El factor radiofónico

La muerte de Mario Pereyra a los 77 años, víctima de complicaciones de salud a raíz del coronavirus, obliga a reflexionar sobre la importancia de este medio de comunicación en Córdoba durante los casi cuarenta años consecutivos en que condujo su programa “Juntos”.

Por J.C. Maraddón

Foto: Paul Amiune

No hace mucho, se celebró el centenario de la radio en Argentina y la ocasión sirvió para dimensionar la vigencia de un medio de comunicación que tantas veces pareció zozobrar a raíz de la aparición de competidores prodigiosos, y que tantas otras veces sobrevivió a pesar de la furia de los embates. Desde esa popularidad extrema que alcanzó hacia la década del cuarenta hasta su actual amalgama con la tecnología digital, pasando por el desafío que significó el desembarco de la televisión entre los años cincuenta y sesenta, la radiofonía ha podido sortear todos y cada uno de los obstáculos que se cruzaron en su camino.

En vez de debilitar su predicamento, algunas de esas pruebas a las que fue sometida fortalecieron sus ventajas comparativas y trajeron mejoras de calidad en las emisiones que redundaron en enormes beneficios para los oyentes. Esa resiliencia no pasó desapercibida para quienes querían llegar con su mensaje de forma masiva (ya fueran las estructuras del estado, los anunciantes privados o los partidos políticos). Desde esos sectores se siguió financiando las emisoras, porque entendían que era una de las vías más directas de captar la atención de las grandes audiencias.

Y es que la radio supo aprovechar muy bien aquello que la ha distinguido siempre de todo lo que pretendió disputarle el beneplácito de la gente. Mientras la televisión o la web exigen una concentración exclusiva e inducen a sus consumidores a abandonar toda otra actividad para embobarse frente a una pantalla, sintonizar una frecuencia y escuchar allí voces y canciones no impide conducir un vehículo ni realizar cierto tipo de trabajos para los que, por el contrario, la combinación de la música y las palabras imprime una motivación extra, ya que proporciona al receptor esa sensación de compañía que se experimenta aun en la más absoluta soledad.

En los vertiginosos tiempos que vivimos, cuando los investigadores del comportamiento humano advierten que la pelea de los medios electrónicos se concentra en ocupar esos escasos (pero cada vez más valiosos) momentos del día en que no podemos mirar nuestro teléfono, la radio renace como una opción más cálida y menos intrusiva. Sea a través de emisiones online en directo o de contenidos on demand, ese soporte comunicativo que nació hace ya un siglo todavía tiene bastante que aportar y por eso justifica las colosales inversiones que requiere en la actualidad para continuar en funcionamiento.

La muerte de Mario Pereyra a los 77 años, víctima de complicaciones de salud a raíz del coronavirus, obliga a reflexionar sobre la importancia de este medio de comunicación en Córdoba durante los casi cuarenta años en los que el conductor de “Juntos” desarrolló su profesión de manera consecutiva en esta provincia. Su poder de persuasión, reconocido por admiradores y detractores, se remitió pura y exclusivamente a sus intervenciones al micrófono, que siempre encontraron una escucha atenta en taxistas, albañiles, empleados de comercio, amas de casa, oficinistas y todos aquellos que clavaron su dial en Cadena 3 y transformaron a esa sintonía en un suceso.

En un mundo que se apasiona cada día más por acciones como scrollear y hacer clic, y frente al avance de nuevas generaciones cuyo universo se reduce a posteos y likes en redes sociales, cabe preguntarse cuál será el destino de esas ondas electromagnéticas que surcaron el aire a lo largo de la última centuria. Todo indica que, de alguna manera, la radio se las ingeniará para no quedar afuera. Que Mario Pereyra se haya constituido en un factor de poder a través del uso de su voz, deja en claro que utilizó el soporte más adecuado para conseguirlo.