Por Bettina Marengo
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Tal vez por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, las foto de Cristina Fernández de Kirchner están escaseando en la campaña del Frente de Todos de Córdoba. Y la militancia kirchnerista, sobre la que cae parte del trabajo en terreno, está bastante molesta por el olvido.
Alberto Fernández, el candidato presidencial, no evita mencionar a la expresidenta en Córdoba, pero tampoco es que sea su principal referencia, ni aún ante los oídos de los híper convencidos. De hecho, suele ponderar más a dos fallecidos: al expresidente Néstor Kirchner y al exgobernador José Manuel de la Sota. Al primero, cuando quiere exhibir un modelo exitoso de salida de una crisis terminal, y para mostrar como espejo posible ese período donde él fue jefe de Gabinete.
Al segundo, como guiño al ser cordobés y acercamiento al electorado peronista y no peronista que lo votó tres veces y lo lloró una.
La semana pasada aparecieron en Córdoba volantes y afiches de campaña (que ilustran esta nota) que muestran en primeros planos a Alberto Fernández como candidato presidencial y Eduardo Fernández y Gabriela Estévez como candidatos a diputados nacionales. Solo en segundo plano, en la imagen de una boleta de votación, aparece Cristina Kirchner.
Siempre con la leyenda “Es con Córdoba. Es con Todos”, también hay carteles donde se ve a todos casi todos los postulantes al Congreso de la Nación, con Alberto en el centro, pero sin su compañera de fórmula.
Ahora, a los problemas por la interna que atraviesa el espacio Frente de Todos y las dificultades para centralizar una campaña a la que restan tres semanas, se suma el malestar por la virtual desaparición de Cristina de al menos parte del material gráfico. Algunos kirchneristas que hablaron con este diario apuntan al jefe de campaña de Córdoba, Eduardo Fernández, por el olvido, aunque se trata de un jefe de campaña que luego de las Paso comparte responsabilidades con Estévez y Pablo Chacón.
Pero otros resaltan que los verdaderos jefes de campaña en Córdoba son el senador nacional Carlos Caserio y el jefe del movimiento Evita, Fernando “Chino” Navarro, y que ellos prefieren que la imagen de Cristina lejos de Córdoba, y sobre todo del elector suelto de Córdoba, porque su imagen pública sigue siendo una de las más bajas entre los políticos nacionales.
“Esto es producto de la pejotización de la campaña y del proceso creciente de desaparición del kirchnerismo”, señalaron. A estas fuentes no les cabe duda que después del 10 de diciembre (si efectivamente Alberto F se convierte en Presidente) el llamado espacio K quedará debajo de la línea de la testimonialidad y sólo habrá peronismo y albertismo en Córdoba. De la mano de eso, suponen que los cargos nacionales más importantes en Córdoba se distribuirán con ese criterio, priorizando los compromisos con Natalia de la Sota, Caserio y el peronismo general. Un temor que también ronda en el Instituto Patria, donde hace ruido que el concepto “albertismo” aspire a reemplazar a “kirchnerismo” o en todo caso a “peronismo”.
Lo concreto es que la militancia del Frente de Todos, la que viene de Unidad Ciudadana y del Frente para la Victoria, advirtió que no militará con esas volantes afiches y cartelería que “invisibilizan a la jefa” desde la imagen y desde el nombre, aun cuando la estrategia pueda estar en conocimiento de la propia Cristina.
El material gráfico no es el único punto de malestar en el kirchnerismo cordobés que sostiene que los votos de Alberto son de Cristina y que es la candidata a vicepresidenta quien garantiza el piso de votos para el Frente de Todos. También hay enojo porque se dilatan las definiciones sobre la presencia en Córdoba de Cristina para presentar su libro, algo que el kirchnerismo espera con la camiseta puesta.
La actual senadora ha presentado su libro Sinceramente en Rosario, Mendoza, La Matanza, La Plata, CABA, entre otras localidades donde también ha perdido elecciones, pero en la segunda ciudad más importante del país tiene serias dificultades para entrar. Aunque regularmente se reflotan versiones acerca de un inminente desembarco, ésta son relativizadas o negadas.