La fortuna del kirchnerista

Por Javier Boher
javiboher@gmail.com

«Lo que toca, toca. La suerte es loca». ¿Cuántas veces habremos escuchado esa frase en boca de algún párvulo de jardín de infantes que quiere justificar la favorable tajada que le tocó en un sorteo?.

El domingo por la noche, con un atraso de una semana por cuestiones de salud, Jorge Lanata dio a conocer una primicia que involucraba dólares sin declarar en una caja de zapatos en el Instituto Patria, búnker ideológico del kirchnerismo. Otra vez plata negra alrededor de los espacios y personas que rodean a la ex presidenta, toda una cuestión del azar, seguramente.

Según lo que mostró el conocido periodista, la persona que hizo el hallazgo era empleado del lugar. Revisando una caja, encontró dentro otra más pequeña que tenía lo que creyó que era un millón de dólares. Cuánta suerte para él, que luego de discutirlo telefónicamente con su señota pensó que se podía tratar de una prueba de fe lanzada por Dios.

Lo más divertido es todo lo que rodea al pequeño tesoro (unos seis millones de pesos) del que nadie quiere hacerse cargo. Desde el Patria denunciaron una operación en su contra, ya que sostienen que todos los movimientos están bancarizados, como si los colectivos de las marchas y los víveres para los actos se pagaran en blanco través de homebanking.

Por su parte, el acusado dice haberlo encontrado allí, aunque pesen sobre su persona varias sospechas vinculadas a prácticas impuras previas a su ingreso al Patria (aunque cueste creerlo) que le valieron la pinchadura de teléfono que desenmascaró lo ocurrido. Algunos suponen que lo hizo para blanquear la que ganaba en negro por otro lado. Hay que reconocer que fue ingenioso.

Ahora se abrirá toda una batalla por ver de quién es el dinero. Nadie querría hacerse cargo de una torta de plata de la que no podría justificar el origen, aunque no pueda serle indiferente y seguramente quiera buscar la forma de quedársela. En ese punto, el empleado tiene las de ganar: no son de él ni de nadie, así que sería como hacerse encontrado un tesoro.

En un país como este, con una impresionante economía inflacionaria, una corta condena no se compara a las posibilidades que una buena cantidad de dólares puede dar una vez afuera.

Después de esto, las contradicciones habituales. Por un lado, el apoderado del instituto asegurando que de haber conocido el prontuario del afortunado empleado probablemente no lo hubiesen contratado. Es un lindo dilema del progresismo: si no lo contratan por su pasado, lo estarían estigmatizando. Si lo contratan y lo espían para ver que no haga nada, quiere decir que la corrección política es una puse que no le gana a los prejuicios. Irresoluble. Igual, después el que estigmatiza es el que no quiere que sus hijos jueguen al caballito gris que se va a París con un pedófilo que merodea la plaza.

Finalmente, y no menos importante, es lo fácil que el kirchnerismo se rodea de dólares. Lo hacía Felisa, con una bolsa en el baño. También José López, con los bolsos en el convento. Florencia los tenía en una caja de seguridad, mientras el hijo de Lázaro los contaba en La Rosadita.

Los sindicalistas también. Saillén los multiplicaba en la mutual y los ponía en plazo fijo. El cabello Suárez, el pata Medina, Marcelo Balcedo, Herme Juárez, todos sindicalistas a los que agarraron con dólares que no pueden justificar.

Acá no vale Panamá Papers. De última, uno se espera que los empresarios tengan y multipliquen dólares, incluso aunque aparezcan en esas listas poco santas. Que lo hagan los que se golpean el pecho peludo cuando dicen que defienden a los trabajadores y a los argentinos es una burla.

Quizás lo más triste de toda esta historia sea que, al analizarlo fríamente, la mayoría de la gente pase por alto todo el escándalo de que haya plata negra (y en moneda extranjera, cuando la propia se devaluó 30% en unos días) en el lugar en el que se reúnen los que quieren volver a gobernar el país.

Ya no nos sorprende que entre todos los casos mencionados arriba se superen los 100 millones de dólares, dos veces y media el presupuesto anual de Boca Juniors, uno de los clubes grandes del continente.

Al final siempre termina siendo así: lo que toca, toca; la suerte es loca. Con los trabajadores y los pesos, el kirchnerista se llena la boca. Ahora, si son dólares… a esos los amarroca.