El acuerdo Tamarit-Irico y el presente del Hospital Italiano

Por Gabriel Osman

El kirchnerismo en el poder de la UNC tuvo una aparición tardía y con dos momentos únicos, hasta ahora. Fue cuando el progresismo de centro izquierda mutó y llegó al poder en el segundo mandato de Carolina Scotto (2010). Sucedió, propiamente, al promediar ese segundo ciclo. Ya la alianza progresista-radical se había establecido en la Asamblea Universitaria de 2007, con el binomio Scotto-Fidelio, y en 2011 apenas comenzaba el coqueteo de la rectora con quienes llevaban ocho años gobernando el país.

El segundo momento sobrevino en 2013. Fue cuando Francisco Tamarit debió suturar la ruptura de Scotto con Médicas (Facultad comandada entonces por Gustavo Irico) y buscar un ensamble con el decano Pedro Yanzi Ferreira, el decano (Derecho) por aquellos años más conservador en la política de la casa de estudios.

Irico estuvo en 2013 en el armado del candidato opositor Alfredo Blanco (radical y decano de Económicas) y Yanzi en el limbo, un lugar de la mitología católica suprimido ontológicamente por el Vaticano pero que logró sobrevivir en la política. Yanzi Ferreira permaneció en el limbo pese a los pedidos del gobernador José Manuel de la Sota y se ofreció en la Asamblea como tercer candidato, jugando un rol de “neutralidad” funcional a Tamarit.

Ese segundo momento fue bien K, guarro, sin reparos en los modos para fracturar la alianza opositora y buscar y alcanzar acuerdos de “pasividad” con apellidos patricios que, en las formas, objetaba el relato K. En la reconquista de Irico debieron mediar compensaciones bien explícitas, con miles de cápitas del PAMI al crónicamente desfinanciado Hospital Clínicas.

La notable vuelta de campana de Irico -cambió su apoyo a Blanco y respaldó a Tamarit 72 horas antes de la sesión de la Asamblea Universitaria- fue explicada en el Consejo Directivo de Médicas por el importante apoyo con las cápitas del PAMI. Fue un momento deslucido de Irico, pero acercarle financiamiento al hospital escuela de Médicas tendía a justificarlo.

Pero lo que se sabe ahora de aquella cobertura PAMI difiere mucho de lo que en 2013 se decía. El Italiano tiene -o tenía, porque está clausurado ante la aparición en abril de medio centenar de casos de coronavirus- 60 mil cápitas Pami y el Clínicas 20 mil. El centro asistencial de barrio General Paz recibió la mayor cantidad de pacientes del geriátrico Santa Lucía de Saldán y al Clínicas también llegaron muchos, aunque en forma casi en proporción directa a la cantidad de pacientes atendidos en forma sistemática: 36 contra 60 mil cápitas en el primero y 13 sobre 20 mil en el segundo.

Todo parece indicar que la contraprestación a Irico fue mayoritariamente para un centro asistencial privado del cual el ex decano forma parte, mientras que la compensación al Clínicas, más simbólica que real. Entonces aquel acuerdo aquel canje de voto por cápitas es mucho más que opinable.

Todo aquello hoy está políticamente prescripto: Tamarit ya no es un actor de primera línea en la política de la UNC e Irico es un docente jubilado.

Para el Italiano, en cambio, tiene una lamentable actualidad, de la que el hospital y sus profesionales de la salud fueron sus primeras víctimas. Porque de los 36 ancianos infectados procedentes de Saldán -la enfermedad se propagó más luego de tamaño desembarco-, con un promedio de más de 80 años de edad, sólo 5 murieron, 12 se curaron y fueron dados de alta y los restantes están en recuperación.

Las críticas al Italiano del ministro nacional de Salud, Ginés González García, fueron un despropósito y probablemente las autoridades provinciales tampoco estuvieron a la altura del manejo del problema. ¿Qué centro asistencial hubiera soportado tamaño desembarco? Además, hasta que estallara el problema en Saldán nunca habían puesto el foco en los geriátricos, lugares que desde el inicio debieron estar bajo la lupa. Tal vez no sea tan tarde para evitar que un importante centro asistencial se retire como efector en el actual escenario.