Por Gabriela Origlia
Desde el Gobierno nacional siguen de cerca la evolución de la pandemia y la posibilidad de una segunda ola porque, con el plan original de vacunación alterado porque las dosis prometidas llegan a cuentagotas, hay preocupación respecto a cómo podría impactar nuevamente en la actividad económica que ya está golpeada desde antes del Covid-19. Están en evaluación una serie de medidas de asistencia económica aunque sus alcances serían mucho más limitados que el año pasado. No habrá Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), ni Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), sino esquemas de menos impacto para las arcas estatales.
También está en análisis ponerle un techo a las paritarias de alrededor del 30% para el año y sin cláusula gatillo. La inflación proyectada por privados es 20 puntos más alta pero esa cifra se alinea con la del 29% incluida en el presupuesto de este año. Es el ministro Martín Guzmán el impulsor y sus compañeros de gabinete apuntan a un acuerdo con la CGT y las centrales empresarias.
En la reunión de gabinete económico, Guzmán dijo que el “pilar central para atacar la problemática inflacionaria es el esquema integral de política macroeconómica” allí se ubican las políticas “coordinadas de precios y salarios” que se buscan establecer este año.
A medida que la cuarentena se fue flexibilizando, la economía mejoró aunque quedan sectores muy comprometidos todavía. El economista Amílcar Collante indica que las mayores dificultades se presentan ahora del lado de la demanda. Los ingresos de los trabajadores se vieron deteriorados por el aumento del desempleo, el recorte nominal de salarios del sector privado y el efecto de la inflación sobre el “bolsillo” de los trabajadores.
Empieza a sentirse lo que desde hace varios meses se venía proyectando: cuando se intenta volver a los niveles pre pandemia de consumo, el dinero disponible no alcanza. El nivel de actividad económica de noviembre -último dato del Indec- es similar al de abril de 2010.
Collante explica que si la economía continúa recuperándose al ritmo de noviembre -1,4% mensual- cuando se mida febrero se podría alcanzaría el nivel pre-pandemia. Mientras que en julio 2021 se alcanzaría el nivel de actividad previo a la recesión que se inició en abril de 2018. Si el ritmo de recuperación fuera más lento, una recuperación de 1% mensual, entonces las fechas serían recién marzo 2021 y agosto 2021, respectivamente. Claro que todo el esquema está sujeto a que no haya nuevos saltos devaluatorios y tampoco una segunda ola de Covid-19 que obligue al Gobierno a retomar las medidas de aislamiento.
A esta situación se llega en paralelo a que las consultoras estiman que la inflación en enero marcará una cifra de entre 3,5% y 4%, en línea con lo que fue el índice de precios en diciembre. El ajuste del tipo de cambio mayorista que administró el Banco Central y un aumento de los alimentos explican la persistencia en el ritmo inflacionario en el comienzo de 2021.
El Gobierno busca con distintos acuerdos de precio evitar subas mayores en los alimentos, el sector con aumentos más críticos en las últimas semanas. Por un lado, reforzó Precios Cuidados, extenderá Precios Máximos, pactó valores para diez cortes de carne hasta fines y marzo y ahora apunta a realizar algo similar con frutas, verduras e insumos básicos de alimentos. Una receta que ya se aplicó en otras oportunidades.
Para el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, la principal causa de la inflación es la disputa entre factores de producción, también señala como principal responsable de las disparadas de precios a los picos a los movimientos bruscos del tipo de cambio. Los analistas sostienen que hay más demanda de pesos lo que podría provocar una presión sobre el dólar. Si fuera así el BCRA se prepara para absorber más.