Por Bettina Marengo
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No cayeron bien en el Centro Cívico las declaraciones del futuro presidente Alberto Fernández sobre el peronismo cordobés que se autooculta y “se identifica con lo que llaman cordobesismo”, ni su historiografía sobre el conservadurismo político de la provincia, expresadas por el inminente jefe de Estado en el marco de una fría, casi tensa relación con el gobernador Juan Schiaretti, el único mandatario del PJ que no lo apoyó para ganar las elecciones.
Aunque algunos ya afirman que luego de la asunción del 10 de diciembre habrá un acercamiento entre ambos (mencionando también que el kirchnerismo típico no quiere), hoy no hay diálogo más allá de las intervenciones de algún dirigente sigiloso.
El peronismo cordobés es considerado en las oficinas de Puerto Madero como una especie de partido provincial, ni opositor ni oficialista, con el que se podría llegar a acuerdos coyunturales tanto a nivel parlamentario como a niveles institucionales y de gestión. Pero siempre partiendo, según se los escucha, del análisis de que pasadas las elecciones Córdoba necesitará más de la Nación que al revés, sobre todo en el tema Caja de Jubilaciones y deuda en dólares. El armado del bloque propio de cuatro diputados denominado Córdoba Federal era sabido en el albertismo y se había tomado nota al respecto, pero la novedad del interbloque Federal con Socialistas, Justicialistas y Frente Progresista complejizó las posibles negociaciones.
Lo que dijo
Alberto habló en el programa ADN de C5N que conduce el también cordobés Tomás Méndez, un periodista que fue muy crítico para con los gobiernos de Schiaretti y de José Manuel de la Sota, y amable con el kirchnerismo. Y lo hizo en una fecha delicada: el 3 de diciembre se cumplió el sexto aniversario del levantamiento de la Policía de Córdoba y de la negativa de la entonces presidenta Cristina Kirchner de enviar la Gendarmería a la ciudad para contener el caos. Ese tópico es considerado clave (pero no fundacional) en el rechazo de los cordobeses al kirchnerismo.
Sin mencionar personalmente a Schiaretti, al analizar la baja adhesión política y electoral que recibió en este distrito el 27 de octubre, Alberto Fernández resaltó que Córdoba tiene “históricamente una posición muy reactiva al peronismo” y resaltó que “fue punto de origen de la Revolución Libertadora (que derrocó al presidente Juan Perón en el año 1955)”, en alusión a los comandos civiles, militares y eclesiales cordobeses que se adelantaron e hicieron la previa. “Siempre han tenido una posición muy reactiva. Durante muchos años gobernó el radicalismo, y el radicalismo menos progresista que ha habido. Y el mismo peronismo que gobierna es un peronismo que se identifica con algo que llaman cordobesismo. Pero que oculta mucho su condición peronista”, sostuvo.
Más allá del análisis, Fernández recordó que, tras el gobierno de Mauricio Macri, los cordobeses tienen los mismos problemas que el resto de la Argentina y aprovechó para enviar un mensaje directo al corazón de la gestión de Schiaretti: la Caja de Jubilaciones de Córdoba y la deuda pública en dólares, que es casi la totalidad del pasivo provincial. “Córdoba necesita del auxilio del Estado nacional para pagar a sus jubilados porque no puede pagarlos por si misma, y tiene un endeudamiento en dólares muy fuerte y no sé si va a poder hacer frente sola”, puntualizó. También hizo referencia a la crisis que atraviesa la industria automotriz, una de las marcas en el orillo del perfil productivo de la Provincia. Del sector económico donde se expresarán las mayores diferencias con Schiaretti, el campo, no dijo nada.
“Y… No cayó muy bien. ¿Los que gobernamos Córdoba no somos peronistas?”, manifestó un dirigente cercano a Schiaretti ante una pregunta del diario Alfil. “¿Y no será mejor hacer las cosas bien con Córdoba y reconciliarse? Ojalá. Ya se les pasará”, agregó, en tono de acercamiento.
El campo, como respuesta
Oficialmente, el gobernador Schiaretti evitó responderle al electo presidente que en cinco días se convertirá en el titular del Ejecutivo nacional, aunque salió a defender a los exportadores agropecuarios de un eventual aumento de los gravámenes nacionales. La alusión a la Libertadora, el mote de provincia conservadora y el peronismo vergonzante de que lo acusó indirectamente Alberto probablemente le molestó, toda vez que el mandatario ensalza la Córdoba rebelde del Cordobazo, la figura de dirigentes combativos y se reivindica su pasado como exiliado político de la dictadura.
“El campo es la economía regional cordobesa y por eso, para Córdoba, siempre es necesario defender nuestra economía regional. Defender el campo. Cuidar el campo es cuidar nuestra economía regional”, remarcó el gobernador en un encuentro con productores rurales, y dijo que “Córdoba progresa por su campo”.