Por Aristóbulo González
Cuenta la historia que el gran rey Salomón había solicitado a Dios como dones para ejercer el gobierno del pueblo judío prudencia y sabiduría. Y si uno tiene en cuenta el juicio histórico de su reinado, no puede menos que admirarse acerca de la importancia del contenido de la petición.
La prudencia, sostiene Pieper es la reina de las virtudes, ya que si bien se asienta en la inteligencia, opera en la voluntad.
Inteligencia y voluntad son las dos facultades por las cuales el hombre es lo que es y no otra cosa. Pero además de la prudencia, Salomón pidió sabiduría, es decir la búsqueda del saber.
¿A qué viene esta reflexión, que se parece más a una conversación sobre filosofía que sobre política? Porque la vinculación de estas virtudes con el accionar de los gobernantes aparece claro, ya que éste necesita de ambas para poder resolver los casos concretos, con prudencia y sabiduría en la medida de sus posibilidades.
Cuando se escucha al abogado Enrique Novo manifestar que la reforma por enmienda es un absurdo, debemos rescatar no solo la coincidencia con los argumentos que desde hace tiempo hemos expresado en las páginas de Alfil, sino que, además, su mensaje está lejos de la obsecuencia del poder a este gobierno al que alguna vez perteneció.
El estrafalario proyecto de reforma impulsado por Muñoz, Oberti y el soporte político de Abrahán, ha caído en el desprestigio que alcanza a sus propios mentores y, lo que es peor, a su máximo responsable político, el intendente Llamosas, quien ha caído -en las siempre opinables encuestas- el 10% en la intención de voto producto del manejo deficitario de la crisis.
Llamosas viene exhibiendo una notoria falta de percepción de la realidad y de la adopción de decisiones oportunas y adecuadas. Dudó cuando debió suspender las elecciones en marzo, y la dispuso cuando ya se le había señalado el delirio que 100.000 personas se juntaren el día del comicio en plena pandemia.
Tampoco acertó en los tiempos, cuando se impuso el uso obligatorio del barbijo menos en Rio Cuarto, para hacerlo luego. La amenaza del cacerolazo de los comerciantes agobiados por la crisis económica, desactivado horas antes por autoridades provinciales. Finalmente el diseño de una ingeniería electoral delirante por fuera de la Carta Orgánica Municipal, para prorrogar su mandato más allá del día 2 de julio del 2020.
Además, en plena debacle de la recaudación municipal, generó el aumento de los sueldos de los empleados municipales, que implican un desembolso de más de 10 millones mensuales por ese concepto, cuando su colega de Córdoba Llaryora les efectuó una quita del 10% como medida de austeridad que representan más de 100 millones mensuales para las arcas municipales.
La gente percibe y valora que en épocas de crisis se necesitan un piloto de tormentas para que conduzca la batalla y no lo ven en para ese rol al intendente municipal de Rio Cuarto.
La historia tiene muchos ejemplos de pilotos de tormentas en épocas de crisis. Carlos Pellegrini tuvo que guiar a la Argentina durante una de sus peores tormentas. “Fue un hombre que supo combinar las ideas con la práctica y los propósitos con los hechos. No fue un intelectual pero sí un hombre de iniciativas, proyectos, obras, horizontes», afirma Rosendo Fraga.
No se trata de hombres iluminados, sino simplemente de hombres de coraje cívico y con iniciativa para superar la crisis que afectan a la sociedad. La sociedad los percibe y los venera.
El más grande héroe de Gran Bretaña, el comandante Nelson, vence a un arrasador Napoleón en Trafalgar –y muere en la batalla- cuando los vaticinios no le eran favorables.
Pero hay más delirios. Hombres cercanos al intendente quieren ir a la Justicia, para que esta deje sin efectos el art 55 de la Carta Orgánica, y así le permita a Llamosas la prórroga del mandato que vence el 2 de julio del 2020 y llame nuevamente a elecciones.
Que juez de la provincia, incluido el Juez Electoral puede convalidar semejante violación? Los jueces, no están para “interpretar” la ley, sino para hacerla cumplir. Se trata de la separación de poderes, ya que no permite a los jueces legislar.
¿Los ciudadanos quieren justicia pronta y jueces administrando justicia y no pretendiendo la creación de las leyes, pues esa labor ha sido asignada por nuestra Constitución a los Legisladores. La función del juez es la de aplicar la Ley, no crearla, por no ser su tarea legislativa sino jurisdiccional.
En ese rumbo la Corte Suprema en la causa iniciada por Cristina Kirchner, afirma que el “principio de legalidad” (art 19 de la Constitución) o primacía de la ley, es un principio fundamental que establece el límite entre lo prohibido y lo permitido, por el cual todo ejercicio de un poder público debe realizarse acorde a la ley vigente y no a la voluntad de las personas.
Aunque el fallo tuvo otro destino, parece que lo hubieren escrito para Rio Cuarto. ¿Habrán tomado nota Llamosas, Oberti, Muñoz y Abrahan?
El costo de la sobrevivencia personal e institucional en esta crisis ha sido muy grande. La degradación de nuestros derechos le ha permitido al poder político avanzar sobre la sociedad civil.
El profundo malestar de los riocuartenses con la política y las prácticas políticas dista de ser un fenómeno original donde subyace el desencanto a la gestión gubernamental; la gente advierte la carencia de una conducción eficaz y teme que el gobierno local sea como una hoja de otoño que va a donde lo lleva el viento.
Ahora bien, si nuestros gobernantes carecen de prudencia y sabiduría; sino deliberan sobre las materias sometidas a su consideración; si permiten que los curanderos políticos indiquen el camino y se reniegue del principio de legalidad, seguirá la incertidumbre, el estrés, la ansiedad e incluso el temor.
Nos apremian tanto las incertidumbres que llegamos a preguntarnos, como lo predijo Thomas Hobbes, ¿que el infierno, es la verdad vista demasiado tarde? O, por el contrario, para quien el infierno era más bien la verdad vista demasiado pronto, rechazada una y otra vez, con obstinación y a sabiendas.
Hoy la mayoría de los riocuartenses manifiesta un creciente agobio. Ya no es sólo dolor por las inflexibles consecuencias sanitarias de la cuarentena, los padecimientos económicos, sino también cansancio de una rutina sin horizonte.
Lograrlo exige mucha reflexión, mucho pensamiento, mucha decisión, voces distintas. Y sobre todo carácter y sabiduría para aplicar una medida.