Por Prof. Eduardo Dalmasso
Soledad (S) – Eduardo, si tuviera que decir cuán actual es esta carta, a pesar de sus largos años: ¿qué diría? Es decir, ¿qué cambia y qué permanece en torno a la mirada de Ortega y Gasset sobre la juventud argentina?
Eduardo (E) – Pienso, Soledad, que Ortega y Gasset se dirigía a una juventud emergente de un país que se estaba recreando a partir de la influencia de las corrientes inmigratorias. Un país convulsionado en el que estaba en juego la identidad. ¿Qué era la identidad para un joven argentino de esa etapa, con tanta incidencia poblacional extranjera?
Sin identidad netamente propia, es muy difícil lograr un derrotero político social claro, y toda expresión de la inteligencia y el arte se constituye en una búsqueda que por su propia orfandad tomará de referente a lo extranjero, salvo puntualísimas excepciones. De ello que el filósofo reconozca inteligencias, que sin duda han caracterizado y caracterizan a los argentinos. Y diré más, esa lucha por la autonomía intelectual sigue estando presente. Es singular los pocos estudios en filosofía y humanidades que se animan a expresar propios pensamientos y no los de un autor de culto. Las referencias son obligadas como fuentes de reconocimiento y dentro de ese transitar se soslaya o desconoce, aportes significativos y avanzados generados en nuestro propio país.
Sería importante mirar esta carta dentro de un marco de referencia mayor. La misma, se inscribe en un conjunto de otros textos en los cuales el filósofo español se permite opinar sobre nuestra realidad nacional. De esto, es que lo que permanece es la capacidad de rebeldía, la búsqueda de ese horizonte de identidad que no logra plasmarse. También nos caracteriza la renuncia a los sueños cuando estos no pueden forzar la estructura que determina nuestros comportamientos sociales, y que se origina en muchos de los rasgos del argentino que señala Ortega.
(S) – Sería interesante que podamos dar cuenta del contexto en el que Ortega y Gasset escribe. ¿Qué realidad argentina se encuentra analizando? ¿Cuáles eran los derroteros del país, que lo podrán haber hecho pensar como imprescindible, el hecho de escribirle a la juventud argentina?
(E) – Ortega y Gasset vivió en su primer viaje a la Argentina la fuerza e inteligencias de los que fueron luego líderes de la reforma del 18 y otros destacados intelectuales del país, en su búsqueda de rupturas de dogmas y el mejor funcionamiento de las instituciones, pero en su segundo viaje observa que toda esa energía puesta al servicio del cambio se opacaba dentro de las normas y valores que habían pretendido quebrar. Dicho de otra manera siempre estábamos y estamos en la fase de promesa.
En esta carta, según mis fuentes, probablemente destinada a Homero M. Guglielmini (uno de los editores de la revista Inicial. Revista de la nueva generación), el filósofo expresa su desconfianza hacia la nueva generación de jóvenes intelectuales argentinos. El motivo, tal como lo expresa con claridad, es que observa una gran “fuerza vital” al mismo tiempo que se muestra poca “precisión” y “disciplina” en su pensamiento. Para Ortega, el rigor es esencial en la labor intelectual y esto exige despojarse de los preconceptos, lo que de por sí exige mucha valentía.
En síntesis aún hoy esa capacidad creativa que nos caracteriza, se ve opacada porque el rigor se oscurece por la necesidad de abroquelarse dentro de una eventual corriente de pensamiento que se supone es la verdad. Y el tema es que no hay una verdad; hay una búsqueda de la misma en términos de construcción. Mientras suceda esto, seguiremos siendo una sociedad de la esperanza. Estamos siempre ante la disyuntiva del cómo transformar las instituciones que enmarcan una cultura que no nos permite salir del círculo vicioso que va de la esperanza a la frustración. Por supuesto esto requiere de una exposición del significado de las luchas sociales, los problemas de hegemonías y la consiguiente falta de estabilidad de las políticas públicas.
Dicho de otra manera: Creo sinceramente que la juventud es una de las más preciadas fuentes de cambio pero si no se entrelaza esa actitud con liderazgos que se atrevan a romper con paradigmas que nos someten al atraso en el concierto político, social y artístico, esa rebeldía se irá subsumiendo dentro de patrones institucionales conservadores. De esto que te digo, lo interesante de estudiar es el derrotero del Movimiento Reformista tanto en sus momentos de Gloria como en los de debilidad. Por caso, Los líderes reformistas eran verdaderos contestatarios dentro de un orden dogmático, eran libertarios en su concepción, pero no representaban al conjunto social.
(S) – Si continuamos con detenimiento indagando este escrito, nos encontramos con la precisión de algunos adjetivos calificativos otorgados por parte de filósofo, hacia la juventud argentina. Entre ellos, me gustaría volver la mirada sobre la “gente enfática”. ¿Qué podría usted analizar y agregar respecto al carácter enfático de la juventud argentina?
(E) – Entiendo que Ortega nos está diciendo, que nos falta objetividad, que preconizamos nuestras ideas como estandarte y no como búsqueda y que esto se debe en gran parte a la no profundización del significado de los paradigmas que subyacen en los avances teóricos , Ortega rebela un profundo respeto por el pensamiento crítico, y tiene autoridad moral para plantearlo, porque previo a sus aportes sobre el sentido del ser como sujeto de transformación propia y social había profundizado en el pensamiento kantiano y neokantiano con absoluto rigor, rigor que le permitió en su búsqueda aportar ideas filosóficas innovadoras.
Dicho de otra manera, sólo podré cuestionar a partir del dominio del objeto en cuestión, sino el pensamiento tendrá un carácter superficial, aunque contenga algunas ideas interesantes. En ese sentido me parece que en el desarrollo de las ciencias duras nuestro país se ha afianzado en el rigor del estudio y de ello que nuestros investigadores se destacan en la medida que tienen los recursos mínimos necesarios. Por supuesto en este tema también habría que hablar de políticas que alienten o no la labor científica que dé garantías de seriedad. (continuará…)