Sin plan, se extiende la incertidumbre y los problemas

Por Gabriela Origlia 

Los datos de la actividad económica de abril, aun antes de la vuelta a fase 1 en casi todo el país, marcan que hay una desaceleración respecto al inicio del año. Obviamente, las limitaciones que se impusieron y las que pueden venir impactarán más en la actividad. En ese contexto, en el Gobierno siguen los tironeos internos que escaso favor le hacen a cualquier posibilidad de recuperación. Así se llega al vencimiento hoy de la deuda con el Club de París. La institución daría un plazo de gracia pero con condiciones.

El ministro de Agricultura, Luis Basterra, no participó en la decisión de cerrar las exportaciones de carne; su par de Economía, Martín Guzmán, está acosado por el kirchnerismo duro no sólo con proyectos en el Congreso sino con documentos como la proclama patria con motivo del 25 de mayo en la que dos mil dirigentes exigieron la suspensión de los pagos de deuda al Club de París y al Fondo Monetario Internacional bajo la consigna «Primero la salud y la vida, después la deuda».

La secretaria de Comercio Interior, Paula Español, sigue intentando controlar la inflación con los controles de precios y viralizando imágenes de cómo inspecciona el cumplimiento de la ley de Góndolas con un metro en una góndola de supermercado. Mientras tanto, los datos privados sobre la inflación de la tercera semana de este mes vuelven a marcar luces de alarma: la suba de precios de los alimentos promedió 1,64%, acelerándose 1,23 puntos porcentuales, respecto de la segunda semana del mes.

En ese clima Guzmán –que permanece en el Gobierno pese a los tironeos y desautorizaciones-intenta avanzar con sus negociaciones internacionales. El presidente Alberto Fernández dijo que sumó el apoyo de la alemana Angela Merkel a esas gestiones; el comunicado alemán no lo menciona. La canciller lleva escuchando los mismos pedidos de funcionarios argentinos hace 15 años (este es el último de ella en el cargo) y siempre les recordó que las reglas del Club de París estaban para ser cumplidas.

Entre tanto ida y vuelta y sin que nunca aparezca un plan, un GPS que marque una dirección, la solución no está a la vista para la economía argentina. Los meses van pasando y la impresión es que la zanahoria siempre se corre. Pero se corre internamente. Primero era acordar con los acreedores y presentar el proyecto, después era negociar con el FMI y cerrar en abril, antes del vencimiento del Club de París. Nada se cumplió. Las conversaciones siguen con el Fondo que ya dejó en claro que la pelota está en la cancha argentina.

El punto es que no sólo lo pide el FMI sino los argentinos que generan trabajo, que producen y que resuelven si invertir o no. Las promesas incumplidas pesan. Incluso aquellas de que este otoño toda la población de riesgo argentina estaría inmunizada. La economía –como la vida toda- depende de la velocidad de vacunación. Los confinamientos por sí solos no alcanzan para resolver el problema sanitario (toda experiencia muestra que deben estar acompañados de testeos y dosis) y a la actividad la desarman.

Las ayudas de la tarjeta alimentaria y del Repro son una gota en el mar; los afectados piden más y el Estado no tiene cómo responder. La vuelta del ATP y el IFE no está en los planes. A las miles de empresas que ya cerraron se suman otras miles que agonizan.

La Argentina no tiene financiamiento. Sólo ingresan los dólares que trae el campo y el Gobierno parece decidido a seguir eligiéndolo como enemigo. Los líderes europeos pueden apoyar una extensión de los plazos de pago pero a cambio de algo: un proyecto que muestre para dónde se va. Nadie firma cheques en blanco en el mundo.

«No hay plata, la economía argentina está toda rota y la gente se está cagando de hambre». La descripción la hizo Emmanuel Álvarez Agis, exviceministro de Economía de Axel Kicillof cuando el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires estuvo al frente de la cartera de Hacienda durante la presidencia de Cristina Kirchner. Y agregó: “No hay un plan económico». Desde el Gobierno no podrán acusarlo de enemigo ni de liberal.