Por Juan Manuel Garzón
Economista Jefe IERAL de Fundación Mediterránea
El año pasado Córdoba perdió 10 millones de toneladas de granos por la sequía. En números aproximados, el mal clima se llevó US$ 2.000 millones, un 4% de lo que moviliza anualmente la economía de la provincia.
El campo tuvo problemas no sólo aquí, por supuesto, sino en todo Argentina, pero sucede que una mala cosecha se siente mucho más en Córdoba. La provincia, con sólo poco más del 8% de la población nacional, aporta casi el 30% de la producción de granos del país. Además del impacto negativo directo, menos granos significan menos maquinarias, transportes, combustibles, inversión y consumo en las localidades del interior, etc. Por caso, la venta de maquinarias agrícolas se derrumbó el año pasado, afectando a muchas empresas de este clúster tan importante que tiene Córdoba.
Este año, afortunadamente, la campaña avanza con buena lluvia y cuando hay lluvias hay buenas noticias. Además, Córdoba no muestra, como sí otras jurisdicciones (litoral), muchas zonas anegadas o con fuerte exceso de humedad. Si bien todavía nadie se anima a decirlo fuerte o a publicarlo, quizás para no ser mufa, existe una expectativa bastante generalizada de que podemos tener una campaña récord.
La Bolsa de Cereales local, en su último relevamiento, determinó que el área sembrada con maíz es muy importante, supera a la del ciclo pasado y es la mayor de los últimos tiempos. En soja la superficie implantada se habría mantenido relativamente estable de un año al otro. Además, la entidad informó que los cultivos están, en general, en muy buen estado. Si a lo anterior le sumamos rindes normales, que se lograrán si el clima acompaña hasta la cosecha (marzo / junio), se recuperarán todas las toneladas perdidas el año pasado. Y quien sabe sino un poco más.
Pero no hay que contar los cabritos antes que nazcan. Los especialistas en clima sostienen que estamos frente a un evento niño débil (sube pero no tanto la temperatura del agua en el océano pacífico ecuatorial), que al combinarse con otros fenómenos (condiciones del océano atlántico, nivel e intensidad de la corriente de Humboldt), fragmenta el sistema climático de Sudamérica y genera fenómenos contrapuestos de gran intensidad. En palabras más simples, parecería que el clima de esta campaña combina intensidad (por ejemplo, chaparrones muy intensos) con patrones y giros inesperados (altas / bajas temperaturas), lo que lo hacen muy poco predecible, manteniendo elevado el riesgo climático hasta seguramente fines de la campaña.
Volvamos a los números, si Córdoba recuperase las 10 millones de toneladas perdidas, la salida de la crisis estará mucho más cerca. Volverá la tranquilidad al interior productivo, la posibilidad de realizar gastos que fueron postergados, de planificar y ejecutar inversiones. Para la economía de Córdoba el campo es el ancho de espadas del truco, asegura una mano pero no necesariamente la partida. Para salir definitivamente la recesión, otras variables deben acompañar, algunas vinculadas a factores exógenos, caso de los precios internacionales de los granos(que la pelea Trump – China no traiga malas noticias), o la fortaleza de la economía de Brasil. También la dinámica que muestren las principales variables de la macroeconomía será clave: por ejemplo, es muy importante que la inflación desacelere, que el tipo de cambio reduzca su volatilidad, que las tasas de interés se normalicen, que vuelva la confianza hacia el futuro de la economía y que se reduzca la incertidumbre de lo que puede suceder el “día después de las elecciones”.
Una buena cosecha tendrá mayor impacto reactivador mientras más tranquila esté la macroeconomía y mientras mejores sean las señales que reciban los productores en aquellos temas que son muy importantes para el futuro del sector (apertura de nuevos mercados, incorporación de nuevos eventos tecnológicos, libertad de producción y comercio, etc.), tanto de las autoridades actuales como de aquella dirigencia que tiene chances de gobernar el país.