Por Gabriela Origlia
Como siempre, en términos económicos, al presidente Mauricio Macri le va mejor en el exterior que puertas adentro. Firmó acuerdos comerciales en su gira por India y Vietnam y, en reportajes que dio desde allí, habló más del peronismo que de su propio programa para la reelección.
No es de extrañar; la campaña se viene planteando igual que la de hace cuatro años. “Se juega si queremos volver al pasado, volver a aislarnos del mundo, volver a un sistema más autoritario y con menos libertades, o creemos realmente en la capacidad de innovación y de creación que tenemos los argentinos”, dijo el Presidente a Clarín.
Esta semana hablará ante el Congreso; ya recibió los borradores del discurso. La seguridad aparece ahora como el eje de la apertura de sesiones (el año pasado fueron el aborto y la igualdad de género). La economía no pareciera ser uno de los núcleos más allá de la repetición de los conceptos de “normalizar” el país, bajar la inflación, reducir la pobreza y ser el supermercado del mundo. Sin los cómo, no hay novedades.
En sus entrevistas desde Asia, Macri dio una pauta de lo que dirá el viernes. “En la medida que sostengamos el equilibrio fiscal, que tengamos una política monetaria clara y que sigamos apostando a reducir los impuestos para que el sector privado pueda crecer y acompañarnos en este desarrollo, la inflación va ir bajando”.
“Este año va a ser sustancialmente más baja que la del anterior. Estamos todavía en el orden del tres por ciento, pero hay que pensar que bajamos del 6% que tuvimos en septiembre y octubre. Si persistimos en este camino vamos a ver una baja sistemática de la inflación”, indicó. Las dudas sobre si la meta se alcanzará ya es sólo de los ciudadanos de a pie, sino de los economistas.
La baja de tasas se frenó ni bien el dólar empezó a subir. Otro laberinto del que no parece haber salida. La divisa tiene que estar alta para exportar pero no escaparse para no acelerar la inflación que sigue indomable. Con las tasas al borde del 50% -es cierto, 20 puntos abajo del récord de octubre- no hay ninguna chance de que las empresas se endeuden para invertir. El desbarranque del consumo, la presión impositiva por las nubes (por encima de diciembre de2015) y sin disponibilidad de capital, el sector privado advierte que si no hay rebote las consecuencias empezarán a sentirse en el empleo.
En la semana que cerró fue Coca Cola-Femsa la empresa que intentó que le aprobaran un Procedimiento Preventivo de Crisis; Trabajo no lo autorizó pero habilitó la mitad de los despidos que pretendía la compañía. Estos pedidos aumentaron de 55 en 2016 a 108 en el año pasado (incluidos los de Carrefour y Pepsi). Son señales de que la caída del consumo es generalizada; la cadena de supermercados Toledo (Mar del Plata) advirtió que si la actividad sigue como en los últimos meses, llegan hasta mediados de año.
Los integrantes de la Unión Industrial de Córdoba se reunieron con el ministro Dante Sica y le llevaron su preocupación por el combo de factores que profundizan la crisis. La respuesta fue que, en breve, habrá nuevas medidas para las Pymes; hace una semana el anuncio fue la suba del mínimo no imponible de contribuciones patronales. Un alivio para una parte del sector pero como llegó casi un año después de lo conveniente su efecto será más limitado.
La misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) vino, tuvo reuniones, admitió preocupación y regresó a Estados Unidos; hizo la tercera revisión del acuerdo stand by. Como Argentina viene sobrecumpliendo los objetivos, llegará el cuarto desembolso US$ 10.840 millones; con estos recursos ya se cumplirá cerca del 70% del acuerdo. Lo que se negocia ahora es que el país pueda vender el excedente de dólares que tendrá este año, entre US$6000 y US$8000 millones.