Por Alejandro Moreno
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El plato fuerte de la elección del domingo es, naturalmente, el tramo presidencial, que disputan Mauricio Macri y Alberto Fernández. Pero también se vota para designar la representación cordobesa a la Cámara de Diputados, y Juntos por el Cambio armó una lista plural que va a contrapelo con el difícil año de la alianza.
La versión cordobesa de la coalición Juntos por el Cambio fracasó este año en la tarea de destronar al peronismo del poder provincial. Luego de un sainete dañino, la oferta se dividió en dos: por un lado fue Ramón Mestre como candidato a gobernador de la Unión Cívica Radical, y por el otro Mario Negri, postulado por el PRO, el Frente Cívico y la Coalición Cívica-ARI. Juan Schiaretti aprovechó el handicap que le dieron sus opositores y sin transpirar retuvo las llaves del Panal.
Para peor, también hubo derrota en la ciudad de Córdoba, ya que el radicalismo no pudo retener el Palacio 6 de Julio con la candidatura de Rodrigo de Loredo, que llegó rasgada por la postulación de Luis Juez por el trío PRO, FC y CC-ARI. Un peronista de otro territorio, el sanfrancisqueño Martín Llaryora, le arrebató a la UCR el principal bastión de poder en la provincia.
Radicales puros y aliancistas cruzaron acusaciones por la responsabilidad en la escisión. Fue visible, todo el tiempo, la mano de la Casa Rosada, que alimentó las versiones sobre un acuerdo entre dos viejos amigos, Mauricio Macri y Juan Schiaretti para facilitarle al peronista sus victorias en Córdoba a cambio del apoyo (luego la abstención) del gobernador en la carrera reeleccionista del porteño.
La alianza Juntos por el Cambio vivió una lucha de todos contra todos a lo largo del año. Mestre y Negri quedaron en veredas opuestas y la sangre no llegó aún al río por la tregua electoral. Hay mestristas que piden sanciones ejemplares para los disidentes, aunque el actual presidente del Comité Central dice conformarse con un pedido público de disculpas de Negri y los otros. Los negristas buscan aliados en grupos antimestristas, no mestristas y ex mestristas para enfrentar a su enemigo en común.
Los mestristas y los macristas guardan rencores mutuos, pero también los negristas y los del PRO, pese a compartir listas en mayo, tienen cuentas pendientes, agravadas sobre el final por el desplazamiento de Laura Rodríguez Machado de la jefatura de campaña en beneficio de Juan Negri, el hijo del primer candidato a diputado.
Los otros dos socios, el Frente Cívico y la Coalición Cívica-ARI también se han sentido incómodos. El juecismo no sorprendería, ante una derrota de Macri, si abandona el acuerdo, porque después de todo su tradición es romper a los gritos.
Los presidentes de los cuatro partidos (el radical Ramón Mestre, el mestrista Darío Capitani, el “juecista” Luis Juez y el lilito Gregorio Hernández Maqueda) han conversado este año menos de lo recomendable en una alianza, y algunos de ellos consideran que el lunes no habrá más unidad, salvo que Macri logre alcanzar la segunda vuelta electoral.
Pese a tan desagradable escenario, la lista de candidatos a diputados nacionales expresa la ficción de una alianza bien gregaria.
La Unión Cívica Radical tiene dos nombres propios en los primeros cinco candidatos, que son los que tienen reales chances de acceder a la Cámara de Diputados. Los dos núcleos representados son justamente los que se enfrentaron en mayo: el negrismo y el mestrismo, con Mario Negri y Hugo Romero en los lugares uno y tres.
El segundo renglón de la boleta es para la macrista Soher El Sukaria y el cuarto lo ocupa la lilista Leonor Martínez Villada, quedando así satisfechos tanto el demagógico cupo femenino como las aspiraciones del PRO y de la Coalición Cívica-ARI.
Finalmente, el Frente Cívico recibió su cuota con la candidatura de Luis Juez en el quinto lugar de la nómina.
El armado de la lista de candidatos a diputados nacionales refleja una unidad de la que careció Juntos por el Cambio durante todo el 2019. El 2020 deja poco margen para el optimismo.