Por Javier Boher
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Un oxímoron es una figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto. Si aprovechamos las licencias del lenguaje y lo dotamos de algo de plasticidad, en los tiempos del lenguaje multimedial podríamos reemplazar uno de dichos términos por una figura, una imagen. Si esto nos fuese concedido, el sorpresivo libro de la expresidenta sería un oxímoron 2.0.
Bajo el título de “Sinceramente”, la presidenta presenta sus memorias en unas exageradas 600 páginas, en las que hace un balance de su gestión y presenta sus principales definiciones de política. Es difícil pensar que el contenido, la figura y el título puedan coincidir siquiera en un ápice de sinceridad.
Las ideas vertidas en su libro -conocidas por algunos fragmentos- abarcan diversos aspectos, en los que construye reinterpretaciones a hechos del pasado, distanciándose de su marido y agigantándolo en algunas cuestiones, pero dándole un cariz humano y pragmático del que ella se aleja. Néstor era el que quería arreglar con Duhalde en 2003, pero también el que estaba a la altura del Papa argentino.
Ella elige ocupar el lugar de ingenua, pero también el de idealista. Acepta su protagonismo ideológico en la relación con su viudo pero también su rol de mujer sumisa o arreglada que decide acompañarlo. Se construye como mujer tradicional pero que se ha liberado, puliendo su traje de candidata.
Las polémicas en torno a la figura de la ex presidenta nunca amainaron, sino que además se han intensificado con el tiempo, aún pese a los esfuerzos de algunos medios o empresarios que pretenden subirla al pedestal de un buen gobierno. Esto es muy difícil, porque si algo faltó en su gestión fue -justamente- la sinceridad.
Un escueto y rápido repaso por algunas de sus historias nos llevan a los números del Indec, que mostraban mayor crecimiento, menor inflación o menor pobreza que la que efectivamente había en el país. ¿Cómo puede uno olvidarse que se golpeaban el pecho justicialista con aquellos números que decían que en Argentina había menos pobres que en Alemania? ¿O cuando decían que medir la pobreza estigmatizaba?.
Esos mismos datos son los que usaban para defender que se comía con seis pesos. Paradójicamente, a esto último (por obra y gracia de la inflación acumulada desde entonces) ya no es posible pensarlo en términos reales, convirtiéndose en una posverdad kirchnerista por la que el vulgo no puede discernir si entonces eso era efectivamente posible. Construir relatos incomprobables desde la experiencia cotidiana, otro logro de su gestión.
Así como en esos párrafos ella se separa de Néstor y del resto del peronismo, también se separa de su acción de gobierno, con el tradicional relato ideológico que no guarda relación con lo que fueron efectivamente sus mandatos. Aunque algunos todavía eligen creer (y para los que este libro quizás sea como el diario del Che o las cartas Perón-Cooke) su relato no tendrá menos ficción que en las tan cotizadas novelas históricas que abarrotan los estantes de las librerías.
Por último, pero no menos importante, tres detalles. El primero, que es imposible dejar de pensar en el libro que José Manuel De la Sota publicó poco antes de lanzarse como candidato a presidente. Mucho más directo, “Quiero y Puedo” era un manifiesto político que apelaba al libro como herramienta premoderna de campaña electoral, tal como ocurre ahora.
En segundo lugar, así como el ex gobernador de Córdoba usó su color de campaña como dominante en el diseño del libro, el diseñador de la portada de Cristina apeló a un azul peronista clásico, combinado con letras blancas que remiten a los habituales colores de campaña del kirchnerismo antes de pasar a ser “Unidad Ciudadana”.
El título, los colores y el diseño pueden remitir a un cuaderno Rivadavia (algo que nunca se podrían permitir) pero, como todo lo desarrollado hasta ahora, también carece de sinceridad. Es que, tal como descubrió algún melómano en Twitter, el título es el mismo (y con un diseño prácticamente igual) que el de un disco de de 1961 lanzado por César Costa, un cantante mexicano.
No importa en cuántas páginas lo intente, cuánto diseño usen para retocarle la imagen ni cuánto reinterprete con su hábil prosa todo por lo que ha pasado en los últimos años: que el kirchnerismo pretenda tener algo que ver con la sinceridad no es otra cosa que un oxímoron político.