¿Habrá masa crítica para una oferta de centro en 2023?

Seis de los ocho distritos electorales más grandes del país son gobernados por mandatarios que no pueden reelegir y necesitarán una proyección nacional para no ver disuelto su capital político. Entre ellos, los tres peronistas de la región centro.

Por Felipe Osman

Alternativa Federal no levantó vuelo en 2019. El fuselaje del armado que el peronismo “no K” ensayó en la previa de las últimas elecciones nacionales no resistió las fuerzas de atracción a las que, a uno y otro lado de “la grieta”, lo sometió la polarización entre macrismo y kirchnerismo, y terminó desmembrándose, con Sergio Massa volviendo a las filas del espacio liderado por CFK, Miguel Ángel Pichetto intentando ensanchar la pata peronista de Juntos por el Cambio, y Roberto Lavagna avanzando con un armado reducido junto a Juan Manuel Urtubey.
Sin embargo, y aún desde la distancia que nos separa del 2023, vale hacer un intento por conjeturar el escenario que entonces podría darse y compararlo que el que tuvo lugar dos años atrás, no para vaticinar el futuro, sino para descifrar el presente.
Si consideramos los ocho distritos más grandes del país, que juntos concentran el 70 por ciento del electorado, en cinco de ellos sus gobernadores estaban habilitados para reelegir en 2019: Buenos Aires, CABA, Córdoba, Entre Ríos y Tucumán. Sin descontamos a Santa Fé y Mendoza, cuyas constituciones provinciales prohíben la reelección, solamente el entonces gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, estaba obligado a jugar a nivel nacional para conservar parte de su capital político en su provincia.
En 2023 el panorama será muy diferente. Para entonces, en seis de estos distritos habrá, fatalmente, un recambio: CABA, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza y Tucumán, y entre estos seis estarán los tres gobernadores peronistas de la región centro: Juan Schiaretti, Omar Perotti y Gustavo Bordet.
Ninguno de los seis mandatarios que deberá, casi de manera obligada, hacer una apuesta nacional, está al momento plenamente identificado con las expresiones más radicalizadas de Juntos por el Cambio ni del Frente de Todos, encarnadas, desde luego, por los ex presidentes Mauricio Macri y Cristina Fernández.
Los gobernadores peronistas de la región centro mantienen entre sí puntos comunes que les hacen muy difícil, cuando no imposible, ofrecer un respaldo cerrado al oficialismo nacional sin minar su propia base electoral. Entre ellos, el interés por prorrogar el régimen de fomento a la producción de biocombustibles -resistido por el FdT en un guiño a las provincias petroleras-, las restricciones a las exportaciones de carne y las retenciones agropecuarias, piedra angular del programa económico kirchnerista.
Si atendemos al caso puntual de Santa Fe, en sus dos principales centros urbanos, Rosario y la ciudad de Santa Fe, gobierna el Frente Progresista Cívico y Social, en las figuras de Pablo Javkin y Emilio Jatón. Perotti ganó, en mayor medida, con los votos del interior de la provincia, y no puede descuidar su relación con el campo.
El gobernador santafecino lanzó, algunas semanas atrás, Hacemos Santa Fe, un espacio que se propone hacer valer el peso de los dirigentes provinciales -por encima de los designios de la Casa Rosada- para la confección de las listas legislativas. Y aunque los armadores de Perotti insisten en su filiación al Frente de Todos, el nombre elegido para bautizar el espacio resulta, cuanto menos, sugestivo.
Otro espacio recientemente constituido con una marcada reminiscencia que evoca al oficialismo provincial es el fundado por el senador nacional Carlos Mauricio “Camau” Espínola, bautizado “Hacemos por Corrientes”, en cuya presentación su líder pidió “dejar de lado la grieta”, “aprender de los errores” y “renovar los espacios de decisión”. Espínola, recuérdese, también integró las filas de Alternativa Federal.
Estos elementos se conjugan con otros, entre los principales, la figura de dos dirigentes peronistas que tampoco comulgan con las expresiones radicalizadas del oficialismo y la oposición, y que ya han blanqueado su deseo de competir en 2023, Florencio Randazzo, de buena relación con Lavagna, y Emilio Monzó, de buen diálogo con Pichetto. Dos interlocutores que fueron figuras importantes en la trunca Alternativa Federal.
En suma, intentar hacer una composición de lugar precisa del escenario en que se llevarán adelante las elecciones nacionales de 2023 es lisa y llanamente imposible. Pero si se vislumbran, a la distancia, diferencias capitales.
La primera de ellas, el recambio de autoridades provinciales alcanzará a seis de los ocho principales distritos electorales. Habrá muchos cabos sueltos.
Mientras tanto, especialmente tensionados por la vecindad de la las legislativas y la conformación de las listas, oficialismo y oposición atraviesan un momento en el que las diferencias internas se hacen mucho más visibles, revelando las hendijas por las cuales ambos frentes podrían fracturarse y dejar desprendimientos que alimenten, en el futuro, una oferta electoral distinta, una suerte de reversión de Alternativa Federal. El interrogante será, entre otros, si serán suficientes para conformar una masa crítica capaz de resistir los efectos de la polarización o si, por el contrario, kirchnerismo y anti-kirchnerismo seguirán imperando.