Las feministas se tragan el Pancho

En un enero en el que pasó de todo y no pasó nada, el cierre con la comedia de enredos abortista situada en el Vaticano nos ayudó a olvidarnos de lo largo que se nos hizo.

Por Javier Boher
javiboher@gmail.com

¡Tanto tiempo, amigo lector! Después de un mes sin salir en papel, y dos semanas después de la última vez que nos encontramos un lunes, finalmente coincidimos en estas páginas. No sé usted, pero en mi caso le puedo asegurar que soy la personificación de todos los memes sobre lo largo que se hizo enero (más duro que aguantarse el festival de Cosquín parado y con zapatos chicos).
Enero tuvo de todo y no tuvo nada. Nos la pasamos hablando, polemizando, declarando, contradiciendo, interpelando, deconstruyendo e indagando sobre realidades tan disímiles como el Coronavirus (que no tiene nada que ver con esa suave cerveza sobrevalorada que parece malta para embarazadas), los rugbiers (de los que casi casi se dijo que eran los responsables de 70 años de peronismo, 40 de neoliberalismo o 5 de joggineta) y los romances del verano (entre los que no se lo nombró al Geronte de las Sandalias que hizo furor el año pasado en Cariló).
En política, todos haciendo la plancha a la espera de que afloje un poco el calor, porque así no se puede trabajar, viejo. Acá le doy la mano al cara de tarotista y parapsicólogo Arturo Jauretche, porque es una zoncera que los pueblos que prosperan no duermen la siesta. Capaz en el norte de Suecia está lindo a las 14 como para salir a trabajar, pero en estos lares aparecen el viejo de la bolsa, el mikilo o un porrón helado y hay que cortar si o si.
Los únicos que sí trabajaron bastante fueron los chicos de economía, pero porque anduvieron mucho por el hemisferio norte, renegociando la deuda y tratando de que los números cierren (lo de la gente adentro después se va viendo, como el tema del IVA a la canasta básica y las jubilaciones). El Chapito Guzmán y el Inspector Kulfas (eso de los U$S10.000 perdidos 45 días en un cajón fue muy gracioso) están haciendo malabares para que este barco no se vaya a pique.
Ya sobre el final del mes llegó lo mejor, cuando el Profesor tuvo que salir de gira al exterior. Acá hay que ser algo indulgentes, porque era el debut del pobre hombre y parece que el personal de protocolo de Cancillería está menos entrenado que gol en contra. Por ejemplo, lo mandaron de traje gris a un homenaje a las víctimas del Holocausto (aunque si lo pensamos, en el peronismo no son blanco o negro con el tema del antisemitismo, así que capaz algún semiólogo nos pueda ayudar a entender si hubo algún mensaje ahí).
Después las redes se encargaron de desmerecer a Fabiola, la primera dama. Yo no me voy a poner el traje ese de “Juliana era mucho más paqueta”, como le gusta decir a las señoras que juegan backgammon o canasta en algunos clubes tradicionales. Yo me voy para el otro lado: más de un presidente le habrá echado el ojo (y seguro mucho más que a Inés Pertiné).
Después de esa escapada, lo que reventó las redes fue la peregrinación a La Meca del justicialismo contemporáneo, la visita al Papa Obrero y Peronista Pancho Bergoglio en su exclusivo country romano, también conocido como la Santa Sede.

Pancho para las feministas
La visita a la casa central y showroom de ventas del señor que es omnipresente, omnipotente y omnímodo dejó algunas perlitas sublimes que no se pueden pasar por alto en estos tiempos de pañuelos verdes, celestes, naranjas o cualquier otro de esos con los que quieren hacerse ver porque pertenecen a algún colectivo que los hace sentir mejor.
Esta vez estuvieron más acertados con los atuendos (muy sobria la pareja presidencial, el Papa con su riguroso uniforme para Wimbledon). Se habló algo de los regalos, de quién va a ser la embajadora y todas esas nimiedades.
La tribuna esperaba dos cosas: ver la cara de Francisco en la foto (el caraculómetro es infalible, ya lo vimos cómo sonreía con Nico Maburro o cómo se ponía adusto con Donaltrán o Gatricio) y algo sobre el aborto, el gran aglutinante que encontró el progresismo para dejar de dividirse en 48 frentes para meterse todos adentro del Frente de Tongos.
La verdad discurrió como se esperaba. Francisco estuvo contento de recibir a su embajador a cargo del gobierno de Argentina. Usted me va a decir “qué exagerado este gorila vendepatria de Boher”, pero que hayan repatriado a Béliz o que hayan bochado a un embajador sólo se explica desde la fuerte influencia de la iglesia, que aprovechó la distracción por los evangelistas para colarse de vuelta en el poder, como el gato que se mete cuando echás al perro.
Finalmente, una comedia de enredos en tiempos de comunicaciones digitales, con algo del clásico “yo dije, él dijo” y un montón de reídores que siguen el circo aunque no les haga nada de gracia lo que ven.
Mientras El Profe dijo que no se había hablado del aborto, desde el Vaticano salieron a decir que sí. Después la maquillaron, dijeron que no con el Pancho, que no usaron específicamente ese término y otros tecnicismos así. Menos creíble que relato de abducido por un OVNI.
Para aclararlo se lo pongo en otros términos: ¿se imagina ser presidente y visitar Mendoza sólo dos meses después de haber dicho que quería subsidiar a la cerveza o al fernet, pero salir diciendo que no habló de vino?. Imposible.
Por las dudas, El Profe ya le bajó el tono. Ya no habló de legalización sino de despenalización, un punto medio entre bandos. Básicamente los hospitales católicos van a poder cobrar bien cobrados los abortos diciendo que hicieron otra cosa mientras la iglesia cuestiona a las provincias que quieran ofrecerlo en los hospitales públicos. Simple.
Mientras las chicas de pañuelo verde siguen compartiendo sus selfies con el Alberto que compraron en octubre, en el gobierno hay cada vez más celestes. ¿Cuánto tiempo pueden durar “Todos” si no se definen con claridad sobre el tema?. Veremos quiénes están más dispuestos a tragarse el sapo. O el Pancho.