Por Gabriel Marclé
Cinco meses y una pandemia fueron necesarios para desordenar las fichas del tablero político riocuartense. En marzo, el juego planteaba un “jaque” que esperaba la fecha electoral para dar la victoria a un peronismo hinchado de confianza. Nadie esperaba al Coronavirus, pero llegó, trastocando de a poquito la estrategia pasiva de un espacio político que se preparaba para los festejos.
En el presente, las consecuencias del brote epidemiológico llevaron a que la Municipalidad cesara su intención de votar en septiembre. Resta la confirmación de la Junta Electoral Municipal, pero el consenso parece haber llegado de la mano de una creciente preocupación. La población no ha respondido bien al intento de llegar a las urnas en un contexto delicado que superó los 300 contagios en menos de dos semanas.
Los golpes a la Municipalidad llegan especialmente desde la oposición. Hace algunas semanas el candidato de Somos Río Cuarto, Gabriel Abrile, elevó al máximo la intensidad de su estrategia polarizadora. El foco siempre estuvo en la pandemia, pero aparecían otras circunstancias que el candidato radical intentaba utilizar a su favor. Así se fue manifestando un desgaste en la imagen del intendente, quien parecía recibir los golpes sin ejercer resistencia.
Es por eso que no fue llamativo el cambio de actitud de los últimos días, encontrando a un Llamosas más confrontativo a la hora de responder a los cuestionamientos opositores. El intendente y su equipo asesor han definido una postura activa para hacerle frente a las críticas y plantar cara para frenar los golpes.
Todo esto lleva a preguntar si el desarrollo de una nueva etapa de esta campaña récord dará lugar a un enfrentamiento directo entre los competidores más fuertes. Ante un nuevo escenario, los contendientes se muestran a favor de una reedición del debate electoral realizado en abril. Esta vez, esperan contar con la presencia del oficialismo.
Obras públicas, servicios, pobreza, seguridad, trabajo y salud, algunos de los ejes destacados de la agenda política actual que se perdieron en la pandemia. El tópico sanitario dominó la discusión y copó la mayoría de las intervenciones políticas, tanto oficiales como opositoras.
Muy atrás en el tiempo quedó el debate electoral del que participaron seis de los ocho candidatos a intendente. Fue el 13 de marzo, una semana antes que se declarara la cuarentena obligatoria, el comienzo de una realidad que continúa hasta la fecha. Fue la última vez en la que se abarcaron de manera global cada uno de los temas de interés para el electorado. Aun así, el Coronavirus se terminaba imponiendo.
El intendente Juan Manuel Llamosas anunció que no iba a participar para ponerse al frente de la “emergencia sanitaria” que regía por aquellos días. Tampoco estuvo Eduardo Scoppa, ausente por el avance de la problemática. Para entender lo que significó el Covid-19 para el escenario político local, cabe recordar la intervención del candidato Gabriel Abrile, quien solicitó la postergación de las elecciones indicando que en Río Cuarto ya se registraban contagios por Coronavirus. El ruido de sus declaraciones aceleró la puesta en marcha de medidas preventivas, aunque el oficialismo lo tildara de “oportunista”. El tiempo terminó dándole la razón al médico y la Municipalidad llevó a cabo la primera postergación de las urnas.
Más allá de la crisis por la pandemia, el oficialismo había recomendado que Llamosas no participara de aquel primer debate. El aspirante a la reelección confiaba en las consultas que le daban una amplia ventaja sobre sus rivales. Algunos sondeos indicaban que el intendente superaba a Abrile por 20 puntos. No solo eso, sino que desde noviembre de 2019 ya se encontraban planificando las acciones del segundo mandato, con proyectos en fase de aprobación que la pandemia terminó echando por tierra. Estaban confiados.
En estos meses las cosas cambiaron y Llamosas dejó de ser el ganador cantado. Las encuestas lo mantenían arriba, pero las diferencias se acortaron, por decrecimiento del intendente más que por la suba en las preferencias de su principal rival. El cambio de actitud que demostró, acusando de “cobardes” a quienes lo critican desde las redes -en clara alusión al radicalismo de Abrile-, podría llegar como muestra de una nueva estrategia. El desgaste existió, su imagen no es la misma después de la pandemia, pero el Llamosas del presente se muestra más confrontativo.
Al contrario que a comienzos de 2020, la oposición considera que la elección no está perdida y que esta nueva faceta del intendente surge como respuesta a una supuesta cercanía en las encuestas. “Se lo vio nerviosos, enojado. Nos enfrentó por primera vez. Es como cuando el que va ganando no quiere debatir, pero cuando se le acercan cambia de opinión”, deslizó una voz fuerte del proyecto radical. De darse un debate, Abrile quiere un mano a mano contra el intendente.
El que gana, no arriesga
El debate obligatorio que rige en las elecciones nacionales no alcanza a legislar los comicios de Río Cuarto. En el último tiempo se había trabajado en una reforma que abarcaría esta cuestión, además de regular otros aspectos de la campaña. Pero acá se juega con otras reglas, tal como ocurre a nivel provincial.
Schiaretti debatió por última vez en 2007, cuando compitió contra Luis Juez y Mario Negri (El comicio fue muy parejo, tanto que el peronista apenas se impuso por el 1%). “Esperemos que de aquí en adelante sea una costumbre electoral”, expresaban los conductores de aquella jornada. De ahí en más, el cordobesismo evitó toda oportunidad de participar de un cruce que pudiera perjudicarlos. Llamosas solo debatió en 2016, cuando todavía era candidato de la oposición, pero se negó al mano a mano que le propuso su rival directo, Eduardo Yuni.
Se dice que los más interesados por debatir son los que están segundos en las encuestas, lo que podría explicar el creciente interés opositor por reeditar el debate de marzo. Quedará saber si el tiempo que pasa hasta la todavía indefinida fecha electoral propiciará un encuentro formal y democrático, o seguirá desarrollándose a través de cruces indirectos en redes o por chicanas lanzadas en entrevistas periodísticas.
El oficialismo ha comenzado a tomar un nuevo rumbo en su estrategia electoral, pero los números parecen seguir dando a su favor. Mientras esto ocurra, el debate que muchos esperan está muy lejos. Sin embargo, algunos cuentan con lo impredecible. “No lo creo posible, pero con Llamosas nunca se sabe”, declaró un representante del oficialismo.
A la fecha, los riocuartenses conocen muy poco -y en algunos casos nada- de los proyectos políticos que se disputarán la Municipalidad. Una cosa es reconocer los colores y la ideología que componen cada opción, pero las propuestas concretas se han perdido en la pandemia. La mayoría se ha manifestado respecto al futuro de los servicios públicos y la situación de la deuda municipal, pero el total de sus plataformas quedó al margen de la “agenda Covid”.
De confirmarse una nueva postergación, el camino hacia las urnas les dará más tiempo. Sin querer, los candidatos se encuentran frente a una nueva oportunidad de convencer a los riocuartenses. ¿La aprovecharán? Lo que es seguro, mientras todo siga igual, es que habrá que esperar hasta el 2024 para tener un nuevo debate electoral en Río Cuarto.