Para Sumar, UCR debe superar el “narcisismo de la derrota”

La Liga opositora al tándem Mestre/Negri llamó a redefinir el perfil del partido

Por Alejandro Moreno

La alianza de Marea Radical, Línea Córdoba y Consenso dio a conocer ayer un extenso documento en el que define el perfil que quiere para la UCR, y por lo que competirá en las elecciones internas del 14 de marzo. Críticas a la conducción “personalista” que le enrostran a Ramón Mestre.
“Queremos un radicalismo que gane elecciones y gobierne la provincia”, afirmó el documento de Sumar, Liga interna de la UCR que reúne a los grupos que encabezan Rodrigo de Loredo, Javier Fabre y Javier Bee Sellares.
“La repetición de la derrota a través de un cuarto de siglo –agregó-, nos indica que hay un lado que entiende cómo ganar, el peronismo, y otro al que solo le sale perder”.
En el análisis opositor, se señala que el dúo José Manuel de la Sota-Juan Schiaretti -los peronistas que gobernaron la provincia desde 1999- entendió que Córdoba no es “antiperonista”, sino “no peronista”; que el frentismo suma “potencia electoral”; “que la política es disputa por el poder y no por los cargos”; y que “medidas emblemáticas de gobierno, marketing mediante, redundan en votos”. En cambio, se observa que la UCR fue hacia “un achicamiento sistemático del partido en términos de organización política”; “un personalismo sectario que impidió una renovación generacional”; ideas antiguas; y falta de comprensión de la dinámica electoral de los cordobeses.
“La UCR de Córdoba expresa un gran problema subjetivo: ‘el narcisismo de la derrota’”, sentencia.
Para los sumandos, “en este recambio de autoridades que se avecina, tenemos una oportunidad histórica y generacional para repensar el radicalismo que viene. Necesitamos una reforma política integral y profunda que nos lleve al siglo XXI, sin renunciar a nuestra historia, pero siendo conscientes de que la política se trata más que todo del futuro”.
“Conducir el radicalismo bajo estas premisas –continúan- implica el primer estadío para construir una alternativa superadora al modelo de Hacemos por Córdoba. Modelo que, como dijimos y por diversas circunstancias, resultó sumamente exitoso en términos electorales pero que gestiona mal los recursos públicos de los cordobeses, dejándonos una provincia más empobrecida y cada vez más desigual”.
Los aliados expresaron que tras las elecciones del 2019, la UCR debe actualizarse: “el debate sobre la situación interna del partido ya fue cerrado por la sociedad: no nos eligieron para gobernar, y no sólo eso, nuestro desempeño electoral fue por mucho, peor que en las elecciones del 2015”.
“Necesitamos construir un radicalismo unido, moderno, democrático, descentralizado, republicano, movilizado, transversal, con identidad propia y vocación de coaliciones, con perspectiva de género y listo para gobernar”, definieron.
En ese sentido, manifestaron, en una crítica a la conducción del Comité Central (que preside Ramón Mestre) que “insistir en un individualismo de corte vertical que sistemáticamente imponga su voluntad por sobre las aspiraciones y objetivos de la organización, es apostar por el fracaso colectivo”.
También, reclamaron la modernización, porque “la mentalidad atrasada y tendenciosa de la dirigencia que hoy poseemos, se ha expresado de forma inequívoca en la imposibilidad de implementar una elección interna que prescinda de la presencialidad”. “La única solución que han ofrecido sistemáticamente ha sido el aplazamiento de las internas de forma casi indefinida, replicando curiosamente la misma mentalidad que posee el gobierno nacional para la gestión de la cuarentena: diferir en vez de solucionar”, acusaron.
Para eso, propusieron “la completa digitalización de la afiliación y la implementación de elecciones mediante el voto electrónico, cuyo ejemplo y efectividad ya han dado múltiples países del mundo”. Y, “desde lo territorial modernizar implica que la estructura de los subcircuitos sea eliminada en la organización del departamento Capital”.
Sumar reclamó que desde la conducción “hay que hacerse cargo de la totalidad de las corrientes que hacen a nuestra vida interna, y no dedicarse en forma autista a garantizar la voluntad de un solo grupo por más mayoritario que sea”.
“Lo democrático –agrega el documento- no se completa si el partido no ejerce el poder interno de manera descentralizada. En términos operativos esto significa poner el principio de participación por encima del principio de representación. Para que el radicalismo sea el partido de la participación y la democracia, es necesario que sus afiliados sean los protagonistas de las decisiones más importantes en la institución”.
“Si no superamos la mentalidad cerril que se ha impuesto en la seguidilla de caudillismos y personalismos internos, jamás podremos hacer un partido grande, un partido con suficiente vida interna como para construir poder político que se transforme en energía electoral masiva”, argumenta.

Alianzas
La política de alianzas y la identidad partidaria es un asunto que inquieta a los radicales. Sobre eso, Sumar concluyó que “ha quedado claro que con el radicalismo sólo no alcanza, pero esto no implica afirmar que el radicalismo ya no sirve”. “Ninguna identidad política puede ganar por sí sola en la provincia o en la nación. Podemos discutir mucho por los motivos de esta fragmentación en la lógica de la representación política: lo concreto es que nos obliga a ser más estratégicos que intransigentes. A esto le agregamos que sin una identidad propia y clara, esto sería entregarnos a una asociación política que terminaría por diluirnos como proyecto político”, equilibró.
Finalmente, el trío De Loredo, Fabre y Bee Sellares sostuvo: “queremos proponer un partido ganador. Aunque nuevamente incurrimos en una obviedad casi propia de la estulticia, la psicología de la derrota que ha desarrollado la mentalidad de los militantes y dirigentes del partido, requiere una reflexión”. “Hay que superar el miedo a ejercer el poder, lo cual no significa eliminar la responsabilidad sobre las decisiones que tengamos que tomar, sino por el contrario, tomarlas justamente porque queremos hacernos cargo de esas consecuencias que a veces a primera vista parecen no deseables, pero que en el mediano y largo plazo constituyen las políticas de Estado”, finalizó.