.
De acuerdo a estas pautas, quizás podría haber corrido otra suerte “La Argentina no es blanca”, un corto del salteño David Gudiño, quien reside en Buenos Aires y expone allí en primera persona los prejuicios que subsisten en nuestro país contra las personas que poseen rasgos heredados de los pueblos originarios. Aunque no figuró en la lista de los premiados, este breve filme subido a TikTok el 6 de abril le permitió a su autor concursar en el evento y visibilizar la causa del colectivo “identidad marrón”, al que Gudiño adhiere, cuyo propósito es “debatir sobre el racismo estructural en Latinoamérica”.
En tanto los nostálgicos de aquellas pomposas ediciones del pasado lloran su pena recordando un brillo que no encuentran en el presente, esta vocación de Cannes por adecuarse a los tiempos que corren ofrece perspectivas que van mucho más allá del mero negocio. Aunque haya sido en un apartado al que se podría catalogar como marginal, el TikTok Short Film Festival se alejó del lujo y la ostentación tan añorados, para promover causas que preocupan hacia el futuro. Estas flamantes celebridades serán entonces bienvenidas si, a su paso, dejan un mensaje que posibilite generar condiciones para garantizar un mundo mejor.