Mestre estruja arcas para cubrir nueva suba de UTA

El aumento del boleto se aprobaría después de las PASO

Por Yanina Passero
ypassero@diarioalfil.com.ar

El sistema de transporte de la ciudad borbotea a 100 grados centígrados. Y al medio, la campaña electoral nacional y el proceso de transición municipal que empezaría recién después de las primarias del 11 de agosto.
El intendente de Córdoba, Ramón Mestre, se encuentra en una encrucijada que le excede por la naturaleza dependiente de subsidios externos de un servicio masivo y esencial para la movilidad urbana, pero que sus responsabilidades ejecutivas lo obligan a atender.
El cuarto día de agosto, los choferes nucleados en UTA deberán percibir $ 4.000 correspondientes a la segunda cuota del bono. Luego de paros y asambleas en todo el interior del país, la cámara empresarial (FATAP) y la UTA Nacional acordaron la misma escala salarial de los trabajadores de ciudad de Buenos Aires y área metropolitana. Recibieron con los salarios de junio un incremento del 20% al conformado y cerraron un bono compensatorio por inflación de $16.000 a abonar en tres cuotas: en julio, la primera de $ 8.000; la segunda de $ 4.000 que es para la que se están barajando los fondos y la tercera por el mismo valor a desembolsar en septiembre.
Fuentes empresariales y gremiales adelantaron a Alfil que las arcas municipales cubrirían el paquete salarial pactado para los próximos días. Este medio intentó en reiteradas oportunidades contactarse con el secretario de Servicios del municipio, Pablo Farías, para constatar la versión extraoficial, pero no fue posible.
¿Cómo salvarían el bache? Según indican las primeras informaciones, el pago se solventaría con fondos municipales y el aumento del pasaje llegaría inmediatamente después de las primarias abiertas. Si la decisión se lleva a la práctica esto supone el fracaso de las negociaciones con la cartera que comanda el ciclista Guillermo Dietrich.
Era previsible. Para el ministro de Transporte de la Nación no hay discriminación en materia de distribución de partidas no reintegrables. “Cuando asumió este gobierno había una fuerte distorsión en las tarifas entre los distintos distritos argentinos, pero paulatinamente, fuimos quitando aquellas desigualdades y puede decirse que en el área del Gran Buenos Aires se registró uno de los mayores incrementos tarifarios”, comparó Dietrich. Pero en los hechos, de la política de subsidio cero que el macrismo intentó aplicar meses atrás, lo cierto es que Capital Federal y AMBA han sido asistidas en reiteradas oportunidades.
Tampoco la Provincia de Córdoba incrementará las partidas millonarias que ya destina para cubrir los subsidios que Nación quitó al sistema y las que sostienen los programas de viajes gratuitos.
Mestre tenía dos opciones para evitar otro conflicto de escala en el servicio: o estrujar las arcas municipales o autorizar una nueva suba del precio del boleto (hoy a $28 la tarifa plana). La alternativa por la que parece que se inclinará primero es la del subsidio según circulaba al cierre de la edición.
Cierto es que un incremento del pasaje no soluciona el problema porque no significará una mejora directa en la recaudación porque el sistema surfea entre lo que necesita para sostenerse y el servicio que ofrece. Las fluctuaciones en el corte del boleto son el sujeto tácito de esta oración. Pero en una economía inflacionaria no queda otro remedio.
El dilema de Mestre expone características estructurales del sistema de transporte, pero también surgen componentes políticos. Un conflicto gremial en la última semana de la campaña no caería en gracia en las canteras amarillas que están haciendo hasta lo imposible para que Mauricio Macri saque la misma cantidad de votos que en 2015 como si nada hubiera pasado al medio. Y se sabe que el radical aspira a ingresar al gabinete nacional si el fundador del PRO logra su reelección.
La transición es otro factor que pesa sobre los hombros del titular del Palacio 6 de Julio. Despedirse con una saga de boletazos no es el mejor plan para un político que seguirá en carrera. Por qué pagaría él el costo si podría hacerlo su sucesor, el peronista Martín Llaryora, quien además podría encontrar soluciones al problema en el Panal.
Como sea, el mestrismo prefiere promediar las cargas que surgen de los compromisos con los aliados y con el equipo que lo sucederá porque, al menos, desde el municipio barajan una suba inminente entre las Paso y el inicio de la campaña por la primera vuelta. Pero es sólo un parche al problema.