La otra incógnita es si el campo liquidará cosecha en estas condiciones o esperará hasta después del comicio.
Los economistas del CPCE Córdoba plantearon que algunas de las causas de que el dólar no se despegue del valor de la banda inferior son la menor circulación de pesos, las tasas atractivas para invertirlos y la decisión de la FED de no subir la tasa de interés (los capitales financieros vuelven a mirar a mercados emergentes.
De la presentación participaron el presidente del Consejo, José Simonella y los integrantes de la comisión de Economía Mary Acosta, Guillermo Pizarro y Víctor Peralta.
“Lo que podría ser una situación más calma en el terreno monetario está creando situaciones de vulnerabilidad por el riesgo de que el tipo de cambio vuelva a atrasarse respecto de la evolución de los costos internos”, describió Acosta.
Simonella, por su lado, entiende que hubo una sobreapreciación porque si bien el dólar estaba atrasado “no era un atraso del 100%; ahora encontró un valor de equilibrio y los portafolios comenzaron a desdolarizarse”. A su criterio, no hay una relación “tan unívoca” entre tipo de cambio y tasa de interés; también juega fuerte la expectativa. “La tasa de interés con un mercado internacional que no ayude no alcanza”.
Para Simonella hay margen para seguir bajando la tasa: “El inversor extranjero viene a hacer carry trade; el partido es todo los días. Por eso el ruido que generan las elecciones es fuerte; hay oferta de dólares por capitales que vienen a aprovechar precios atrasados de dólar y altas tasas de interés reales”.
“Si de cara al humor social ante la elección al Gobierno le conviene el dólar planchado que es un ancla a la inflación, la tentación de mantener el valor a $38 o $39 es grande. Si lo va a poder hacer es discutible. Frente a eso otro interrogante es si el campo liquidará sólo lo que necesite antes del proceso electoral”, sintetizó Simonella.
Actividad
En relación a la economía real, las previsiones generalizadas son de una nueva caída del Producto Bruto Interno (PBI) este año; el consumo privado –pese a la baja que viene arrastrando- sigue siendo tres cuartas partes del total. Del global de la baja del tercer trimestre (2%), un punto y medio lo aportó la inversión.
Los otros indicadores de la actividad que impactan son el del sector industrial (hay bajas fuertes en producción de equipos y máquinas, textil, caucho); otro indicador con retracción fuerte es el de la Construcción en todos sus rubros.
Si bien en 2018, el sector externo registró una mejora relativa y corrigió fuerte su déficit no fue por una suba sustancial de exportaciones sino por caída de importaciones (impactada por la devaluación y el achicamiento del consumo interno). “Lo primero que reacciona a un aumento del tipo de cambio son las importaciones en especial por la estructura de nuestro comercio exterior”, planteó Acosta.
Respecto de los componentes del sector externo, en la comparación entre 2015 y 2018, en exportaciones el ítem que más aumentó fue combustibles (le quitó entre uno y dos puntos al resto pero sus valores son poco significativos en el volumen); el resto –agropecuarios e industriales- cayeron. En el caso de las importaciones, baja la de bienes intermedios, muy fuerte la de combustibles y menos la de bienes de consumo.
Sobre los números públicos, el informe del CPCE indica que el Tesoro seguirá necesitando fondos lo que es “un condicionamiento de la economía de cara a las elecciones”. El déficit primario cero –comprometido con el FMI- es analizado como de “complejo cumplimiento” por el impacto de la recesión en la recaudación; sí los economistas advierten que se reducirá.
Prestaciones sociales, gastos de funcionamiento y subsidios son las partidas más importantes del gasto nacional. En 2018 no se pudo continuar con el proceso de reducción de transferencias iniciado en 2016 y 2017. Lo que se duplicó en los últimos tres años fue el pago de intereses: el salto fue de 5,2% a 11,6%.
En lo que hace a los ingresos, crecieron los provenientes de Rentas de la Propiedad (compuesta por utilidades del Banco Central y ganancias del Fondo de Garantías de Anses) por efecto de la devaluación (pasaron de 1,8% a 6,7% del total). En cambio los ingresos tributarios perdieron cuatro puntos entre 2015 y 2018.