Caen las inversiones y arrastran las importaciones

En la Argentina las importaciones vienen cayendo desde hace muchos años. El pasado bajaron casi el triple del descenso total mundial (casi 14% contra 5,5%). Esa conducta obedece a diversos factores: recesión, límites administrativos gubernamentales, carga arancelaria, políticas públicas generales, entorno complicado, decisiones empresariales. La matriz productiva nacional requiere de importaciones para producir; en los últimos 20 años la balanza comercial industrial fue siempre deficitaria, salvo en plena crisis del 2002 cuando arrojó un saldo positivo de US$ 454 millones. A mayores niveles de producción, más rojo.

Un trabajo de Marcelo Elizondo, de la consultora DNI, señala que las importaciones sumadas de todos los países equivalen 29,76% del producto mundial. En Latinoamérica y el Caribe –región de la Argentina- llegan a 23,3% del Producto Bruto. Pero en el país solo equivalen al 15,2% del PBI, lo que evidencia lo “cerrada” que es la economía local.

Las importaciones se componen de diversos bienes y servicios. Ente esas compras de bienes históricamente alrededor de 40% estuvo formado por los que se usan para la inversión: bienes de capital en las importaciones incluyen máquinas, equipos industriales, material eléctrico y aparatos mecánicos, aparatos productivos varios, instrumentos maquinizados, tecnología, las piezas y partes para bienes de capital (que incluyen componentes de máquinas, equipos eléctricos, etc.).

En la Argentina está ocurriendo que el descenso de las importaciones año a año es crónico y, en ese segmento, el de bienes para la inversión es aún mayor: el porcentaje de las importaciones dirigido a inversión en 2020 fue el más bajo de la década. Y es de un reducido nivel apenas comparable con el de los pobres años 80 del siglo pasado.

Efectivamente: las importaciones el año pasado (después de caer gradualmente en un decenio de modo marcado) fueron nominalmente 42% más bajas que en 2011; pero es “aún más grave” que las importaciones dirigidas a la inversión cayeron en ese decenio 48,2%. DNI indica que si se consideran específicamente los bienes de capital (que se dirigen a nueva inversión) la diferencia entre los resultados del 2011 y los del 2020 (una década de diferencia temporal) es de casi 50% (49,21%).

Así, la porción de importaciones para inversión fue en 2020 extremadamente baja, pero también lo fue en 2019 y en 2018. Lo grave, a criterio de Elizondo, es que el año pasado hubo una marcada baja en general y en especialmente los bienes para la inversión en particular.

La participación de la inversión en las importaciones superó 40% en los registros en los años siguientes desde 1995, incluyendo 2010, pero cayó a menos de 40% en años varios desde 2011. Se recuperó aquel nivel por encima de 40% puntualmente en 2015, 2016 y 2017 y desde allí descendió nuevamente y llegó al bajísimo nivel de 35,33% de 2020. Las importaciones fueron menores a las de 2011 en US$13.922 millones (comparando así las de 2020 con las del inicio de la década).

Ahora bien: si se comparan las diferencias entre los dólares dirigidos a importaciones en 2011 (o aun en 2013, el año récord de importaciones, con cifras parecidas a las de 2011) y las cifras de importaciones para la inversión de cada año luego de 2011 durante toda la década referida sumadas, se obtiene una diferencia que permite detectar la suma total de dólares por importaciones no concretadas (en la década).

Hecha esa adición y comparada con las importaciones para la inversión de aquel año (2011) se puede obtener un importe acumulado que cuantifica las menores importaciones para inversión. Esa adición de “importaciones/inversión no obtenidas” es de US$41.219 millones. O sea: esa es la cifra de menores importaciones dirigidas a la inversión entre 2012 y 2020, sumados, en relación al nivel alcanzado en 2011.

La inversión no se compone solamente con importaciones pero tiene en las importaciones un relevante componente. La inversión en el PBI en Argentina viene en descenso (desde niveles bajísimos) desde 15,2% (en 2017), pasando por 14,7% (2018); luego descendiendo a 13,5% (2019); y -más- a 12,6% (primer trimestre 2020) y hasta a 9,5% (segundo trimestre 2020). Es decir, en los últimos años siempre por debajo del 16% que es la tasa que se entiende que se requiere para mantener capital (por debajo de esa tasa se produce destrucción del capital).