Por Felipe Osman
La implementación de la Tarjeta Activa, el programa ideado por la Secretaría de Economía y Finanzas para direccionar consumo al segmento de pequeños y medianos comercios -los más golpeados por la crisis-, dio ayer un paso sumamente importante con la firma de un acuerdo entre el COyS, la Municipalidad y referentes del Surrbac para que los empleados del Sistema de Higiene Urbana acepten recibir parte de sus remuneraciones a través de ese medio de pago, como ya lo hacen los funcionarios del “ente”.
En rigor, el acuerdo firmado por los herederos del clan Saillen no tiene efecto vinculante en términos estrictos, por ser la remuneración de cada trabajador un derecho personal exento de quedar alcanzado por las decisiones de la conducción del sindicato. Sin embargo, la rocosa constitución del Surrbac y la obediencia cuasi marcial que los representados ofrendan en él a sus representantes hace que el pacto sellado “arriba” muy difícilmente sea incumplido “abajo”.
Tanto es así, que los acuerdos individuales entre los trabajadores y el COyS para aceptar el pago de 7.000 pesos de su salario a través de la Tarjeta Activa ya han empezado a firmarse, según aseguraron fuentes oficiales. Y el compromiso de que el mismo escenario se replique en las demás prestadoras del Sistema de Higiene Urbano está firme. (Se trata, valga la aclaración, de un monto fijo, a saber, 7.000 pesos por trabajador, y no de un porcentaje sobre el salario de cada uno de ellos).
Ahora bien, la rúbrica de este acuerdo no surte efectos sólo hacia adentro del Surrbac, sino que también los irradia hacia el Suoem.
El sindicato de empleados municipales se adelantó, desde un primer momento, a rechazar la implementación de la Tarjeta Activa. Lo hizo, eso sí, apenas a través de una publicación en sus redes sociales, aunque esto no quita que -al menos testimonialmente- haya fijado su posición en contra del programa.
Con el acuerdo firmado ayer por el Surrbac la gestión juega al juego de las diferencias, mostrando al sindicato de recolectores como ejemplo del “alumno bueno”, que colabora con los propósitos colectivos, en contraste con un Suoem que desde el principio de la crisis se mostró indiferente a aquellos intereses haciendo foco en los propios, sectoriales, que en rigor de verdad tampoco logró, hasta el momento, hacer prevalecer.
Como contrapartida el Surrbac se lleva -hasta donde se conoce- una foto valiosa. Se trata del primer blanqueamiento, desde lo institucional, de su cercanía con la actual gestión, a más de las fotos previas junto a la cúpula del COyS, que acaba de sumar un mérito de peso logrando que el combativo sindicato consienta en “subirse” al programa estrella de la Secretaría de Economía y Finanzas, dirigida por Guillermo Acosta.
Queda por saber cómo repercute esto en otros sectores del peronismo cordobés. Debe recordarse que en tiempos previos las elecciones provinciales de 2019 el Surrbac intentó crear una estructura territorial con merenderos y comedores, y compitió en las elecciones de Centros Vecinales (llegó a ganar el de Villa El Libertador) para condicionar la estructura del PJ. Eso no contentó al viguismo. Y aunque en un primer momento hubo un acercamiento, esa sociedad nunca cuajó, y terminó volando por los aires.
Y aunque en política no hay imposibles, más difícil aún parece que el Centro Cívico termine consintiendo un acercamiento con el clan Saillen, que terminó integrando la bolea del Frente de Todos en las últimas elecciones (sin conformidad del Instituto Patria) a pesar de que el mismísimo Alberto Fernández pidió al primogénito de los Saillen, Franco, que renunciara a su candidatura después de quedar imputado en el marco de una causa por fraude y lavado de activos.
Otro punto a observar será cómo los referentes territoriales del PJ, que debieron dar pelea para defender “su territorio” de los intentos del gremio por hacerse lugar en las seccionales, recibirán la noticia.
Mientras tanto, la gestión encabezada por Llaryora se lleva el puntapié inicial a la Tarjeta Activa.