Por Felipe Osman
Enmascarados, cientos de trabajadores municipales participaron ayer de una movilización que transitó por los alrededores de un Palacio 6 de Julio vallado y munido de una fuerte custodia policial. La protesta, que se llevó adelante en medio de la cuarentena, fue totalmente pacífica. Las máscaras, en tanto, fueron utilizadas por los manifestantes para no ser reconocidos por la Justicia, que de lo contrario podría imputarlos -como ya imputó a 37 municipales- por violar las medidas de aislamiento social obligatorio dispuestas por el Gobierno Nacional.
La movilización de ayer marca un hito en el conflicto desatado entre el sindicato y el Ejecutivo Municipal por la sanción de la ordenanza que redujo jornadas y salarios a los empleados municipales. Tras sucesivas protestas del gremio que lejos estuvieron de generar impacto, la manifestación de ayer, por su magnitud, sí logró hacerlo.
Siguiendo los pasos de la Uta, que la semana pasada concentró a 300 choferes en la explanada del Palacio Municipal, el sindicato entendió que sus sucesivos planes de quite de colaboración en reparticiones y dispensarios muy poco demandados por imperio de la cuarentena primero, y de pequeñas manifestaciones focalizadas en áreas puntuales del municipio después, no le concederían el centro de la escena, y apuntó -con tino- a una movilización mayor que amenazara a la propia cuarentena. Logró llevarla adelante.
Resta por analizar, ahora sí, cual es el impacto que este episodio tendrá en el devenir del conflicto. En primer lugar, pueden señalarse algunas diferencias entre la protesta de Uta y la del Suoem. La primera se realizó durante la semana en que el COE decidió dar un paso atrás en la flexibilización de la cuarentena, es decir, durante el regreso a la fase 3. El Suoem, en tanto, se movilizó con la ciudad en fase 4, que implica la liberación reglada del comercio y de otras actividades que no son consideradas estrictamente esenciales. Es decir, en momentos en los que la cuestión sanitaria no agota la centralidad de las preocupaciones de los ejecutivos.
Por otro lado, la movilización de la Uta tuvo una legitimación diferente. Los choferes se movilizaron porque tras semanas de conflicto seguían sin percibir buena parte de sus salarios. Los municipales, en tanto, lo hacen para resistir una disminución de jornadas -y, consecuentemente, de salarios- que opera hacia el futuro y que implica un avance menor al 15 por ciento sobre haberes ampliamente superiores a los recibidos por el resto de los trabajadores, tanto del sector público como del sector privado.
Saliendo de esta comparación, y situando el reclamo del Suoem sobre el escenario gremial de Córdoba, vale también destacar la soledad del sindicato municipal en su reclamo. Si bien la reforma jubilatoria pudo haber roto el asilamiento gremial que existe -y desde antaño ha existido- sobre los municipales, el gremio no logró protagonizar una movilización conjunta con otros sindicatos, y en esto hubo también pericia de la Provincia y el Municipio, que durante el fin de semana lograron desactivar (o al menos distender) otros focos de conflicto que hubieran servido al Suoem para disfrazar un reclamo propio, que goza de escasísima legitimación social, dentro de uno mayor que sí la tiene, y que es el rechazo a la reforma previsional.
De hecho, en una entrevista radial con Cadena 3 el propio intendente, Martín Llaryora, buscó reflejar las diferencias que ha habido en el diálogo con otros sindicatos, destacando por ejemplo la predisposición de la Uta y del Surrbac, dos gremios combativos, que han sido más receptivos ante una situación completamente excepcional como la que existe en estos momentos.
Desde adentro del Palacio 6 de Julio la protesta se vivió con tranquilidad. La marcha no generó preocupación y el clima entre los funcionarios fue distendido. Todos interpretaron que una movilización de escala del Suoem era “algo que iba a suceder”.
La palabra de Llaryora en Cadena 3 sobre el conflicto municipal
“Estamos en momentos muy difíciles donde todos estamos haciendo esfuerzos, y a uno le toca tomar decisiones difíciles representando el interés de todos los cordobeses. Hemos llegado a acuerdos con Uta, con el Surrbac, y con el Gremio de Jerárquicos y Afines. Todos entendieron que hay que hacer un esfuerzo… Estamos hablando de sueldos (municipales) promedio de 124.000 pesos… (…) Hay situaciones que lamentablemente no pueden seguir.
Nosotros vinimos a modificar determinadas situaciones en un municipio que venía mal y ya lo saben los cordobeses, por eso nos eligieron como equipo para gobernar. Y si hay que tomar decisiones difíciles yo siempre pienso en el interés general de los cordobeses (…)
Todos están haciendo un esfuerzo, en los barrios, los comerciantes, la sociedad en general. Todos tienen que hacer un esfuerzo. Hay que entender que a veces no se logran los acuerdos. No por falta de diálogo en mi caso. No hemos cansado de hablar, y llega el momento en que uno tiene que tomar decisiones difíciles, pero en favor de todos los cordobeses”.