Este año, los universitarios tenían que renovar cientos de cargos electivos, ya que los mandatos de sus actuales funcionarios finalizaban entre junio y julio pasados.
Entre ellos se encontraban 270 consejeros directivos, a razón de 18 por unidad académica, 45 miembros del Consejo Superior, y ocho decanos y vicedecanos, en Lenguas, Ciencias Agropecuarias, Odontología, Arquitectura, Ciencias Exactas, Filosofía y Humanidades, Famaf y Ciencias Químicas. Además, se designaría a las nuevas autoridades de los 15 centros de estudiantes y se distribuirían los miembros del congreso de la Federación Universitaria de Córdoba.
Todos ellos se habrían de elegir el pasado 21 de mayo, en una mega-jornada electoral que involucraría a las 15 Facultades y los cuatro claustros: profesores, estudiantes, graduados y nodocentes. Ante las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, el Consejo Superior decidió postergarlos sine die, prorrogando la validez de los mandatos vigentes hasta tanto se puedan celebrar los comicios.
Esta cláusula, abierta a la evolución de la situación epidemiológica del país, entusiasmó a algunos grupos políticos que preferirían que la elección se realice este año, aunque se haga hacia el final del segundo semestre. De esta manera se evitaría que se superpongan con la elección de otros siete decanos y vicedecanos, prevista para mayo del próximo año: Ciencias Médicas, Ciencias Económicas, Psicología, Artes, Ciencias Sociales, Ciencias de la Comunicación y Derecho.
Habiéndose confirmado el dictado virtual de clases para el segundo semestre, y con severas restricciones a la movilidad interurbana e interprovincial, funcionarios universitarios avizoran que la postergación será inevitable. Entre las principales razones se encuentra el hecho de que la circulación debería estar relativamente abierta antes de que se retome el cronograma electoral, proceso que conlleva alrededor de dos meses antes de celebrar efectivamente los comicios.
Inesperada renuncia en Filosofía
Mientras la circulación de información flaquea en los mentideros universitarios a raíz de la cuarentena, sus usuales partícipes encontraron hacia el final de la semana pasada un sorpresivo motivo de conversación.
El ex decano de la Faculta de Filosofía y Humanidades, Diego Tatián, presentó la renuncia a su cargo de profesor adjunto en la cátedra de Filosofía Política de manera inesperada, especialmente para quienes conocen más de su participación política que de sus tareas docentes.
Tatián ocupó el decanato de la Facultad por dos mandatos, durante los cuales se irguió como cabeza del bloque de universitarios kirchnerista y principal referente de su ala dura. Además de ser miembro del ya disuelto grupo Carta Abierta Córdoba, su gestión decanal interpeló a la opinión pública con hechos como la premiación de Milagro Sala.