Por Federico Jelic
Por más que la pelota no ruede en Alta Córdoba, con la suspensión provisoria de la Primera Nacional y del fútbol argentino por razones de cuarentena y riesgos de contagio por coronavirus, en Instituto se siguen generando noticias. Deportivas no tanto, claro está. Pero dentro de lo económico, judicial y político, siempre aparecen novedades y algunos personajes también, que salen a la palestra en este contexto de concurso preventivo y con alguna intención también de lavar su imagen.
¿De quién o de quiénes estamos hablando? En este caso, de Juan Carlos Barrera, ex presidente de Instituto en dos períodos; y de su hijo Iván, factótum y mano derecha en esa gestión que abarcó desde 2008 a 2013.
De acuerdo a la Justicia, los Barrera (así se los denomina en el mundillo futbolístico) cuentan con un crédito a favor tras un préstamo que ellos mismos le hicieron a la institución durante sus mandatos. Pero lejos de pedir embargos o intimar al cobro vía legal, proponen un arreglo extrajudicial: donación de su crédito a cambio de un gimnasio con importante equipamiento deportivo en el predio de La Agustina. El dinero rondaría casi dos millones de pesos, más síndicos y honorarios judiciales. Dentro de ese acuerdo, solicitan como aditamento un reconocimiento social de su acto solidario en compensación.
¿A qué viene esto? Algunos dirigentes no lo ven viable y desconfían de las buenas intenciones de Barrera padre e hijo. No obstante, la propuesta está en la mesa. ¿Generosidad, intenciones de lavar sus imágenes o colaboración con el club?
Negociaciones sinuosas
Vale aclarar que ambos Barrera cumplieron condena con sus detenciones y aprensiones bajo el pago de una fianza de tres millones de pesos, en marzo de 2019, después de permanecer bajo arresto por seis meses. Fue el juez Federal Ricardo Bustos Fierros quien les concedió esa libertad, aunque el juicio continúa con las carátulas de entorpecimiento en la investigación y por haber influido en un testigo a la hora de una declaración.
Se trata de Sergio Massei, miembro de la Junta Representativa, quien había primero encabezado una serie de denuncias por supuestas irregularidades y que después no avanzó en esa materia. La causa tiene un pedido de elevación a juicio, pero las defensas plantearon dos nulidades. Una mano lava a la otra.
Igual, esto no quita el hecho de fondo: que Barrera tuviera la última ilusión de ascenso de Instituto a Primera en 2012, con aquella final perdida de local ante Ferro Carril Oeste, con Paulo Dybala como figura. Y que a partir de ese momento fue perseguido y cuestionado por su manejo personalista y otras acciones irregulares con las finanzas del club, con su propia empresa participando con préstamos y empréstitos que siguen siendo motivo de desconfianza tanto de los socios como de la Justicia. Ahora atañe otra cuestión. El crédito a favor de Barrera es de casi seis millones de pesos, pero con la quita legal del Concurso Preventivo, el saldo es de poco menos de dos millones de pesos. La oferta de la familia célebre por administrar una compañía de transporte de caudales es donar ese monto a la entidad para la realización de un gimnasio profesional en La Agustina. Con un reconocimiento de gratitud oficial.
¿Limpieza de imagen?
Vale aclarar que detrás de esta generosa donación hay una movida política. Imposible olvidar que Barrera se vio obligado a renunciar en 2013, en su segundo ciclo, después de las presiones de hinchas y socios, fogoneados también por Futbolistas Argentinos Agremiados, casi sin derecho a descargo y con una condena social que parece inapelable en el ánimo del socio.
“Cuando nos retiramos del club había un dinero que habíamos puesto, alrededor de 8,5 millones de pesos. Los balances lo aprobaron. Pero cuando hacen el concurso, hicieron lo imposible para denegarnos el crédito”, aseveró Barrera en Mundo D. “Nunca se le cobró intereses. El abogado del club decía que ellos no nos debían nada, sino que nosotros éramos los que debíamos. Así fue que el juez nos citó y ellos admitieron la deuda”.
El actual presidente de Instituto Roberto Castoldi es más cauto. Aduce que la deuda era de cuatro millones de pesos, con la existencia de un arreglo con quita del 60 por ciento y que el saldo es de dos millones de pesos, pagaderos en 10 años dentro de Concurso. ¿Le sirve a Instituto aceptar ese ofrecimiento por 1.800.000 pesos, sabiendo que a su vez debe abonar más de un millón de pesos en honorarios en síndicos y abogados? En ese contexto, financieramente es recomendable saldarlo en cuotas en 10 años, como prevé la ley, con 180 mil pesos mensuales. Manejable.
Barrera (Iván) no se calla. Asegura que pidió que ninguno de los abogados cobrara intereses: “Gasté 300 mil pesos para llegar a la verdad. Y si no se firma esto, saldrá un fallo de la justicia. Y ahí ya no habrá donación. Yo solo buscaba que dijeran la verdad. Siempre dijeron que éramos unos ladrones. Ahora se van a tener que comer sus palabras. Si no hacen el gimnasio, la justicia dirá que incumplieron un convenio y que abonen lo que deben”. ¿Esto quita entonces de plano la posibilidad de una estratega de los Barrera para limpiar su imagen, con la donación del crédito? Él lo niega enfáticamente. Pero hasta el momento, no hubo acuerdo judicial ni extrajudicial, con las buenas intenciones en suspenso, según Instituto.