Un relanzamiento más y van…

El Presidente Fernández prevé hacerlo en la Antártida el próximo miércoles 25. Ya hubo otros intentos en su gestión pero sin cambios de fondos. El descontento social condiciona sus planes de ser nuevamente candidato. La mirada está puesta en si cambiará las políticas.

Por Gabriela Origlia

Los albertistas preparan un nuevo relanzamiento de su líder. Sería el próximo miércoles 25 en la Antártida, a donde irá el Presidente si las condiciones climáticas se lo permiten. La semana pasada cerró con un acto en la Uocra para apoyarlo. No es una novedad que las administraciones siempre necesitan aire nuevo; los años de gestión siempre desgastan cualquier organización. Es cierto que Alberto Fernández ya intentó otras veces reinventarse ante una sociedad descontenta.

Este mes marcó una caída de popularidad del Gobierno que, ciertamente, hace pensar que se requiere un relanzamiento para tratar de modificar el humor social cuando falta un año y medio para las elecciones. El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que elabora desde noviembre de 2001 la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella reveló que, este mes, el índice fue de 1,30 puntos, con una disminución de 9,3% respecto a abril. Es el valor más bajo de la gestión de Fernández.

Después de la derrota de las legislativas y la carta crítica de la vicepresidenta Cristina Fernández se planteó uno en la reunión con los gobernadores que salieron a contenerlo en La Rioja; cuando el Presidente prometió anunciar una “guerra” contra la inflación, se especuló con otro relanzamiento.

Hasta ahora solo hubo acumulación de internas. Ningún relanzamiento implicó un cambio en las políticas instrumentadas; a lo sumo hubo rotación de nombres. La decisión del Presidente fue insistir incluso en herramientas que ya habían fracasado en otras oportunidades. La incógnita para el 25 es si marcará una transformación de esa estrategia o se tratará de mostrar más fortaleza en la interna de la alianza gobernante.

La inflación, dicen en la Rosada, comenzará a desacelerarse en la segunda mitad del año. Claro que esa desaceleración no pareciera correr el piso anual del 60% que ya fijaron los analistas. Hoy los funcionarios se concentrarán en mostrar los nuevos diseños de los billetes con un cambio de caras pero no de denominación que es lo que necesitan por cómo perdieron valor. Los $100 de 2002 equivalen ahora a 98 centavos.

En Ucrania, el país invadido por Rusia y en guerra desde marzo, proyecta una inflación anual de 20%. La Argentina la triplicaría pero, cada vez que un funcionario habla, responsabiliza en parte a esa guerra de la suba de los precios locales.

El viernes el esquema de controles de precios pasó a la órbita de Martín Guzmán; hasta entonces estaba en la de Matías Kulfas. Esa es una de las políticas que se ratificó en la “guerra” contra la inflación. También se verá si Roberto Feletti sigue en el equipo. Hay algunos intentos de “enviados” del Presidente para sondear a posibles nuevos funcionarios. Hasta ahora no ha tenido suerte. En política, en general, cuando los problemas son grandes hay pocos dispuestos a subirse al barco.  Ese mismo día, hubo otro episodio pocas veces visto: un ministro desmintiendo al Presidente.

En medio del conflicto por los subsidios al transporte público del interior, los gobernadores alineados con Fernández salieron a criticar la falta de federalismo. Sergio Uñac (San Juan), Omar Perotti (Santa Fe), Ricardo Quintela (La Rioja) y hasta Gildo Insfrán (Formosa) plantearon que hay más declamación del federalismo que hechos.

El tema llegó a la última reunión de gabinete, donde Alexis Guerrera, ministro de Transporte, pidió a Guzmán más recursos para el interior. Se fue sin respuesta pese a su advertencia que, de no haber más dinero, habrá suba de tarifas. En materia de energía -deudas de las distribuidoras provinciales a Cammesa- tampoco habrá una respuesta de la Nación que conforme a los gobernadores que están pidiendo más plazos y recortes. La deuda acumulada es de unos $330.000 millones; Edenor y Edesur son las que encabezan el listado de morosidad.

En ese contexto y a más de dos años de promesas de gobernar con ellos pero no hacerlo, los mandatarios provinciales prefieren concentrarse en sus propios territorios y mirar las elecciones locales. Obviamente saben que un contexto nacional malo los complica. Apoyan al Presidente pero sin estridencias, solo lo necesario para que no haya más rasgaduras en el edificio del poder central.