Schiaretti vice, el sueño imposible del larretismo

Como hace dos años, otra vez los rumores de una candidatura del Gobernador de Córdoba dentro del espacio opositor al kirchnerismo que quiere hegemonizar el Jefe de Gobierno porteño.

Por Javier Boher
javiboher@gmail.com

schiaretti-larretaSi en Brasil todo el año es carnaval, en Argentina siempre es época de elecciones. Aunque la visión para la proyección de políticas públicas rara vez supera el plazo de un año, cuando se trata de futuras elecciones todos ponen el ojo allá lejos. Por eso cualquiera que diga que no está mirando a 2023 es un mentiroso.

Hace unos días trascendió un rumor de que Horacio Rodríguez Larreta habría tanteado a Juan Schiaretti para que lo acompañe como candidato a vicepresidente. El convite no suena para nada descabellado, aunque es difícil saber si es algo real o sólo un globo de ensayo para tantear el terreno.

Primero hay que partir de una premisa básica. Juntos por el Cambio no es un todo orgánico y verticalista, sino que es una coalición poco institucionalizada en la que el único liderazgo claro no alcanza a todos los que están adentro. Mauricio Macri sigue siendo la figura más importante, pero perder la reelección lo ha condenado a ser un aportante de votos a terceros candidatos.

Por debajo, los dos polos de la coalición se debaten entre la moderación de Larreta (acaso lo que más busca el electorado del medio, harto de la grieta, la polarización y el conflicto) y la dureza de Patricia Bullrich, que representa la intransigencia amarilla.

La segunda grieta que divide a JxC es la cuestión que ha condenado a todas las experiencias políticas no peronistas del país, hayan accedido al poder o no: ¿qué se hace con el peronismo?. Macri ganó en 2015 con una buena pata de justicialistas disconformes con el kirchnerismo, que nunca renegaron de sus orígenes. En el giro antiperonista de post 2017 el expresidente fue perdiendo apoyo progresivamente hasta ser derrotado por Alberto Fernández, pese a su intento de reconquista al reclutar a Miguel Ángel Pichetto (y para lo que también se había rumoreado con Schiaretti).

Larreta, uno de los que supo adueñarse de la estructura peronista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entiende que allí hubo un error garrafal de Macri. No se puede ganar (ni gobernar) sin una pata peronista. Si además ese peronista pudiera ser de la provincia menos kirchnerista del país, mucho mejor.

Las conversaciones -independientemente de que cristalicen en un acuerdo electoral como el que se menciona- pueden servir a los fines de Larreta, que está tanteando incluso al socialismo santafesino a través del pragmático Miguel Lifschitz, el de mejor desempeño en las elecciones en las que el socialismo dejó el poder en la vecina provincia.

Una coalición amplia, que incorpore a otros socios que están viendo alejarse el poder quizás sea una forma de recuperar los votos que se están yendo por las formas más burdas de la derecha criolla, que incluyen a todo un buen grupo de gente que reivindica el liberalismo pero odia la libertad. Buscar el centro es empezar a pescar más cerca de la otra orilla.

La gran pregunta sería si Schiaretti -que no puede ir por un tercer mandato consecutivo- aceptaría pegar el salto a un cargo legislativo como el propuesto, alejándose de la gestión de lo provincial. Aunque la boleta diga que es por el poder ejecutivo, la presidencia del Senado es una tarea de armado en el poder legislativo.

Además -y esto es de vital importancia- hay que ver el efecto de tal acuerdo en un distrito que no es antiperonista, pero en el que buena parte de los votos a JxC sí lo es. Es decir, cuánto perdería entre los antiperonistas y cuánto sumaría entre los anti-antiperonistas de la provincia (decir antiradical o antipro sería darle demasiada entidad política a sectores que se definen por oposición).

Finalmente, y no menos importante, es de qué manera pretenderían mantener unidas las filas de cada uno de los espacios en la provincia. Tal acuerdo sólo sería posible con un Schiaretti actuando a título personal, porque suena difícil creer que un partido que tiene una parte importante de sus fuerzas internas empujando para una mayor acercamiento con el kirchnerismo acepte de buena gana hacer campaña por los otros.

De la misma manera, no resulta fácil imaginarse a Negri, Juez, Mestre o De Loredo haciendo campaña por el actual gobernador. Si ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo entre ellos para definir candidaturas, pensar que puedan alcanzar la armonía para encolumnarse detrás de la figura que aprovechó ese papelón de 2019 para hacer una elección histórica los dejaría muy mal parados.

A todos les gusta hablar del cordobesismo y la excepcionalidad de la provincia mediterránea, pero es muy difícil pensar que se pueda armar un gran frente cordobés que milite ‘como provincia’ dentro de un espacio opositor al gobierno nacional, porque sería negarle entidad al resto de las representaciones políticas que hay entre la población.

Así las cosas, no puede haber más realidad en esto que en la supuesta candidatura a senador de Macri como representante de Córdoba. Son cosas más cercanas a la ficción que, sin embargo, pueden ser interpretadas como expresiones de deseo o puntos de partida para la negociación y la rosca política posterior.