Por Gabriel Marclé
El virus circula en Río Cuarto y la región, dejando un número de contagios que alerta a la población y convirtiendo al peligro inminente en una realidad ineludible. El nuevo escenario epidemiológico demanda mayor responsabilidad social y depende estrictamente de los controles que tanto el Estado como la propia ciudadanía lleven a cabo. Aun así, el ritmo de la ciudad no frena, a pesar de la aparición diaria de casos positivos.
La realidad parece conspirar contra el deseo de “no retroceder” expresado por el intendente Llamosas en la jornada del lunes. De hecho, el mismísimo presidente Alberto Fernández habló de la posibilidad de apretar el “botón rojo” que implicaría la vuelta a Fase 1. La crisis se está acentuando y Córdoba es una de las grandes protagonistas de esta actualidad, afrontando un crecimiento de casos que podría motivar la aplicación de más restricciones.
“Hay que contener al virus”, apuntó un integrante del COE sobre el objetivo principal de esta nueva etapa. Pero, ¿cómo es posible lograrlo si los contagios avanzan tan rápido? Los especialistas en salud repiten una y otra vez que las conglomeraciones de gente son la vía más rápida de contagio.
Actividades como la educativa continúan esperando por una reactivación que, al parecer, está lejos de llegar. Pero la necesidad de otros sectores tildó de “insostenible” a la cuarentena estricta, argumentando la necesidad de volver a trabajar. El comercio y la actividad productiva fueron ejemplos de la necesaria flexibilización, enfocada en el impacto económico del parate.
El panorama actual trae consigo una sola certeza y muchas dudas. El virus está circulando, pero el aprender a convivir con él implica adaptarse a nuevas reglas, en un escenario cargado de incertidumbres y miedos. Ya no basta con cumplir desde lo individual, ahora se debe desconfiar de lo colectivo.
El ejemplo principal llegó con uno de los últimos casos confirmados. A pesar de las advertencias sobre los encuentros sociales, el virus terminó filtrándose en espacios laborales. La jornada laboral de un frigorífico se vio afectada por la confirmación del Covid-19 positivo en uno de los trabajadores de la planta. La empresa fue puesta en cuarentena obligatoria a la espera de los hisopados realizados a quienes podrían haber mantenido contacto con el caso en particular.
Podría hablarse de los controles en el frigorífico, si se siguieron todos los protocolos preventivos y si alguna fisura en el sistema permitió el ingreso de un trabajador infectado. También podría pensarse que los controles se hicieron pero que la “carga viral” del caso no pudo ser detectado. El problema es que, a pesar de haber pasado cinco meses de cuarentena, todavía hay mucha ignorancia, con muchas dudas sobre las formas en las que circula el Coronavirus.
En el último tiempo se ha informado sobre la aparición de “falsos positivos” o de hisopados negativos a contactos estrechos de personas contagiadas. Esto quiere decir que no todas las personas responden de la misma manera al contacto con el virus. También hay portadores asintomáticos que pueden contagiar sin saberlo. Las variables son múltiples, lo que vuelve aun más dificultoso trazar un seguimiento estricto de los infectados.
Al caso del frigorífico se sumo el contagio de un riocuartense que mantuvo encuentros con al menos un trabajador del Hospital San Antonio de Padua, más precisamente la pareja del sujeto en cuestión. La información fue provista por el secretario de Salud del municipio, Marcelo Ferarrio, quien detalló que este contacto estrecho se realizó un testeo que volvió con resultado negativo. La noticia generó cierto revuelo en la estructura hospitalaria y trajo consigo la realización de múltiples hisopados, hasta el aislamiento de una zona del centro médico.
Por otro lado, los sanatorios privados también reciben a vecinos de otras localidades que realizan consultas y tratamientos en sus instalaciones. Se conoció que uno de los casos fatales por Coronavirus estuvo residiendo en una clínica riocuartense y que habría sido el “paciente cero” que provocó el brote en Vicuña Mackenna.
Resulta imposible poner un freno a las tareas médicas, fundamentales para afrontar el cuidado de los pacientes. Pero el ruido generado por los casos que se registraron en diferentes localidades de la región obligó a extremar las medidas preventivas, reduciendo la cantidad de personas que circulan dentro de las instalaciones.
En las últimas horas un grupo de vecinos de Vicuña Mackenna expuso que las clínicas de Río Cuarto no quieren atender a pacientes infectados en dicha localidad. Al mismo tiempo, los representantes de estas entidades sanitarias advierten que se encuentran con una ocupación del 90% en el área de terapia. Los sanatorios son espacios de extrema precaución, pero allí no están exentos de encontrarse con el virus, menos cuando la curva empieza a subir.
Por supuesto que el riesgo de contagio va a ser mayor en lugares donde tratan con el virus, pero no se debe obviar que en la cotidianidad se siguen observando altas concentraciones de público. Por más medidas de cuidado que se implementen, la actividad del comercio produce grandes conglomeraciones, hecho que puede ser comprobado solo con circular por las esquinas de calle Rivadavia y General Paz, sin distancia social y con vecinos que incumplen algunas medidas básicas. En la puerta de estos locales suele realizarse un control poco exhaustivo, con medida de temperatura y provisión de alcohol en gel. ¿Y los asintomáticos? Bueno, por lo menos usan barbijo.
Resulta imposible volver atrás y el Gobierno no puede exigir que la sociedad acate una nueva cuarentena estricta. Más allá del “botón rojo” de Fernández y el temor por la vuelta de fase en Río Cuarto, el comportamiento social contradice el crecimiento exponencial de los casos positivos. Para colmo, se vienen las elecciones. ¿Qué mejor ejemplo de conglomeración podría pensarse para este momento tan peculiar?
Por estos días se conocerá el resultado de una encuesta que busca medir el nivel de interés por la elección municipal venidera. El panorama actual es diferente al que se tenía durante la época del “invicto”, con más de cien días sin casos. Hoy, con un contagio o más por día, la respuesta de los vecinos tiende a priorizar la salud y evitar cualquier salida que implique un riesgo de contagio. “No voy a poner en riesgo a mi familia por ir a votar”, respondió uno de los encuestados por una consulta local.
Hasta el momento, las autoridades han evitado garantizar que la jornada electoral del 27 de septiembre se pueda realizar sin ningún tipo de riesgo. Sin embargo, el trabajo de planificación sigue su marcha y los candidatos continúan en campaña.
“La verdad es que no sabemos cómo seguirá el virus, pero estamos haciendo todo lo necesario para evitar que aparezcan más contagios”, manifestó una fuente cercana al Gobierno municipal. Mientras tanto, Eduardo Scoppa -candidato de “Riocuartenses por la Ciudad”- puso en duda la factibilidad de los comicios y cuestionó la ausencia de un protocolo sanitario específico, a poco más de un mes de la fecha señalada. Más allá de las expresiones políticas, la pregunta es “¿quién estará dispuesto a votar cuando la pandemia sigue vigente?”.