Por Marcelo Capello
Presidente IERAL deFundación Mediterránea
Se trata de un problema recurrente de la economía argentina: quedarse sin combustible (sin dólares), lo cual tiende a parar la economía en su conjunto. Como no podemos emitir dólares, en forma genuina sólo los podemos generar exportando. También por endeudamiento externo, pero esta fuente, si se la usa irresponsablemente, termina jugando en contra. Pero para exportar hay que ser competitivos, y Argentina es desde hace mucho tiempo una economía desordenada, poco competitiva.
Como habitualmente sólo crecemos hacia el mercado interno, sin exportar más, en algún momento entramos en déficit comercial, que inicialmente se financia con endeudamiento externo (si nos prestan), pero que, si no se corrige, termina conduciendo al uso de las reservas del BCRA. Y cuando éstas escasean, se termina la expansión del mercado interno. En ese punto, normalmente se recurre a una fuerte devaluación del peso, que produce una suba de la inflación, deprime los ingresos reales y por esa vía el consumo. Luego traba la producción, y ya tenemos una recesión.
Si a lo anterior le agregamos un período electoral, y con agentes económicos “argentinos”, muy sensibles en su forma de reaccionar ante las variables económicas y financieras, dada la historia confiscatoria del estado argentino, estamos ante un combo complicado. Por ende, se debe auscultar diariamente lo que ocurre con las variables cambiarias y financieras, hasta que luego de las elecciones quizá pueda generarse, mayor confianza.
Seguramente cuando le explicaron al actual presidente de esta situación de escasez de reservas, le habrán indicado que existe, a priori, una solución: cuidar las reservas no usándolas para intervenir en el mercado de cambios, aunque dejando que éste suba hasta un nivel difícil de predecir, dado el contexto antes mencionado. Y que esta opción, con lo ya ocurrido en materia de devaluación e inflación desde 2018, tendría efectos sociales cada vez más importantes, probablemente insostenibles.
Por ese motivo se debe haber decidido poner techo al tipo de cambio en este período electoral, anunciando la disposición a usar reservas para realizar ventas en el mercado, pero para que las reservas alcancen, además de resultar creíble el anuncio, debían restringirse los pagos de deuda en dólares (reperfilamiento), así como las compras de divisas para atesoramiento y fuga (control de cambios). Quedaba el agujero de la salida de depósitos en dólares de los bancos, que drenan las reservas del BCRA a través de los encajes. Para esto último se hizo lo único que se puede hacer: anuncios para generar confianza de que los dólares están disponibles para sus dueños, los ahorristas.
Afortunadamente dichas medidas han dado resultado en disminuir significativamente la salida de depósitos de los bancos, y la necesidad de realizar ventas de dólares para contener el tipo de cambio. Luego que a fines de agosto se llegaron a perder reservas del BCRA por U$S 2.000 millones en un día (la mitad de esa cifra por salida de depósitos en dólares de los bancos), en los últimos días con datos la pérdida de reservas resulta inferior a U$S 100 millones diarios, una cifra manejable. Pero hasta que vuelva la confianza a la economía argentina, hay que chequear diariamente las variables cambiarias y financieras