Por Yanina Soria
Desde hace varios meses, el peronismo cordobés que responde al gobernador Juan Schiaretti resolvió que jugará el 2023 plantando candidatos propios en todas aquellas ciudades y pueblos donde Hacemos por Córdoba sufrió deslealtades.
Que el partido le siga abriendo los brazos a los arrepentidos que emigraron hacia el Frente de Todos no quiere decir que el PJ Córdoba no vaya a ser implacable a la hora de defender su territorialidad; sobre todo cuando se sabe que la liga de jefes comunales e intendentes propios será la base de apoyo del próximo candidato a gobernador del espacio.
Es por eso que el Panal ya trabaja apuntalando nuevas figuras en distintos puntos del mapa cordobés y habilitando jugadas internas.
De las cinco ciudades más grandes, el peronismo gobierna cuatro y la quinta, Carlos Paz, es conducida por un aliado vecinalista, Daniel Gómez Gesteira, delfín de Esteban Avilés.
Sin embargo, en un peinado fino de las localidades de escudería Hacemos por Córdoba, el gobernador Juan Schiaretti, desde diciembre del 2019, ya no cuenta como propia a la ciudad de Villa María.
Desde que Martín Gill dejó la intendencia para formar parte del equipo nacional del presidente Alberto Fernández esa relación política se fisuró. Recuerdan los más memoriosos a propósito, lo mal que le cayó al mandatario provincial aquella decisión, más allá de que ambos luego supieron preservar las formas en el vínculo institucional. Durante dos años, Gill fue un funcionario clave en el plan de obras de Nación para Córdoba.
No obstante, Schiaretti no le perdonó que, además, el intendente de Villa María en uso de licencia y secretario de Obras Públicas haya sido en simultáneo, el primer candidato a diputado en la boleta del Frente de Todos para las legislativas.
Gill fue parte de la estrategia con la que el kirchnerismo nacional pretendió peronizar lo más que pudo la lista en Córdoba para enfrentarse a la del Centro Cívico con un resultado que ya conocemos.
Pero con el capítulo electoral cerrado y tras un nuevo plantón de los cordobeses a la oferta K, el gobernador dejó en claro que está dispuesto a recuperar la tercera ciudad más importante de Córdoba. El principal reducto K.
Schiaretti no se caracteriza por ser un dirigente confrontativo ni de mucho hablar, por eso al jefe del peronismo cordobés debe interpretárselo, generalmente, a través de sus actos y gestos.
Y lo sucedido esta semana en Villa María dejó en claro que el mandatario provincial no le allanará el camino político en el departamento General San Martín al ahora ex funcionario nacional. Y allí es donde entra en acción su rival interno: el ministro de Industria, Eduardo Accastello.
Como se sabe, sin los votos de los dos ediles accastellistas en el Concejo Deliberante local, esta semana Gill no logró su quinta licencia consecutiva por lo que, pese a todas las gestiones realizadas (incluso a nivel nacional), debió renunciar al cargo para volver a conducir los destinos de su ciudad. De no hacerlo, debía convocar a elecciones municipales, un riesgo que prefirió no tomar. Los villamarienses nunca terminaron de digerir su salto a Nación y muchos menos que su candidato testimonial.
De cualquier modo, pensar que Accastello movió esas fichas en soledad, sería pura ingenuidad política. Detrás del “caso Villa María” siempre estuvo el schiarettismo. Incluso, el propio ministro confesó días atrás que la decisión de no acompañar esa nueva licencia fue del peronismo cordobés.
“Lo decidimos hace unos meses y lo ratificamos, pero también es una decisión del peronismo de la provincia, porque entendemos que Villa María debe tener un liderazgo y para eso es importante que Martín decida si vuelve o se queda como secretario de Obras Públicas”, dijo según reprodujo esta semana El Diario del Centro del País.
Con Gill descendido, Hacemos por Córdoba comienza a dar señales concretas de que intentará recuperar el municipio y que su hombre, hoy, parecería ser Accastello. Un dirigente que, por cierto, en su historial registra un capítulo anti schiarettista importante que sostuvo durante años.
Sólo basta recordar cuando, siendo intendente, acusó a Schiaretti de “no hacer nada por Villa María durante cuatro años” y pidió no votarlo. Luego, lo enfrentó en las urnas como candidato a gobernador por el kirchnerismo en una campaña muy crítica y desafiante hacia el actual mandatario.
Pero como si de algo conocen los peronistas es del sentido de la oportunidad, en el 2018, a poco del fallecimiento del ex gobernador José Manuel de la Sota, Accastello volvió oficialmente a las filas del PJ, se sentó con el gobernador y el por entonces presidente del partido, Carlos Caserio, y desde entonces es schiarettista.
Por circunstancias de la política hoy Gill que ganó en el 2019 con el sello de Hacemos por Córdoba juega en la vereda del frente mientras que Accastello, se muestra ultra oficialista.
Ayer, el ex intendente lanzó por las redes sociales un video -casi spot de campaña- donde ya habla con tono de candidato: “me desvela mi país, trabajo cada día para generar empleo genuino en Córdoba. Pero Villa María es mi ciudad. Por eso ya sea trabajando o en mis tiempos libres, en mi cabeza está Villa María. Qué puedo hacer por la gente y la ciudad, para que sea más pujante y más próspera”.
Según el peronista, la ciudad cabecera del departamento San Martín “necesita tener un liderazgo para detener la caída que hoy se percibe en todos lados”. Accastello está calentando motores para iniciar una carrera que por ahora le habilita el Panal.
De cualquier modo, faltan dos años, es mucho tiempo para la política. Dentro del peronismo schiarettista nadie descarta que Gill pueda terminar jugando adentro en el 2023. Reconocido por muchos como uno de los dirigentes más lúcidos de la nueva generación, habrá que ver cómo se mueve el villamariense en estos últimos dos años de gestión. Por lo pronto, Gill volvió a ser uno de los 427 intendentes que tiene Córdoba.