Por Yanina Soria
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El Suoem avanzó ayer en una presentación ante la Secretaría General del municipio que conduce Verónica Bruera. En ella, el sindicato materializó un reclamo administrativo “previo y preventivo” para rechazar un hipotético recorte sobre las prolongaciones de jornada y demás bonificaciones que pudiera llegar a cristalizarse con el pago de los salarios de abril.
En realidad, con escasos argumentos para discutir el no pago de prolongaciones de jornada a aquellos empleados que ni siquiera prestaron durante abril su jornada ordinaria por causa del receso administrativo dispuesto por la emergencia, la preocupación del gremio se centra ahora en la discusión de las bonificaciones previstas en el 8vo artículo de la Ordenanza de Remuneraciones (N° 7974), que llegan a representar sobresueldos de hasta un 50 por ciento.
Estos beneficios, en un primer momento estipulados para los municipales que incurren en algún tipo de riesgo en razón de las tareas que desarrollan, fueron luego otorgándose con mayor laxitud, y durante los tiempos del juecismo la displicencia con la que el Ejecutivo comenzó a concederlos llego a su cénit, con la creación de las bonificaciones por “mano de obra especializada”, que implican un bonus del 40 por ciento del salario y que alcanza, en su gran mayoría, a empleados administrativos.
Estas bonificaciones, que fueron luego incluidas en el inciso dos del mencionado artículo, son las que por estos días el municipio analiza con mayor detenimiento y son, además, el principal objeto de preocupación del sindicato. Perderlas, o incluso verlas reducirse, significaría para el Suoem una derrota capital, y la pérdida de un privilegio obtenido en un contexto difícil de repetir, como lo fue la gestión de Luis Juez, a manos de quien -mitad en sorna, mitad guardando una verdadera preocupación- Daniele dijo alguna vez temer perder el sindicato.
Junto a este reclamo, y en un comunicado a sus afiliados, el sindicato dejó también ver su molestia hacia Bruera, por lo que entendió como una indebida exposición pública de los salarios de los trabajadores municipales. La transparencia, al parecer, molesta al sindicato, que prefiere permanecer al abrigo del juicio público, y que se guarde reserva sobre la proporción de impuestos de los contribuyentes que se destina a satisfacer la pauta salarial del Suoem y se niegan, por tanto, a atender cualquier otra de las múltiples necesidades de la ciudad.
Al otro lado, el municipio -condicionado por una crisis económica preexistente, el congelamiento de la actividad privada y la consecuente profundización en la caída de la recaudación, junto a la baja de los ingresos por coparticipación y el imperativo de atender a necesidades extraordinarias surgidas de la crisis sanitaria- sabe que readecuar su estructura de costos es inexorable, una decisión impuesta por las circunstancias, y carece -por tanto- de demasiado margen de maniobra.
En el Palacio Municipal se preparan para un aumento de las fricciones con el sindicato en cada repartición, a la vez que entienden como prioritaria la necesidad de empezar a depurar las áreas que manejan información sensible del municipio de representantes del gremio.
Esto último resulta particularmente complejo, ya que el sindicato ha reconstruido, durante los últimos años, una red con terminales en todas las áreas sensibles de cada secretaría desde que la gestión mestrista, en sus comienzos, hiciera algún trabajo de depuración de ellas.
Desde adentro, entre las terceras líneas de la gestión, no son pocos los que apuntan que para terminar de tomar el poder en la Municipalidad el peronismo debe hacerse con el control de los mandos medios, que en muchas ocasiones responden más al sindicato que a la nueva gestión.